Bryan Goodwin, CEO de McREL International —una organización estadounidense sin fines de lucro dedicada a la investigación y el desarrollo educativo— compartió un artículo en ASCD dedicado a la importancia del pensamiento crítico en la educación. Según Goodwin, es necesario ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades de pensamiento crítico específicas, en lugar de esperar a que los desarrollen de forma natural.
Es importante enseñar directamente habilidades de pensamiento crítico a través de modelos mentales bien diseñados, que les permitan a los estudiantes categorizar y resolver problemas de forma eficaz, a la vez que reflexionar sobre la validez de sus respuestas. El artículo de Goodwin se basa en un estudio comparativo que mostró que aquellos estudiantes universitarios con instrucción directa en pensamiento crítico superaron a los que solo tuvieron exposición incidental al mismo.
A partir de esta investigación, Goodwin señala tres estrategias para apoyar el pensamiento crítico:
1. Resolución estructurada de problemas: implica guiar a los estudiantes a través de un proceso paso a paso para resolver problemas complejos de la vida real, utilizando estrategias apropiadas para resolverlos y revisando sus soluciones para asegurarse de que sean precisas y coherentes.
2. Escritura cognitiva: la propuesta es involucrar a los estudiantes en tareas de escritura a través de las que respondan a indicaciones de pensamiento de alto nivel sobre el aprendizaje previo. También se les proporciona instrucción directa en habilidades de pensamiento crítico, como la reflexión sobre conocimientos previos, la identificación de ideas principales y la autoevaluación del progreso.
3. Investigaciones guiadas: esta estrategia busca involucrar a los estudiantes en una combinación de aprendizaje dirigido por el maestro y autodirigido por el estudiante. Los estudiantes leen textos de alto interés, realizan experimentos e investigaciones para probar hipótesis y suposiciones, recolectan datos y obtienen evidencia a través de la observación y la lectura detalladas, y usan evidencia para respaldar hallazgos y conclusiones. Los maestros proporcionan preguntas que incitan a los estudiantes a pensar sobre su aprendizaje y les dan mini conferencias para explicar conceptos clave y desarrollar conocimiento de vocabulario.
Goodwin destaca que para enseñar el pensamiento crítico no se requieren cambios drásticos en el enfoque pedagógico. Es posible integrarlo a las lecciones diarias, permitiendo que los estudiantes investiguen temas relevantes, resuelvan problemas reales y expresen sus ideas por escrito. Estas prácticas de enseñanza no solo mejoran el aprendizaje, sino que también hacen que el proceso sea más interesante y entretenido tanto para los estudiantes como para los docentes.
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