Silvia Andreoli es directora general del CITEP, el Centro de Innovación en Tecnología y Pedagogía de la Universidad de Buenos Aires, en donde trabaja desde hace tres años; desde febrero de 2020. Un mes antes de que no pasara nada en el mundo. El Centro lleva, además, muchos años de trabajo, en pos de que los docentes incorporen e integren las tecnologías digitales en las propuestas de enseñanza.
Andreoli visitó el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro y habló de cómo se da la relación entre la inteligencia artificial y la educación superior. “Previo a la pandemia veníamos indagando en tecnologías que nosotros definíamos como emergentes, tecnologías que no habían penetrado en el sistema educativo y ya en 2019 tomamos contacto con el tema de inteligencia artificial”, dijo.
Uno de los motivos de la existencia del CITEP es que la UBA es muy grande y puede ocurrir que el desarrollo de las investigaciones que se están llevando adelante en un campo de conocimiento o en un determinado departamento no sean conocidos por otros. El caso de la inteligencia artificial, por ejemplo, tiene que ver con la pedagogía, que no necesariamente mantiene un diálogo natural con la ingeniería en sistemas, por ejemplo. Lo que se hace en el Centro es contactar y establecer una red a partir de la identificación de los investigadores.
“Los primeros que se acercaron a dialogar y a establecer un diálogo con los docentes y con nuestro equipo eran de la Facultad de Ingeniería”, decía, “fueron de la Facultad de Ciencias Exactas, donde la tecnología de Inteligencia Artificial tiene un desarrollo de entre 30 y 50 años”.
—El CITEP tiene un laboratorio de inteligencia artificial para docentes. ¿En qué se basa?
—Uno de las primeros ejes con los que trabajamos tuvo que ver con reconocer cuáles eran esas representaciones que se dan en torno a la inteligencia artificial. De alguna manera, a cualquier persona no involucrada en el tema, le decís “inteligencia artificial” y tiene alguna representación. Ya sea por la ciencia ficción, por haber leído libros y novelas, por series, que instalan una representación de lo que significa. En esas representaciones o la tecnología viene a dominar al humano y lo viene a controlar…
—Yuval Harari hace dos semanas, por ejemplo.
—Exactamente, Yuval Harari está diciendo eso. También en la Feria del Libro, va a estar Éric Sadin, que aborda de manera crítica esta postura. Hay dos representaciones: o nos va a dominar o nos va a venir a salvar.
—Hay estudios que muestran cómo el ejercicio memorístico ha caído desde que usamos Google. La inteligencia artificial, ¿va a ir en detrimento de alguna de esas habilidades?
—Es muy interesante la pregunta, porque nosotros estamos empezando una investigación que tiene que ver con reconocer el tiempo de lo humano y, dentro de eso, hablamos de un tiempo expandido que habilita la posibilidad de tener otras capacidades en interacción con el sistema. El chatGPT es un desafío importante para la educación, pero lo interesante es que el hombre, desde que habita este planeta, ha utilizado tecnologías de distinto tipo para delegar en esas tecnologías capacidades cognitivas propias. Por ejemplo, cuando utilizamos un lápiz y un papel para escribir qué comprar en el supermercado. Delegamos en una tecnología externa esa capacidad de memoria. Hablamos de cogniciones distribuidas y a lo largo de la historia de la humanidad esto ha ocurrido de manera permanente. Obviamente la digitalización produce una aceleración. Los investigadores dicen que no podemos acomodarnos a lo que implica la interacción con estas tecnologías.
—La pregunta que se impone es el uso del ChatGPT en el aula. Yo conozco algunos casos en que usarlo, si no es una transgresión, pierde el interés.
—Yo creo que estamos en un momento en el que no son solo los estudiantes, sino los docentes tenemos que pensar en esa interacción para generar ideas distintas, para pensar las clases. No son solamente los estudiantes los que van a utilizar atajos. Escuchaba la semana pasada una conferencia en un video que le hicieron a Chomsky, y él decía que ningún estudiante que se apasiona por un tema tomaría un atajo para aprenderlo. Lo que estamos viendo en la interacción con el ChatGPT es la posibilidad de expandir las ideas. Es interesante porque el ChatGPT se instala como una interfaz muy sencilla, minimalista…
—Como Google, como un buscador.
