Desde hace bastante tiempo ya, se propone que la formación de los educadores tiene que mantenerse continua a lo largo de la vida. Pero ¿cómo puede —y cómo debe— actualizar sus saberes un docente? Esa pregunta es la disparadora de un diálogo que se mantuvo en el auditorio de Ticmas, y en el que participaron Candelaria Durruty, profesora del Saint George College e integrantes del Grupo de Educadores de Google, y Silvana Cataldo, gerenta de contenidos educativos de Ticmas para Latinoamérica. El encuentro llevó como título: “La formación continua como motor de la innovación en el aula”
Voy a comenzar con una hipótesis, que tal vez me dicen que no es correcta: desde la pandemia, los docentes reconocen más claramente la necesidad de formarse.
Candelaria Durruty: La pandemia marcó un quiebre enorme por una cuestión de dispositivos, y por dispositivos no me refiero al instrumento tecnológico, sino a la forma de dar clases. Sin embargo, si uno se pone a pensar en la historia de la educación, no es lo mismo la clase que recibimos nosotros, como alumnos de primaria, de la que recibimos en la secundaria. Y era la misma escuela. Recurrir a la formación es súper importante porque tiene que ver con el avance y con la percepción que uno tiene del contexto y de las herramientas que les da a sus estudiantes.
Silvana Cataldo: La pandemia puso de manifiesto algo que ya antes necesitábamos. Porque, si bien no pudimos eludir incorporar herramientas nuevas para crear un puente con los estudiantes que no podían asistir a la escuela, yo pienso a la formación continua como aquello propio de este tiempo. Todo el tiempo tomamos la realidad, que es dinámica y cambiante, y tratamos de entenderla a partir de las novedades tecnológicas. Todo el tiempo tratamos de “sobrevivir” y entender cómo es la comunicación, cómo me contacto con los otros, qué nuevos espacios puedo explorar para informarme. Todos nos formamos continuamente. Cómo no tomarlo, entonces, desde la escuela cuando la escuela tiene como misión primera formar ciudadanos con habilidades y competencias para insertarse en la sociedad.
Candelaria Durruty: En esa línea, hay que romper el concepto de formación continua, porque uno piensa en una licenciatura de dos años, en leer quince biblioratos, y la realidad es que formarse también es buscar material nuevo que responda a los intereses de los chicos o en pensar nuevas dinámicas. La formación es mucho más cotidiana y mucho más sencilla.
¿Cómo es el trabajo del GEG, el Grupo de Educadores de Google, y de Ticmas en cuanto a la formación?
Candelaria Durruty: Al ser un grupo voluntario y medio autogestionado, podemos acompañar la formación docente desde el lugar que cada uno necesita. Los Grupos Educadores de Google son espacios que nuclean a docentes con ganas de aprender. No hay requisito alguno para participar. Nosotros tomamos las propuestas que surgen ya del equipo o de los miembros y generamos espacios que tengan que ver con aquello en que creemos que nos podemos ayudar entre todos. Los cuatro pilares son: compartir, aprender, inspirar y empoderar. Quizás yo te doy una idea que te inspira y vos me devolvéis otra y vamos aprendiendo.
Silvana Cataldo: Coincido con Candelaria. Formarse no es solamente iniciar un recorrido académico de muchos años. Desde los contenidos en Ticmas, buscamos trasladar el espíritu de formación al aula, transformándola en un espacio de exploración, de investigación, de poner las manos en la masa. Veo el aula como el espacio donde todos los días se produce una formación del cuerpo docente. Donde junto con sus estudiantes pueden investigar, asombrarse y aprender nuevas herramientas, nuevas formas, nuevos contenidos. La formación pasa por pasar del modelo de enseñanza-aprendizaje más tradicional a un modelo de enseñanza-aprendizaje a través del hacer y de la experimentación.
Se habla de aprender en comunidades de pares, pero ¿la tecnología y los cursos autogestionados no apunta un aprendizaje solitario? ¿Cómo se le da valor a ese tipo de aprendizaje?
