La escuela sigue siendo la esperanza de un futuro mejor para los sectores más vulnerables. Nueve de cada diez familias que viven en barrios populares, habitualmente llamados villas, creen que las posibilidades de que sus hijos consigan un empleo aumentan si logran terminar el colegio secundario. Más aún, consideran importante que puedan recibir formación en oficios durante su trayectoria escolar.
Los datos surgen de un nuevo informe que hicieron en conjunto el Observatorio de Argentinos por la Educación y la Secretaría de Integración Socio Urbana del Ministerio de Desarrollo de la Nación. El estudio se basa en una encuesta de alcance nacional a una muestra de 540 familias de barrios populares con hijos en la escuela primaria y secundaria.
Los resultados muestran que la escuela, pese a sus dificultades, aún representa la ilusión de progreso para los hogares más pobres. Sin importar si sus hijos cursan en primaria o secundaria, terminar la educación obligatoria se vincula con mejores oportunidades de obtener un trabajo.
La encuesta también preguntó por herramientas que la escuela debería brindarle a los chicos. La mayoría de los padres mencionó la enseñanza de oficios, computación, idiomas y actividades vinculadas con el mundo del trabajo entre las principales demandas. La Educación Sexual Integral, el arte y el deporte también son mencionados en los reportes.
“Los sectores populares mantienen la fe en el valor de las titulaciones para que sus hijos tengan acceso al mercado de trabajo. Supongo que dan por sentado que la escuela les proporcionará los recursos básicos de la cultura como la lectoescritura y las matemáticas. Son esperanzas y expectativas totalmente razonables y fundamentadas en un sentido común. Hoy los vínculos entre estos dos términos son más complejos y requieren cambios en los dos términos de la ecuación”, señaló Guillermina Tiramonti, investigadora de FLACSO.
La académica hace referencia a los problemas de aprendizaje que refleja cada una de las pruebas estandarizadas tanto a nivel nacional como internacional. Justamente las dificultades sobresalen en los chicos de familias de bajo nivel socioeconómico: les cuesta adquirir cuestiones elementales como la interpretación de textos y la resolución de problemas matemáticos sencillos.
La mitad de los padres considera que la escuela de sus hijos está en buenas condiciones. Tan solo un 13% cuestiona duramente la infraestructura escolar. Las refacciones necesarias más mencionadas son la calefacción (40%) y los baños (39%). Otros reclamos frecuentes son la necesidad de más aulas, espacios de recreación, mayor mantenimiento y seguridad. En relación con la conectividad, casi 7 de cada 10 familias (68%) informan que las escuelas de sus hijos tienen conexión a internet.
La principal razón para elegir una escuela es la cercanía y no tanto las buenas referencias que puedan tener de otras familias. La mayoría de los estudiantes solo recibe una comida liviana en la escuela (desayuno o merienda). En primaria, solo el 10,4% de los chicos que van 4 horas o menos reciben almuerzo, mientras que ese porcentaje aumenta a 62,1% en el caso de los que asisten a jornada extendida o completa.
“Hay que pensar la educación de forma integral. Desde el jardín hasta el secundario; y el acceso al mundo del trabajo, que es el sueño de todas las familias. Debería haber algún dispositivo que acompañe a los jóvenes en el acceso a su primer empleo o su primer trabajo. Porque el estudio les genera más gasto (transporte, insumos, indumentaria, etc) a esos pibes y en todo caso también a sus familias”, advirtió Estefana Rodríguez, maestra y vecina de un barrio popular, quien agregó: “Al problema generalizado de la falta de empleo, se le suma que en los barrios populares, aunque muchos terminamos la primaria y la secundaria, es difícil acceder a un trabajo con todos los derechos garantizados”.
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