En el marco del ciclo organizado por Ticmas y la Universidad de San Andrés en la Feria del Libro, Joan Cwaik, destacado divulgador, empresario, conferencista y docente en UdeSA, participó en una entrevista pública. Cwaik es reconocido por ser autor de los libros 7R: Las siete revoluciones tecnológicas que transformarán nuestra vida y El Dilema Humano: Del Homo Sapiens al Homo Tech. Su obra fue muy elogiada por la capacidad para explorar y analizar los cambios tecnológicos que impactan en nuestra sociedad.
Con un curriculum que sorprende por sus logros y su juventud, Cwaik fue reconocido como uno de los emprendedores más influyentes e innovadores de Argentina. En 2018, tuvo el honor de formar parte de la delegación de oradores de la Alianza de Jóvenes Empresarios del G20, donde compartió sus ideas y perspectivas sobre el futuro tecnológico. Su capacidad para comunicar ideas complejas de forma clara y concisa lo convierte en una figura relevante en el ámbito de la divulgación tecnológica.
El encuentro en el que participó Cwaik llevó como título: “Tecnologías emergentes: la convergencia de eventos que está cambiando el mundo”.
—¿Por qué hay que pensar en un “ecosistema de tecnologías”?
—Cada vez más nos damos cuenta de que los ecosistemas de tecnologías convergen y tienen implicancias directas en nuestra vida. Si en el 2022, los grandes debates eran sobre el metaverso, los tokens no fungibles o las criptomonedas, en 2023 pareciera que el gran debate es sobre la inteligencia artificial, la posverdad, el debate educativo, el de la reconversión laboral; también el geopolítico, porque hay una geopolítica de las plataformas y la tecnología. Es un momento interesante para profundizar sobre todo esto y entender sus implicancias.
—¿Qué alcance tiene la “cuarta revolución industrial”?
—Tenemos más tecnología que la que podemos adoptar, más tecnología que la que podemos asimilar, más tecnología que la que podemos adquirir e impactar en nuestra vida personal y profesional. La primera conclusión es que tenemos una adaptabilidad que va muy por detrás de las tecnologías disponibles. En segundo lugar, volvamos a los temas de los debates: las implicancias en materia de privacidad, de seguridad de los datos, de regulación también. Hay una disparidad entre la evolución exponencial de las tecnologías emergentes y una humanidad que avanza a ritmos lineales. La carrera que hoy vemos con la inteligencia artificial es similar a la carrera por la conquista espacial de la década del 60 entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. En la punta del iceberg está ChatGPT, Midjourney, Bard, las cripto más avanzadas, etc. Y lo que está abajo son los cambios que producen en nosotros.
—¿Ya usaste Bard, la inteligencia artificial de Google?
—Lo hice por primera vez hace algunas semanas. Por ahora está en inglés, japonés y coreano. Google dijo que en los próximos días va a lanzar más idiomas. Las implicancias de la inteligencia artificial son, por un lado, preocupantes, y, por otro, muy apasionantes. En mis conferencias suelo decir que ante cualquier momento de implementación tecnológica surgen miedos y oportunidades. Hoy estamos viendo estos debates.
—Decís miedos y oportunidades, y pienso en las categorías de Umberto Eco: entre apocalípticos e Integrados, ¿dónde te parás?
—Estamos viviendo una etapa de plena fascinación y de plena resistencia. El análisis de los apocalípticos y los integrados no tiene que ser tan lineal. Hace unas semanas se publicó la famosa carta de Elon Musk, Steve Wozniak, Bill Gates, etc., pidiendo detener el desarrollo de la inteligencia artificial. Y en paralelo Elon Musk está formando una compañía de inteligencia artificial contratando cientos de recursos. Entonces el análisis no es tan lineal. ¿Dónde me paro yo? En una postura crítica. Creo que los extremos no son buenos. Yo soy un fiel defensor de que las habilidades humanas son y seguirán siendo irreemplazables. Hoy en día los grandes desafíos son la contextualización y la codificación. Hace unos días salió una versión viral de “Cable a tierra”, simulada por una IA como si la cantara Charly García, y la inteligencia artificial hoy no puede hacer un Charly García porque no tiene empatía, no tiene sensibilidad ni contextualización.
—¿Qué significa el concepto de singularidad tecnológica?
—La singularidad tecnológica es un concepto impulsado por Ray Kurzweil, que fue uno de los ingenieros detrás del desarrollo del motor de búsqueda de Google. Es uno de los futuristas más respetados a nivel mundial, y es fundador y director de Singularity University. Kurzweil introduce el concepto en su libro Singularity is Near (“la singularidad está cerca”), que habla del punto en donde la inteligencia de las máquinas pueda superar la inteligencia cognitiva humana. En otras palabras, que las máquinas puedan tener mayor inteligencia —aunque habría que definir qué es la inteligencia— que el humano. ¿Qué va a pasar en ese momento? ¿Vamos a ser transhumanistas? Somos una generación que tiene una relación imposible de disociar con la tecnología en mayor o menor medida, y esto forma un poco parte de las reglas del mundo hoy en día.
—Hoy se está dice que la tecnología está reconfigurando las relaciones en todo nivel. Uno de los temas más complejos está en el mundo del trabajo.
—La reconversión laboral es un debate en sí mismo, y yo me atrevo a decir que es el que más miedos involucra. En las próximas décadas, el trabajo intelectual va a valer mucho más que el trabajo manual. Eso es una realidad. Las tareas más reiterativas, más operativas, más manuales, más tediosas tienen una tasa de automatización mayor a las denominadas habilidades blandas.
—Una pregunta que tiene que ver con las derivas de lo que hablamos es la cuestión ética sobre la tecnología.
—La tecnología está hecha por humanos y los humanos somos complejos. La inteligencia artificial está llena de sesgos porque está diseñada por humanos. Pero es una herramienta, ¿no? Es como un ladrillo, que puede usarse para golpear a una persona o para construir una casa. En la década del 90, muchos detractores de internet decían que iba a servir para redes de trata y narcotráfico. Existe, pero es un porcentaje muy menor respecto de las posibilidades de esa herramienta. Tenemos que ser conscientes de la enorme responsabilidad que tenemos como humanos. Por eso creo que el dilema de fondo no es un dilema técnico. La tecnología va a desafiarnos en forma permanente. Tenemos que tomar una postura como responsables y partícipes de la revolución digital y tecnológica.
—¿Plantear regulaciones?
—Creo que los marcos regulatorios en materia de tecnologías exponenciales son necesarios. Debe haber una combinación entre el sector público y el sector privado en materia de regulación. Y mucha responsabilidad individual. En mis charlas suelo citar a Peter Parker: “Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Somos una humanidad empoderada por la tecnología. Tenemos que ser responsables de lo que ese poder trae aparejado. El mundo de hoy no es lineal. Evolucionamos de una forma muy dinámica, y hay cosas en las que es necesario seguir aprendiendo y capacitarnos. Ser protagonistas del cambio: más allá del cliché, creo que es el camino para agregar valor en el mundo.
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