“El impacto social de la educación: perspectivas y desafíos”. Ese fue el título del diálogo que se dio entre Eliana Camargo y Jeannette Arriola Sánchez en el marco del 3° Seminario de Innovación Educativa que Ticmas organizó en la Feria del Libro. Camargo, colombiana, es ingeniera industrial y CEO de Más por Tic. Arriola Sánchez, mexicana, es la fundadora y presidenta ejecutiva de la Fundación Pro México Indígena.
La charla estuvo moderada por Teté Coustarot, que comenzó señalando las dificultades que debió afrontar Jeannette Arriola Sánchez para llegar a Buenos Aires, con la postergación de su vuelo por el volcán Popocatépetl. “El volcán está enojado”, dijo Arriola, “y yo creo que tiene muchas razones para estar enojado”. En esa respuesta anticipó cierto compromiso con el ambiente, que su compañera de diálogo también retomó.
Eliana Camargo señaló que desde la empresa social Más por Tic buscan “equilibrar la cancha entre esas oportunidades en la zona rural y la zona urbana” con la adopción de la tecnología a través de campamentos para jóvenes y el acompañamiento en sesiones con agricultores. “Pero”, aclaró, “nuestra raíz de la adopción de tecnología no radica en los aparatos electrónicos sino realmente en las personas. Nosotros entendemos la tecnología como eso con lo que ya el hombre nació con eso. Somos creadores de tecnología desde que tenemos todas las herramientas para solucionar nuestras propias necesidades. Nuestra labor es encontrar y empoderar jóvenes y agricultores como creadores de tecnología, son innovadores y en Latinoamérica”.
Camargo continuó con la contextualización de su tarea: “el 85% de los agricultores colombianos no accedan recursos tecnológicos ni recursos educativos”. Dijo. Y, pese a que se ha incrementado la infraestructura de telecomunicaciones —como colocar antenas en lugares donde por el conflicto armado no se podía—, el reto es hacer que las personas hagan uso de ellas. “No es obligar a que alguien use el celular o un computador”, dijo, “sino entender cómo adaptar una tecnología que le dé solución a una necesidad específica”.
Frente a estos límites y resistencias, Coustarot les preguntó cómo eran el vínculo con los niños y las niñas, que son grandes promotores del cambio. “Ese es un descubrimiento muy interesante”, siguió Camargo, “porque desde que comenzamos a generar procesos de adopción digital y empezamos a encontrarnos con familias en talleres y encontramos que, como los jóvenes están desplazándose a las ciudades porque efectivamente no tienen las mejores oportunidades, enfocamos un programa únicamente para jóvenes de 13 a 18 años para escuelas y colegios rurales”. Son ellos, dijo Camargo, los que pueden hacer el cambio. Entonces les ofrecen campamentos que se enfocan mucho en desarrollar una mente emprendedora.
Por su parte, Jeannette Arriola dijo que lleva casi treinta años participando en la vida de las comunidades indígenas. “No tengo la suerte de ser indígena, pero mi alma sí lo es”, dijo. “Me tocó ver vidas de extrema pobreza, con niños que se duermen llorando de hambre. Imagínate ser la madre de ese niño. Y al enfrentar esa situación, no pude hacer otra cosa más que trabajar por ello. De alguna manera, también tuve un sueño en donde me estaban invitando desde el Cielo, y siempre he confiado en que yo pongo mi grano de arena y lo demás vendrá”. Ante la pobreza que la rodeaba, Arriola dijo que descubrió la riqueza de la cultura de los pueblos indígenas y su fuerza de espíritu. “Tenemos un problema común en la América indígena”, dijo, “pero también tenemos una solución común”.
Por un momento, quizá conmovida por el entusiasmo de Jeannette Arriola, Tete Coustarot abandonó su rol de moderadora y contó una historia personal: “Yo soy de la Patagonia”, dijo, y continuó: “Iba a un colegio religioso y durante el verano íbamos a compartir la vida con algunas poblaciones indígenas en Picún Leufún, en Limay Centro. Pensábamos, con mucha soberbia, que íbamos a ir a enseñarles algo, y cuando empezamos a estar durante más de un mes conviviendo, nos dimos cuenta que todo lo que creíamos que era la fórmula mágica de vida no lo era. Había que escucharlos a ellos y ellos nos escuchaban a nosotros. Y también me di cuenta de cómo tapamos toda la sabiduría que tenían”.
La Fundación Pro México Indígena trabaja para que resurja la grandeza de los pueblos, señaló Arriola. “Si un joven, si una niña quiere llegar a ser pianista, pues que no lo detenga nada”, dijo, “y si quiere llegar a ser astronauta, pues que vaya a la luna. Que no lo limite el haber nacido indígena”. Eliana Camargo subrayó la idea de trabajar con y no sobre la comunidad: “Una de las reglas es que nadie tiene la verdad revelada”, dijo, y continuó: “yo sé que a cada persona que conecta con las comunidades le va a cambiar la vida porque uno no está evangelizando, sino permitiéndose fluir en un intercambio de experiencias”.
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