América Latina genera apenas el 1,6% de las patentes a nivel mundial, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), de 2021. De las 3,4 millones de patentes solicitadas ese año, solo 54.800 tenían origen latinoamericano, de las cuales 3.669 correspondían a Argentina. En tiempos de la “economía del conocimiento”, los especialistas advierten que es necesario generar condiciones para potenciar la innovación en la región. Ese es el objetivo principal de Trampoline, la plataforma digital que acaba de presentarse en Buenos Aires, y que busca conectar las innovaciones generadas por las universidades de América Latina con la demanda de las empresas.
La cantidad de patentes es un indicador de cuán “innovador” es un país, al asociarse generalmente con los niveles de inversión en investigación y desarrollo (I+D) y con la fluidez de los vínculos entre el mundo académico y el ámbito empresarial. En América Latina queda un largo camino por recorrer en este sentido, con Brasil como líder: solicitó 24.232 patentes en 2021 (casi la mitad del total latinoamericano).
Fundada el año pasado en Argentina, Trampoline se presenta como el “Amazon de la propiedad intelectual”: el primer marketplace de innovación y propiedad intelectual del país y de la región. “La plataforma les brinda a las universidades un espacio para ofrecer sus innovaciones, y a la vez les permite a las empresas de todo el mundo conocer y adquirir los desarrollos de las universidades. Se trata de hacer el match entre la oferta y la demanda de innovación, y de generar un entorno seguro para que las dos partes puedan negociar”, explicó a Infobae Ginés Perea, fundador de la plataforma.
De esta manera, uno de los objetivos es aportar a “la internacionalización de las capacidades de las universidades latinoamericanas, potenciando la exportación de conocimiento”, dijo Perea. Y agregó: “En América Latina hay talento, innovación e infraestructura, y es más barato que otros lugares del mundo, así que tenemos una ventaja competitiva muy grande”.
La plataforma apunta a la vinculación entre empresas, gobiernos, universidades y otros actores que producen conocimiento potencialmente aplicable, “contribuyendo con los ecosistemas locales de innovación para colaborar en su conexión con los mercados regionales y globales”. Trampoline no tiene ningún costo de membresía, sino que, en caso de que se concrete un acuerdo entre una universidad y una empresa o un gobierno, la plataforma cobra una comisión del 5%. Esa comisión no se aplica en los casos de iniciativas con impacto social, aclaró Perea.
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Hasta ahora, firmaron convenios con más de 50 instituciones de educación superior, entre ellas el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), la UTN Buenos Aires, Universidad Nacional de Cuyo y Universidad Nacional del Litoral. En América Latina, también tienen convenios con la UNAM y la Universidad Panamericana (México), Universidad Tecnológica de Pereira (Colombia) y Universidad La Salle (México y Brasil), entre otras.
Los convenios no requieren exclusividad, explicó Perea. Y agregó: “Si una empresa está buscando, por ejemplo, desarrollos vinculados con energías renovables y no encuentra lo que busca en la plataforma, puede montar un challenge, un desafío con un premio. O contactar a un equipo que tenga un desarrollo similar, y ver si lo pueden adaptar a sus necesidades”.
La iniciativa cuenta con el mentoreo de la Universidad Hebrea de Israel, uno de los países con mayor generación de patentes a nivel mundial. “Hoy vemos que algunas universidades de Latinoamérica tienen sus oficinas de transferencia tecnológica, que en algunos casos funcionan muy bien, pero en otros son inexistentes. En Israel, en cambio, una universidad mediana como la Universidad Hebrea de Jerusalén vende propiedad intelectual e innovación por 200 millones de dólares al año”, comparó Perea.
Marco Alemán, subdirector de Propiedad Intelectual y Ecosistemas de Innovación de la OMPI, destacó la importancia de este tipo de iniciativas “en el fortalecimiento y desarrollo de los ecosistemas de innovación, muy particularmente en América Latina”. También remarcó que “la propiedad intelectual fomenta la transferencia de tecnología y promueve una mayor colaboración entre diferentes actores, como aquellos que producen la tecnología y aquellos que tienen la capacidad para explotarla. De esta manera, contribuye a fortalecer la competitividad de las economías de la región, generando empleo de calidad y aportando al crecimiento sostenible”.
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