Pro Mujer es una empresa social que desde hace más de treinta años trabaja en conseguir y sostener la igualdad de género. Nació en 1990 en Bolivia y desde entonces no ha parado de expandir sus operaciones. Hoy llega a 23 países de la región y tiene sedes en Argentina, México, Nicaragua y Guatemala. Con tres ejes de acción, Pro Mujer promueve la inclusión financiera, la educación y el acceso a la salud.
Actualmente, la CEO de Pro Mujer es Carmen Correa, que llegó a la organización con una gran experiencia, incluye un tiempo en la OEA, el BID, Endeavor, Fundación Avina, etc. “Eso me permitió conocer muy de cerca la realidad y las necesidades que hay en América latina”, decía Correa en el auditorio de Ticmas. Correa participó en una entrevista pública a cargo de Patricio Zunini en el marco de la jornada dedicada a las “Mujeres que están transformando la educación en América Latina”.
—Pro Mujer tiene treinta y tres años; vos llevás seis: ¿cómo fue el acompañamiento en estos últimos años?
—He visto un cambio importante en buscar y generar cada vez más alianzas para, justamente, llegar a más mujeres y a más países. Para generar un impacto mayor y atender las necesidades que van cambiando. No son las mismas necesidades de las mujeres hace treinta años de lo que son las necesidades de hoy en día. Y eso es importante: tenemos que conocer la realidad de las mujeres y qué es lo que van requiriendo.
—Cuántas historias de superación debés conocer.
—Cientos de miles. Hay que considerar que, por año, estamos llegando a más de 450.000 mujeres. Hay miles de historias que realmente lo conmueven a uno. Es lo que más disfruto. Las visitas de campo, donde se conocen esas historias de primera mano. Los logros de ellas —porque no nuestros logros, son logros de ellas— y cómo han salido adelante. Y muchas veces el impacto no es sólo en ellas, sino también en su entorno, en su familia. Se convierten en verdaderos agentes de cambio.
—¿Cómo son los tres ejes en los que se desarrolla Pro Mujer?
—El primero de los ejes es garantizar la inclusión financiera de la mujer, darle acceso al crédito. En segundo término, es importante la educación financiera para que puedan hacer un mejor uso de los fondos que les brindamos. Y tercero, y no menor, es el acceso a servicios de salud. Si no gozan de buena salud, tampoco van a poder ellas alcanzar su máximo potencial. Tenemos un camino recorrido. Hemos desembolsado más de 4.400 millones de dólares en pequeños préstamos que rondan en promedio unos 900 dólares cada uno. Hemos prestado y brindado más de diez millones en servicios de salud. Hemos impactado en la vida de más de dos millones y medio de mujeres. Esperamos llegar a más. Para eso necesitamos trabajar de forma coordinada con otras organizaciones que también crean en los valores y en el poder de cambio que tienen las mujeres.
—¿Cómo es el paradigma que desarrollan en educación?
—Ha ido cambiando y también hemos roto varios otros. Trabajamos en ajustar nuestros programas a, como decía, las nuevas necesidades. Buscamos innovar de forma permanente. La educación para nosotros es clave. No sólo la educación financiera, que muchas veces es muy magra; es una educación a la que las mujeres acceden poco. Tratamos de enfocarnos en esa educación, que les permite hacer mejor uso de esos recursos que generan. Pero también nos enfocamos mucho en la educación digital. Hoy por hoy, hay una necesidad de hacer un mejor uso de las herramientas digitales a las que accedemos desde el teléfono. Las redes sociales, que muchas veces usamos con un fin social, también pueden ser usadas para desarrollar un negocio y llegar a un mercado. También hacemos foco en lo que hace a la educación emprendedora. Con plataformas como “Emprende Pro Mujer” podemos acercarles distintos recursos y redes de contención, y mentorías. Constantemente tratamos de entender cuáles son las necesidades y desarrollar un mejor servicio, un producto acorde.
—¿Cómo se acerca una mujer a Pro Mujer?
—A través de nuestros espacios físicos: tenemos más de 70 centros en toda la región; nueve están aquí en Argentina. Puntualmente tenemos una base muy fuerte en Salta, Jujuy, Tucumán. También hay dos oficinas en Liniers y en Lomas de Zamora. Y además de las oficinas físicas, tenemos la web promujer.org. Y las plataformas como “Emprende Pro Mujer”. Todos esos recursos se brindan para las mujeres que necesitan aprender.
—Ustedes le cobran un fee a las mujeres, que es una cuota baja. ¿Por qué?
—Principalmente, muchas mujeres se acercan para acceder a un préstamo. Ese préstamo tiene un interés, que básicamente cubre nuestros costos de financiamiento. ¿Cómo se financia Pro Mujer? Toma financiamiento para poder otorgar financiamiento. Por ese financiamiento, nosotros también tenemos que pagar una tasa de interés y esa tasa se traslada a las mujeres. De esa manera podemos sustentar la operación y continuar apoyando a otras mujeres —o a las mismas— con nuevos créditos. Por eso nos definimos como empresa social, porque es un modelo que se sostiene por sí mismo. Se sustenta.
—Si tuvieses que definir una suerte de perfil de la mujer que llega a Pro Mujer, ¿te animarías a hacerlo?
—Son mujeres de bajos recursos. Muchas veces no tienen las oportunidades para desarrollarse y emprender. Muchas veces no han tenido más que educación primaria; algunas, educación secundaria. Obviamente quieren salir adelante y tienen el deseo de progresar, de avanzar, de generar un ingreso que les permita hacer un cambio en sus vidas y lograr que sus hijos estudien. Entonces, es el perfil de una mujer con ganas pero que no ha tenido oportunidades para salir adelante.
—¿Qué le dirías a una mujer que todavía no se anima a entrar en Pro Mujer?
—Que nos conozca. Que entre a nuestra página web y nuestras redes sociales. Va a conocer historias, va a conocer nuestros programas, va a tener la oportunidad de ver el impacto que ella misma puede lograr.
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