Silvana Cataldo: Si bien uno consume en soledad las propuestas autoasistidas, en realidad está interactuando con una propuesta que fue pensada y diseñada por otro y, tácitamente la va transitando con ese otro. La clave es que son recorridos cortos, generalmente muy prácticos. Entonces la puesta en acción es muy pronta y uno tiene la posibilidad de recibir el feedback de la comunidad donde va a poner en práctica ese aprendizaje. La tecnología, para mí, es el espacio donde podemos hacer estas formaciones, pero a la vez es una invitación a no quedarnos en la tecnología como un instrumento. Nos invita a desarrollar habilidades operativas y a aprender quiénes somos atravesados por ella, cómo nos pensamos en este universo lleno, cómo nos contactamos.
Candelaria Durruty: Con la tecnología aprendemos mucho menos solos que antes. Antes uno se encontraba con un apunte o con un libro y era unidireccional. Hoy hay un montón de plataformas y un montón de oportunidades nuevas de desarrollo. Pienso en todo lo que se puede investigar en las redes sociales, por ejemplo. Si alguien genera contenido en un reel de Instagram o en un video en TikTok, esa persona me ofrece algo y es un espacio en el cual yo puedo interactuar. Hay un concepto muy lindo, que es el de las redes personales de aprendizaje (o personal learning networks, en inglés) que justamente busca armar una comunidad con docentes de cualquier lugar del mundo a través de Twitter, a través de Instagram. Se rompen las barreras y aprendemos menos solos todavía. Además de que, obviamente, el beneficio de la tecnología es que yo aprendo cuando quiero, donde quiero.
En una respuesta anterior decían que, en la formación continua, no hace falta hacer una carrera ni un posgrado; que la formación puede ser muy puntual y hasta puede durar un día. ¿Cómo reconocer esas oportunidades de aprendizaje?
Candelaria Durruty: ¿Cómo las encuentro? Para mí la clave y, esto es algo que me enseñó una colega, es seguir a la gente correcta en redes sociales. El famoso algoritmo te va a sugerir estas oportunidades de aprendizaje. LinkedIn es una fuente inagotable. Twitter, ni hablar. Hay muchísimas oportunidades de aprendizaje. Gratuito, además. Esa es otra cosa que ofrece la tecnología: la posibilidad de aprender gratis y ahí está la generosidad de uno en entrar en ese círculo y devolver lo que aprendió.
Silvana Cataldo: Los docentes necesitan desarrollar muchas competencias personales en cuanto a lo digital, pero también deben fomentar el pensamiento crítico en los estudiantes. Y no sólo eso: a veces los docentes no tienen la oportunidad de saber qué es lo nuevo, qué oportunidades aparecen en el ámbito laboral, y cómo acompañar a los chicos en la elección de carreras nuevas.
Candelaria Durruty: Uno tiene que tiene que ir aprendiendo a regular y a entender que hay un montón de material al que se puede acceder, con infinitas posibilidades de aprendizaje, pero que tiene que armar su propio camino en base a los intereses o a las necesidades.
Nos quedamos mucho en la primera parte del título de la charla, pero hay otra palabra, que es “innovación”. ¿Se animan a dar una definición de qué entienden por innovación?
Candelaria Durruty: Hace unos días leí una definición súper interesante, que decía que la creatividad es la capacidad de desarrollar ideas, la innovación es ponerlas en práctica. Todo aquello que pienso, lo bajo en la innovación. Y la innovación es algo tan grande como la inteligencia artificial, pero también es algo tan chico como despertar el interés en los chicos. Leer el termómetro del aula y devolver una propuesta que sume, que enriquezca, que interpele. No hay que quedarse siempre en la búsqueda de lo nuevo. La innovación también es apostar por lo que uno cree.
Silvana Cataldo: La innovación, en mi opinión, no tiene nada que ver con inventar algo nuevo, sino al revés: es ver cómo puedo resignificar las herramientas venía utilizando y utilizarlas de otra forma, respetando la identidad y las particularidades de los grupos con los que interactúo. Innovar es, de alguna manera, descubrir en lo cotidiano la pizquita nueva que puede hacer la diferencia.
