En el marco de una jornada dedicada a la Educación en valores, se llevó a cabo un enriquecedor panel en el auditorio de Ticmas, coordinado por Agustín Grizzuti. El evento reunió a tres expertos del ámbito educativo: David Brandán, director general de la Casa María Auxiliadora de Bernal, Diego Acosta, director de nivel medio del colegio San Pedro Claver de Tigre, y Luis Arocha, director general de la Fundación Grupo Educativo María de Guadalupe en Ricardo Rojas.
Durante el panel se profundizó en la propuesta del Papa Francisco sobre el Pacto Educativo Global, que busca promover una educación integral centrada en los valores humanos, la solidaridad y la responsabilidad social. Los participantes compartieron perspectivas, experiencias y estrategias para implementar este enfoque en sus instituciones, a la vez que reflexionaron sobre el papel fundamental de la educación en la transformación de la sociedad hacia un futuro más justo y equitativo.
El pacto de Francisco
El encuentro comenzó con la propuesta de pensar el pacto educativo al que conovocó el Papa Francisco en 2019. David Brandán dijo que, mientras el Papa Benedicto XVI señalaba la “emergencia educativa”, Francisco ya hablaba de una “catástrofe educativa”. Por eso convocó a un nuevo modelo educativo, pero sorprendentemente el Papa no proporcionó un documento programático, sino que se limitó a dar los ejes sobre los cuales trabajar, con una propuesta activa que se discerniera como una metodología ascendente. En lugar de recibir instrucciones desde arriba, Francisco propuso construir un camino de resignificación y escucha. Y el primer desafío que planteó fue poner a la persona en el centro, recuperando así la dimensión evangélica del estudiante, teniendo en cuenta aspectos como la persona, la familia, las nuevas formas de entender la política y la economía, y especialmente el compromiso con la ecología.
Luis Arocha retomó estos puntos y los puso en el contexto del Colegio María de Guadalupe, de Las Tunas, General Pacheco, donde es director. La institución, que recibe diariamente a 700 estudiantes de primaria y secundaria, ya no tiene una afiliación confesional, aunque se fundó originalmente con una inspiración católica. La presencia de la Virgen María, dijo Arocha, todavía se hace sentir en todas partes. Y junto con la influencia del pacto educativo propuesto por Francisco, aparecen también las ideas de otras personas, como Juan Carlos Tedesco, que trabajaron con mucho esfuerzo para mostrar el desgaste que sufría el tejido social. La comunidad del Colegio María de Guadalupe enfrenta desafíos relacionados con la precariedad laboral de las familias, la complejidad de las viviendas, la contaminación del arroyo Las Tunas. Pero en esas circunstancias, dijo Arocha, siguen vigentes los valores y la solidaridad. “Un cura amigo decía que trabajaba en un barrio de alta solidaridad cuando le decían que era un barrio de alta vulnerabilidad”.
¿Cómo se quiebra un círculo vicioso? Diego Acosta, director de nivel medio del colegio San Pedro Claver, de Ricardo Rojas, Tigre, un barrio cercano a Las Tunas, dijo que el suyo es un colegio de segundas oportunidades. Es un colegio que intenta romper el paradigma de fracaso en el que estaban envueltas las familias y los adolescentes. “Los chicos que no tenían oportunidades en otros colegios comenzaron a concurrir al nuestro y, a partir de ahí, re-crear sus vidas”, dijo. Esa es la misión del colegio: restaurar la vida de las personas para que puedan vivirlas en plenitud. Por eso, buscan con tanto empeño ponerlos en el centro. Eso hace que puedan desarrollar su autoestima, sentirse autónomos e independientes. Acosta citó una frase del libro La tragedia educativa, de Jaim Etcheverry: Que los alumnos aprendan a hacer lo que son capaces de ser. “Esto es lo que intenta el colegio”, dijo, “que puedan brindar todas sus potencialidades, que puedan brillar, que puedan trascender, que puedan trascenderse a ellos mismos, que puedan encontrarse por sobre todas las cosas”.
Pedagogía de la esperanza
David Brandán señaló que el Papa Francisco ha dado muchos signos y gestos que muestran formas de ser. Si durante la pandemia hubo un gran desaliento, la educación debería ser precisamente el lugar que reivindique la esperanza; ese, dijo, es el desafío fundamental. Además, destacó la trascendencia y el compromiso activo como dos aspectos importantes resaltados por el Papa. Y antes de ceder la palabra destacó que en la escuela hay una clave evangelizadora adicional, que es la dimensión intergeneracional. “Soy un convencido de que está surgiendo una gran corriente evangelizadora en las escuelas con Francisco”, dijo, “y una pastoral que no parroquializa la escuela, sino que la hace escuela”.
El pacto educativo también se ocupa de la participación de las familias. Luis Arocha, de María de Guadalupe, dijo que la función de las familias es crucial para que el proceso educativo de sus hijos dé frutos. “Cada año, uno de los ejes centrales es cómo invitar a la familia a enamorarse de acompañar a su hijo”, dijo. Es un tipo de acompañamiento que va más allá de dejarlos a tiempo en la puerta con los útiles y la mochila. Es un apoyo que debe convertirlos en protagonistas. En el colegio, dijo, alcanzaron un compromiso que ronda el 90% de padres y madres, que participan activamente en reuniones y actividades. “Y relacionándolo con la pregunta anterior”, agregó, “cuando una familia que no estaba presente se hace presente, es una noticia espectacular. En la escuela, hay buenas noticias todos los días: renovar la esperanza a partir de las buenas noticias es una clave hermosa para vivir el día a día con pasión por enseñar”.
Por su parte, Diego Acosta afirmó que es fundamental establecer vínculos significativos con los chicos, más aún en un contexto de vulnerabilidad como el que se da en la escuela. “A nosotros nos parece que debemos contener a través de los contenidos, pero el contenido es una excusa”, dijo. En línea con los otros invitados, destacó el rol de las familias como primeras educadoras y la importancia de entender su apoyo, no como una obligación, sino como una satisfacción. Muchos padres de los chicos que asisten a la escuela no han completado la educación secundaria, por lo que valoran enormemente su participación en el colegio. Además, las familias colaboran en tareas como limpieza, pintura y arreglos, fomentando un sentido de pertenencia. Acosta también subrayó la importancia del vínculo afectivo: “Seguramente no recordamos quién nos enseñó dos más dos, pero sí recordamos al profesor que nos dejó una enseñanza clara. Eso es lo que buscamos. Sin vínculo no hay educación”. Esto, dijo, no implica hacer las cosas más fáciles, sino desarrollar una mirada empática hacia los chicos, siendo tolerantes, resilientes y promoviendo su autoestima.
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