“Vivimos en escenarios atravesados por brechas educativas inmensas. Todos los días desde los medios de comunicación discutimos una y otra vez, a veces con la sensación de falta de rumbo. Por eso celebro ver a gente que sabe tratando de encontrarle la vuelta, de encontrar un punto de convergencia para que la educación sea una herramienta de transformación social”. Así comenzó el periodista Gonzálo Sánchez el panel “La educación como pilar de la transformación social”, que se realizó en el 3° Seminario de Innovación Educativa que Ticmas organizó en la Feria del Libro de Buenos Aires.
En el encuentro participaron tres referentes de Teach for All, que es una organización que llega a más de 60 países y tiene por objeto crear un movimiento que promueva un cambio en las aulas y en el sistema educativo, haciendo que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades. En el panel estuvieron presentes Juan Manuel González, de Enseña por México, Ana Medina, de Enseña por Colombia, y Verónica Cipriota, de Enseña por Argentina.
El primero en tomar la palabra fue González, que señaló como una creencia común de todos los “Enseña”, no solo de los tres que conformaban el panel, en el liderazgo colectivo, de manera que toda la comunidad —padres y madres, docentes, directivos, cualquier persona que tenga injerencia— se involucre en la educación de nuestras niñas y niños. “¿Cómo lo hacemos? Buscamos a profesionistas egresados de cualquier carrera y cualquier profesión con un fuerte compromiso social para que se sumen a un programa de tiempo completo durante dos años. A ellos se los asigna a una comunidad en donde haya necesidades como parte del grupo docente de una escuela pública, que va a buscar transformar la comunidad”.
Ana Medina hablaba de la necesidad de profesionalizar la tarea docente. “En nuestros países pasa mucho que el que no consiguió trabajo en un banco, en una consultora, en otros lugares, se vuelve profesor”, decía. La propuesta de los “Enseña” es lograr que la trayectoria educativa de los docentes no sea por descarte sino como primera elección: que se elija por el deseo y la vocación de “construir el país desde la educación”. “Trabajamos de manera local poniéndonos a disposición como una herramienta para el desarrollo”, completaba Cipriota, “pero realmente la transformación educativa la va a liderar la propia comunidad”.
Un trabajo en comunidad
“¿Cómo llegan todas estas buenas intenciones a un alumno sentado en su pupitre?”, preguntó Sánchez. “Nosotros tenemos docentes dentro de la escuela”, decía Cipriota. “Formamos alianzas con los directores. Generamos puentes con los gobiernos provinciales para dar capacitación docente a nivel provincial. Formamos parte de esas comunidades educativas”.
Para ejemplificar la situación, Ana Medina contó una situación que se dio en una escuela colombiana, en la isla de Barú, una zona de ruralidad de costa, que es una situación muy particular y donde se dan fuertes brechas de género. En esa escuela, cuando las niñas tenían su menstruación dejaban de ir al colegio porque no era culturalmente aceptable. “La profesora de Enseña por Colombia identificó que esto era una brecha real para el aprendizaje de las niñas y empezó un proyecto de educación sexual y reproductiva no solo para las niñas sino para la comunidad”, señaló Medina. Eventualmente, el proyecto se volvió un movimiento social que se llamó Baruleras Poderosas y hoy, junto con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, educan en temas de salud sexual.
Además, en México, destacó Juan Manuel González, ahora existe un programa que se inspiró en las Baruleras y se llama Las Juanas. “Lo que hacemos es que los líderes aprendan unos de otros y logren amplificar y compartir sus ideas para lograr el impacto que queremos ver en las comunidades”. Después de la pandemia, una de las claves de trabajo fue el recupero de los aprendizajes. En seis meses, dijo González, “logramos que el 74% de nuestros estudiantes tuviera mejoras significativas en sus aprendizajes y algunos estudiantes lograron mejorar 49 puntos sobre 100 de cómo habían empezado a trabajar con nosotros”. ¿Cómo lo hicieron? Identificando cómo apoyar a los estudiantes, despertando el liderazgo que tiene el propio estudiante para aprender por su propia cuenta.
La educación, la clave del progreso
“Mi mamá no sabe leer ni escribir, mi papá nunca tuvo una educación formal”, dijo González, que continuó: “llegar a una organización que cree en el poder de los líderes, de profesionistas, de todas las carreras para cambiar la educación, es algo increíble y se ve reflejado en el día a día”. La historia de González es la historia de muchos habitantes de la región. Gonzálo Sánchez recordó que él, hijo de una docente, encontró a la escuela como el camino —el ascensor social, dijo en una metáfora muy hermosa— para progresar, pero que ahora “eso se hizo un poco trizas”. Entonces les preguntó a los invitados si había solución a la situación de desequilibrio actual. “¡Sí, por supuesto!”, dijo Cipriota, y siguió: “El que no cree que las cosas pueden mejorar, que no se dedique a la educación. La educación es construir algo que va a ser mejor mañana de lo que es hoy”.
Para Medina, una de las claves está en la formación docente: “Necesitamos desarrollar principalmente el liderazgo de nuestros docentes. Es un liderazgo en términos de habilidades, en su capacidad de ser propositivos y proactivos. Que los profes pasen de señalar ‘Es culpa del ministerio, es culpa del rector, es culpa de los papás, es culpa de los estudiantes’ a preguntarse ‘qué puedo hacer y qué necesito hacer en mi salón de clases para que mis estudiantes aprendan’. Los docentes tenemos un poder de agencia enorme y tenemos la responsabilidad de no perder de vista el enorme talento que existe en cada uno de nuestros estudiantes”.
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