Los alumnos ucranianos que detectan las fake news de Rusia y otros proyectos educativos con impacto en la sociedad

En un encuentro en el auditorio de Ticmas, María Rosa Tapia Sasot y María Lorena Vaccher hablaron de dos enfoques novedosos de la educación, como el aprendizaje basado en proyectos (ABP) y el aprendizaje basado en servicio (ABS)

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María Lorena Vaccher, María Rosa
María Lorena Vaccher, María Rosa Tapia Sasot y Astrid de Herrera (foto: Agustín Brashich)

El aprendizaje basado en proyectos (ABP) es un enfoque educativo que involucra a los estudiantes en la realización de tareas significativas y auténticas, donde aplican conocimientos para resolver problemas del mundo real, trabajando en equipos y presentando sus resultados. Por otro lado, el aprendizaje basado en servicio (ABS) combina el conocimiento académico con la prestación de servicios a la comunidad, abordando necesidades reales y fomentando la reflexión sobre el impacto social. Ambos enfoques promueven un aprendizaje activo y significativo, desarrollando habilidades esenciales y fomentando el compromiso y la responsabilidad social de los estudiantes.

¿ABP y ABS son lo mismo? ¿Van de la mano? ¿Proponen un nuevo tipo de enseñanza, un nuevo tipo de escuela? Para responder estas preguntas, el auditorio de Ticmas recibió a las especialistas María Rosa Tapia Sasot y María Lorena Vaccher, que, con la moderación de Astrid de Herrera, abordaron estos novedosos enfoques.

María Lorena Vaccher es coordinadora pedagógica en la Municipalidad de Vicente López, en la Secretaría de Educación y Empleo. Además brinda cursos con la consultora Eureka, capacita a directivos y es asesora pedagógica en el área de Planeamiento del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires.

María Rosa Tapia Sasot trabaja en CLAYSS (Centro Latinoamericano de Aprendizaje Servicio Solidario), donde coordina el programa que promueve el aprendizaje-servicio en la educación superior, principalmente en universidades católicas de todo el mundo. Es docente en la Universidad Nacional Scalabrini Ortiz y en la Universidad de Buenos Aires, donde trabaja en posgrados de enseñanza mediada con tecnología y en aprendizaje-servicio solidario.

Un panel sobre ABP y
Un panel sobre ABP y ABS moderado por Astrid de Herrera (foto: Agustín Brashich)

Aprendizaje basado en proyecto y aprendizaje basado en servicio, ¿van de la mano?

María Rosa Tapia Sasot: Sin duda van de la mano. Nosotros promovemos el aprendizaje y el servicio solidario; ese es el nombre completo que le ponemos a la propuesta pedagógica. Es trabajar en proyectos, pero con la vuelta de que nuestros proyectos trabajan sobre la realidad, para que los estudiantes aprendan poniendo en práctica sus conocimientos en la resolución concreta. Siendo ellos los protagonistas.

María Lorena Vaccher: Van de la mano, y la idea es conectar con la realidad. Conectar con este sentido vital de los estudiantes y de la escuela. Que tiene que ver con el hacer, con resolver conflictos, plantear los problemas, y tener una mirada crítica pensando en las habilidades que queremos para los estudiantes del futuro.

¿Cómo ven el desarrollo de ABP y aprendizaje en servicios como agentes de cambio de nuestra sociedad?

María Rosa Tapia Sasot: Ese es el objetivo: generar agentes de cambio para que conozcan la realidad y puedan cambiarla. Sabemos que tenemos que ayudarlos a que tengan una mirada crítica sobre la realidad, para que no se basen simplemente en lo que escuchan por otros sino que experimenten esa realidad y desde ahí puedan, ellos mismos, diseñar propuestas de acción concretas. Lo que no practiquen ahora, en un contexto educativo, va a ser muy difícil que lo pongan en práctica más adelante, cuando sean ellos los que tomen las decisiones. Qué mejor, entonces, que ayudarlos ahora.

María Lorena Vaccher: Sí, y pensar todo esto desde el diseño curricular. No es imposible. Ir a la escuela tiene un sentido, tiene un propósito. Como docentes hay que aprovechar las posibilidades del aprendizaje basado en proyectos para que los estudiantes puedan investigar, explorar, plantearse interrogantes, para que puedan resolver conflictos. A partir de ahí, conectando con la realidad es donde les permite pensar y conocerse, y ver las habilidades que tienen. Y también que se pregunten: qué me gustaría transformar, cómo puedo hacerlo, con quién aprendo.