—Claro. Pero a medida que lo vas usando, te das cuenta de las habilidades que se requieren para interactuar con el ChatGPT, y que los resultados puede que sean interesantes, desafiantes, implican un proceso iterativo de repreguntar, de volver a pensar, y estas son habilidades cognitivas absolutamente interesantes para desarrollar tanto con los estudiantes como con nosotros los adultos, ¿no?
—Bueno, la carrera de los ingenieros en prompt —quienes les dan órdenes a la inteligencia artificial— hoy es una de las mejor pagas.
— Se instala como una novedad. Vamos a ver cómo evoluciona. Todo el tiempo se instalan noticias de los avances, de las cosas que cambian. Y hoy leemos que quienes utilizan esos prompts de manera profunda, logran resultados muy diferentes.
—Pero un estudiante de ingeniería o de análisis de sistemas, trabaja en el código. Pero el que escribe el prompt no trabaja en el código.
—Es una tecnología que se instala como conversacional. Nos da la familiaridad de parece que estamos dialogando con un otro humano. Pero no lo es; está recogiendo datos. Ese es uno de los desafíos de este siglo, con tecnologías que están evolucionando a la par que evolucionamos nosotros en esa interacción. Los desarrolladores de ChatGPT anunciaron esta semana que podés elegir si querés que tu interacción con el ChatGPT se guarde para formar parte de ese aprendizaje. Yo creo que la postura más crítica tiene que ver con una tecnología que siempre tiene una respuesta. Vos me podés hacer una pregunta y yo puedo pensarla, ver por dónde voy, qué destaco de lo que quiero responder, pero si se la haces al ChatGPT, no tarda. Enseguida empieza a escribir. Siempre tiene una respuesta disponible a cualquier pregunta que le hagamos y esto, según las posturas más críticas, inhabilitaría nuestra capacidad de tomas de decisiones.
—¿Instala un modo de pensar?
—Los que venimos de Pedagogía, sabemos que el error es una parte fundamental del aprendizaje. Muchas veces en nuestra historia como estudiantes hemos aprendido gracias a vernos equivocado. ¿Qué pasa en este momento cuando no seamos capaces de equivocarnos porque siempre vamos a tener algo que nos asiste, algo que nos va a decir qué hacer? Las posturas más críticas dicen que va coaccionando nuestra libertad de toma de decisiones. ¿Qué va a pasar con nuestra manera de pensar sobre todo cuando estas tecnologías están cargadas con un corpus que no sabemos que contiene, con información creada por los humanos, con un sesgo cultural
—Pero ¿cómo impacta en el docente? ¿Cómo va a cambiar la forma de dar clase y cómo va a cambiar la forma de interpretar lo que es aprendizaje?
—Eso está todavía en su etapa inicial. Es un desafío que queremos investigar con los docentes. Nosotros hacemos un ciclo de formación, y el primer curso —que empezó ayer— es sobre el uso del ChatGPT para pensar la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación. Sin dudas va a ir cambiando. Recordemos que en el comienzo, el uso de Wikipedia era banalizado porque cómo íbamos a confiar en una enciclopedia escrita colectivamente por humanos. Y ahora nos preguntamos cómo vamos a confiar en una enciclopedia escrita por la inteligencia artificial. De hecho, hasta Wikipedia utiliza algunos motores de inteligencia artificial para detectar algunos errores.
—Hablamos de tecnología y pedagogía, pero quería tomar la otra palabra del Centro: innovación, que siempre es tan escurridiza. ¿Cómo hacen para estar al día de la innovación?
—En el equipo de CITEP contamos con perfiles interdisciplinarios, pedagogos, licenciados en comunicación, imagen y sonido. Estos perfiles pueden dar una mirada integral de cada tecnología. Pero es interesante tu pregunta porque es algo que nos preguntamos adentro al interior del equipo. La Universidad de Buenos Aires tiene un programa que se llama UBATIC, que da subsidios con fondos concursables a equipos de docentes que quieren presentar un proyecto con Tecnología. La primera convocatoria fue en el 2012 y una de las líneas de financiamiento de entonces era campus virtuales y aulas virtuales. Hoy no daríamos financiamiento a un docente que diga yo quiero armar un aula virtual. Por lo tanto, cada dos años se abre una nueva convocatoria y pensamos cuáles son las líneas que van a recibir financiamiento tratando de expandir los límites de lo posible
—¿Qué proyectos reciben el financiamiento?
—Aquellos proyectos de enseñanza —no de desarrollos— con inteligencia artificial, realidad virtual, realidad aumentada, videos 360.
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