Candelaria Durruty: John Spencer habla de innovación vintage, que es poder recuperar los elementos más viejos y no abrazar el cambio por el cambio mismo. Eso es lo que nos pasa en muchas escuelas, y eso abruma. Hay que elegir los cambios que uno quiere hacer y que de verdad sean apuestas a una mejora en función del contexto y de las necesidades.
Quisiera hablar ahora de los contenidos: ¿cómo plantean que un contenido sea acorde a las necesidades del estudiante de 2023? Que no es el mismo del 2018, con una pandemia de por medio
Silvana Cataldo: Una de las misiones que señala UNESCO es multialfabetizar a los chicos. Es decir, que puedan desarrollar estrategias de construcción de sentido y también comunicativas en diversos lenguajes. Para mí, los contenidos tienen que tener esta multialfabetización implícita en todas las áreas. Y para que realmente respeten los tiempos dinámicos y fomenten el desarrollo de habilidades y competencias, necesitan llamar la acción. Hoy, los estudiantes necesitan ser el centro del proceso y, por lo tanto, no van a consumir pasivamente ningún contenido, sino que van a querer intervenir, dar su opinión, mostrar su producción. Ese tiene que ser el espíritu de un contenido que acompañe el desarrollo de otras habilidades y competencias que necesitan los estudiantes.
Extrapolar la idea del prosumidor a la educación.
Silvana Cataldo: Totalmente: hoy tenemos que formarnos como prosumidores. Necesitamos de esas competencias, no solamente para consumir pasivamente lo que nos proponen, sino que tenemos que poder elegir lo que queremos consumir y también poder decir qué nos parece eso que consumimos. Los contenidos ya no son un recorrido lineal por el que los estudiantes transitan, sino que deberían ser una invitación a que hagan su aporte en cada propuesta.
Candelaria Durruty: Si tuviera que hacer una lectura y una búsqueda de contenidos, creo que los temas más candentes e innegables son: por un lado, todo el desarrollo de tecnología inteligencia artificial; por otro lado, la sustentabilidad; y, como un tercero, la diversidad. Si querés formarte y elegís alguna de estas tres áreas, esos temas van a resonar mucho en la escuela, y los vas a poder poner en práctica. Lo más interesante a nivel formación tiene que ver con impulsar la innovación y pensar en una caja de herramientas: cuáles son las herramientas que yo necesito para que mis estudiantes puedan llevarse su propia caja lo más completa posible. Sobre todo, con el futuro incierto.
Decís futuro incierto y pienso cómo se hace para explicarles a los estudiantes que, una vez que terminan el secundario y la universidad, van a tener que formarse continuamente.
Candelaria Durruty: Si hablamos de adolescentes, no necesitamos que se los digan. Son ellos mismos los que vienen con esa ansiedad. Y uno los acompaña con las ansiedades propias, también. Quizás lo lindo es empatizar y conversar juntos. Justo participé en una conversación sobre inteligencia artificial donde eran los mismos estudiantes —tenían entre 14 y 15 años— que hablaban de la ansiedad por el futuro, pero a la vez estaban tranquilos porque decían que todos iban a estar en igualdad de condiciones, porque esto es nuevo para todos. Uno acompaña con todo el amor que trae de la docencia y responde a los interrogantes que surgen en la medida de lo posible. El docente nunca deja de aprender, y no porque siempre se debe formar, sino por el ida y vuelta que hay en el aula. Que por eso estamos ahí, ¿no?, por eso lo elegimos.
Silvana Cataldo: Coincido con todo lo que dice Candelaria. Pienso que los adultos tenemos más incertidumbres que los chicos, porque venimos de un paradigma de más certezas. Los chicos ya nacieron en un mundo que va cambiando. Nuestra responsabilidad es ayudarlos a que la caja de herramientas, como decía Candelaria, tenga las estrategias para seguir buscando después de la escuela, para que sigan haciéndose preguntas, para que puedan explorar y seleccionar críticamente. Eso es lo mejor que podemos dejarles.
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