Y se puede trabajar el aprendizaje con el otro, la creatividad, la resolución de problemas.

María Lorena Vaccher: Habilidades socioemocionales. Pensar en las capacidades del ABP tiene que ver con la mirada crítica, con la reflexión, pero también con las habilidades socioemocionales que son importantes para ponerme en el lugar del otro. Trabajar en valores es importante dentro de la escuela.

María Rosa Tapia Sasot: Por eso nosotros hablamos del servicio solidario. Ayudarlos a desarrollar la empatía, a no quedarse con las etiquetas. La propuesta, entonces, es caminar juntos, pensar los proyectos juntos, hacer un análisis completo del contexto en el que vamos a trabajar para entender por qué el otro está donde está y cómo podemos aprender también del otro para encontrar las mejores soluciones juntos. Y no que el conocimiento está entre las cuatro paredes del aula sino que salir a la comunidad, de encontrarnos con otros, de aprender de las distintas culturas también puede ser la oportunidad de encontrar soluciones.

María Rosa Tapia Sasot, de
María Rosa Tapia Sasot, de CLAYSS (foto: Agustín Brashich)

¿Cómo trabajan este abordaje con docentes que quizá tienen el mandato de que se aprende de otra manera? ¿Cómo les muestran esta forma de trabajar en el aprendizaje?

María Lorena Vaccher: Es un tema que me interpela, porque fue lo que hizo que me dedicara la enseñanza con el propósito de trabajar en proyectos en Formación Ciudadana, que implicaba querer transformar la realidad de los estudiantes. Hay muchos docentes que trabajan en proyectos, solo que no trabajan con la mirada de la metodología de ABP. La metodología tiene una flexibilidad, permite la planificación y el intercambio con los chicos, tiene una forma de evaluar distinta. Yendo a tu pregunta, el miedo a lo desconocido genera mucha complicación. Lo que hay que hacer es acompañar. Desde mi lugar, que acompaño a directivos y docentes, lo primero que trabajamos es qué es lo que les sucede con este nuevo enfoque.

Si a las curriculas largas, se les suma el ABP, ¿cómo se hace para dar certeza de que los chicos aprendieron todo lo que tenían que aprender?

María Rosa Tapia Sasot: Siempre hay una planificación, siempre hay claros objetivos de aprendizaje y también de servicio solidario. Cuando hacés la evaluación, creo ahí viene la confirmación de que vale la pena. Pongo un ejemplo muy concreto: en medio de la pandemia, al comenzar la cursada vos hacías un sondeo de cuáles son eran emociones y el 70% de los estudiantes te decían que estaban tristes, pero si vos los convocabas a que piensen más allá de ellos, que vean que lo que estaban aprendiendo podía ayudar a que otros tuvieran una mejor calidad de vida, terminaban esa misma clase con una nube de palabras donde la más grande de todas era esperanza. Esto me pasó en una clase donde trabajamos aprendizaje y tecnología, y el proyecto fue diseñar un aula virtual para que personas con discapacidad pudieran cultivar las huertas y tener de un sustento. Lo hicimos en la Universidad Nacional Scalabrini Ortiz y realmente fue un punto de inflexión para estos estudiantes.

María Lorena Vaccher: Es importante trabajarlo desde la otra escuela. Los obstáculos se pueden presentar; a veces tienen que ver con el producto final o que tienen que ver con una muestra. Es importante que el producto o la puesta en escena que terminen haciendo, en realidad sea el resultado de todo lo que vivenciaron antes. El desafío del docente en el trabajo con proyectos tiene que ver con cómo vincular el contenido curricular con lo que los chicos quieren aprender. Aprovechando el deseo en las diferentes edades, motivándolos. Hay que invitarnos a repensar la escuela que queremos para el día de mañana —que también es hoy— y potenciar las habilidades socioemocionales porque nos compromete a todos como ciudadanos.

¿Cómo afecta la inteligencia artificial en todo esto? Hace veinte años decíamos que internet venía para quedarse. Ahora es la inteligencia artificial.

María Rosa Tapia Sasot: Como toda innovación en la tecnología, siempre genera resistencia. Es mucho más fácil decir “Prohibamos el ChatGPT en las universidades”. Fue lo primero que se dijo. Sin embargo, yo creo que todo puede ser una oportunidad, sobre todo, para aportar el diferencial de lo que estamos hablando. Hay mucha inteligencia artificial, mucha información distribuida dando vueltas. Pero cuál es el diferencial vincular que nosotros podemos aportar, cuál es la mirada crítica que podemos promover en el desarrollo de nuestros estudiantes. Para eso tenemos que confrontarlos con la realidad. La inteligencia artificial nos puede contar un montón de información colectada a lo largo de todo el mundo: qué vamos a hacer con eso, cuáles son los valores que vamos a promover.

María Lorena Vaccher: El tema es si un chat puede resolver el planteo que yo le haga. Y, por otro lado, que lo resuelva no quiere decir que yo esté de acuerdo con la resolución. La inteligencia artificial puede ser una herramienta que me permita interpelar, que me permita analizar. El desafío de estudiantes y docentes pasa por pensar lo qué hacemos con esto, qué pasa con los valores éticos, cómo afecta los vínculos, cómo se evalúa, qué genera evidencia.

María Rosa Tapia Sasot: Les voy a compartir un ejemplo muy concreto. En CLAYSS trabajamos con la Universidad Católica de Ucrania; ya veníamos trabajando con ellos desde antes de la guerra. Y, cuando empezó la guerra, ellos convirtieron la universidad en un gran proyecto de aprendizaje servicio, donde, por ejemplo, los estudiantes de Comunicación analizaban las comunicaciones para detectar las fake news producidas desde Rusia. Les habían pedido suspender las clases, pero los chicos querían trabajar en proyectos donde pudieran aportar a la situación que estaba transitando el país. Desarrollando sus habilidades no solo podían resolver el problema del momento sino, como ellos dicen, fortalecer la educación de los futuros líderes que van a poder reconstruir Ucrania.

María Lorena Vaccher, asesora educativa
María Lorena Vaccher, asesora educativa en la Municipalidad de Vicente López (foto: Agustín Brashich)

Una gran anécdota. Y siempre estamos hablando de qué es ABP y cómo trabajarlo y qué son las rúbricas y las dianas competenciales. Bueno, sí, pero: ¿cómo?, ¿qué hacemos dentro del aula? Lorena, ¿querés contarnos algún proyecto?

María Lorena Vaccher: Dentro del aula, si hay bullicio es que hay está algo está sucediendo. Es un aula viva. No hay que tenerle miedo a eso. Dentro de los trabajos y de las actividades que se hacen, en mi caso los chicos fueron presentando un trabajo que debatieron entre ellos y que terminó elaborando un proyecto de ley fue tratado en la misma municipalidad, que tenía que ver con la realidad de la gente en la calle. Eso, que se vincula con el ejercicio de la ciudadanía, es también un servicio a la comunidad. Cómo poner en práctica los derechos, cómo hacerlos cumplir y cómo garantizárselos a otros ciudadanos. Con chicos más chicos puedo hablar de proyectos de lectoescritura. Lo que tienen en común es que se plantea situaciones que fueron viviendo, y que tenía complejidades que, en muchos casos, los reflejaba y los representaba. Darles la voz, poner las palabras de los chicos como protagonistas del aprendizaje.

¿Cómo puede un estudiante armar su propio proyecto? ¿Cómo los guía el docente? Porque eso también es una habilidad para el futuro.

María Rosa Tapia Sasot: Hay que generar el espacio como para que podamos escuchar la voz de nuestros estudiantes y estar atentos los temas que les interesan. La motivación es fundamental y, si los proyectos vienen de la mano de los estudiantes, tenemos motivación garantizada. Un ejemplo: en una escuela de San Juan, los chicos hacían proyectos vinculados con temas de inclusión para la escuela de ciegos de la localidad; en la clase de Geografía se hacían maquetas para que pudieran tocar el relieve, por ejemplo. Hasta que un chico ciego ingresó a la escuela y, obviamente la motivación fue cómo ayudarlo para que se sienta más cómodo y pueda circular por la escuela libremente. Empezaron a grabar audioguías para que él que él podía escuchar para moverse en la escuela, buscaron aplicaciones para poder aprender a escribir con lenguaje de ciegos y señalizaron las aulas. Después hicieron un centro de recursos para todos los ciegos de la comunidad y eso requirió una investigación previa acerca, el diseño del proyecto y obviamente una evaluación de los aprendizajes. La particularidad fue que en este caso, el experto era el que había entrado con el título de discapacitado. José les enseñaba a escribir en braille. Estos proyectos cambian el lugar del beneficiario, porque al final, todos tenemos mucho para aprender y todos tenemos mucho para enseñar.

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