Agustín Porres es un referente en el ámbito educativo, y cuenta con una gran trayectoria en políticas públicas e innovación. Actualmente, se desempeña como director regional para América Latina de Fundación Varkey, organización dedicada a celebrar y empoderar la profesión docente en el mundo. Su trabajo tiene un objetivo claro: reconocer a esos maestros en la región. ¿Cómo hacerlo? Desde la Fundación se otorga el celebrado “Global Teacher Prize”, un premio anual que reconoce al mejor maestro del mundo con un millón de dólares.
Porres visitó el espacio de diálogo que Ticmas tuvo en exclusiva durante el Global Impact Summit de HolonIQ que se realizó en el campus del Tec de Monterrey, y allí habló con Patricio Zunini de la importancia de la capacitación docente, la transformación de esos espacios a partir de la pandemia, cómo valorar, visibilizar y motivar a los referentes educativos como grandes motores de cambio y la gran oportunidad del emprendedurismo en el sistema educativo. “Nuestro futuro está en la educación”, dijo.
—Estás haciendo un recorrido por distintos países, y algo que estamos viendo en tus últimas intervenciones es el hincapié cada vez más profundo en la capacitación docente, ¿por qué?
—Es la clave. Creo que la clave es que es muy bueno que estemos discutiendo con otros sectores, que otros sectores se metan en el mundo de la educación, que haya miradas distintas, pero tenemos que trabajar sobre la capacitación docente, que son los actores más importantes. Acá nos faltan un par de docentes en la mesa discutiendo.
—Una de las cosas que tiene la Fundación Varkey con su premio “Global Teacher Prize”, que es tan importante, es que interviene una cuestión muy personal: un docente que trabaja y que tiene altísimo impacto porque se ve su lado personal. ¿Cómo se hace para que ese cambio que provoca un docente y que ustedes premian sea algo escalable, que se replique en otro lugar?
—El primer impacto es un mensaje a la sociedad, de revalorizar el rol porque todos estamos donde estamos porque un docente en algún momento nos acompañó, confió en nosotros, creyó y no prestamos reverencia como corresponde a eso. El primer impacto escalable del premio es que todos valoremos más a los docentes. El segundo se da en la inspiración. Ya alguna vez hablamos de la motivación de los docentes, que es crucial. Podés tener todas las herramientas del mundo, pero, si no tenés ganas, si no estás motivado, las herramientas se quedan en la caja. Para ponerlas en juego hay que tener ganas. El reconocimiento y la visibilización te dan más ganas y eso también es un factor escalable del premio. Cada uno tiene sus herramientas pero lo que hay que revalorizar es la profesión, que estén más motivados.
—Si sumo las dos preguntas sobre la formación docente y la motivación, ¿qué política pública o desarrollo se tiene que hacer para que en la capacitación también entre ese lado más personal, no tan disciplinar?
—Ahí hay un desafío más técnico. Tenemos que discutir qué es mejorar la capacitación. Estamos en una transición, pasamos por la pandemia y los docentes (y todos) hicimos más cursos, nos formamos o aprendimos algo. Eso fue un regalo de la pandemia. Pero ahora volvimos a lo de antes, y lo digo a propósito porque lamentablemente volvimos a lo de antes, cuando podríamos haber aprovechado ese envión.
—¿No hubo cambios respecto a 2019?
—En gran medida volvimos y ahí hay un desafío. Disfruto y valoro los hallazgos de la pandemia y creo que nos quedamos cortos en el cambio. En la pandemia todos teníamos tiempo por no movernos y nos formamos todos de manera virtual, convertimos nuestros programas de lo presencial a lo virtual. Ahora todos volvieron a lo presencial y ya no podemos formarnos como en 2020 o 2021. Nosotros vemos en la adaptación de nuestros programas que lo que en 2019 funcionaba en 2020 no, y lo que en 2020 funcionaba hoy, no. Ahí hay que dar una respuesta distinta. Creo que la oferta en capacitación hay que mejorarla mucho, no podemos pensar en formatos del 2019 ni del 2020. Tenemos que pensar en los formatos de hoy.
—¿En qué formatos hay que pensar?
—Las redes sociales juegan un rol clave. ¿Cómo hacemos para compartir metodologías especiales en tiempo corto? Una historia de Instagram y tenemos que estar ahí. Todos hablamos de una nueva manera de enseñar, que no la vemos en todos los procesos de formación docente. Nosotros nos esforzamos mucho en que sean talleres y no programas. No es una clase como lo que estábamos acostumbrados antes, a bajar contenido. Es distinto porque lo que queremos que suceda en el aula es distinto. Esa coherencia no siempre está y creo que hay que realizarla.
—¿Cuál es la clave?
—Hay un factor que me gusta marcar que es la confianza entre los actores, porque, si le bajás línea durante una hora a otros, en el fondo es que no confiás en él. Ni en su capacidad, ni en su experiencia. Cuando es un taller, donde hay un trabajo en que el alumno puede ser mucho más protagonista, ponés en valor las herramientas de cada uno, enriquece el proceso. Es lo que, en el fondo, imaginamos qué va a pasar en las aulas pero para que pase primero tiene que pasar en la formación. Los docentes enseñan de la manera en que aprendieron. Ahí el cambio es más lento. Tenemos escuelas muy innovadoras pero institutos de formación docente innovadores tenemos menos.
—¿Dónde se va a dar el cambio? ¿Cambios de arriba hacia abajo o de los docentes hacia arriba?
—Creo que son las dos, se dan en conjunto. El cambio grande es de abajo para arriba pero para que se dé hay que dar oportunidad hay que confiar, hay que dar autonomía. Se requieren algunos factores de arriba hacia abajo. Pero la transformación de escala la vamos a ver de abajo para arriba. Hay que confiar en los docentes. Son ellos los que van a dar la transformación. Nosotros podemos acompañar, poner ideas sobre la mesa, visibilizar la innovación de unos hacia otros pero al final son ellos los que están dentro del aula. Soy muy optimista en que la transformación es posible, que la estamos viendo.
—¿Cómo es la innovación educativa en otras partes del mundo?
—En gran medida tenemos desafíos muy parecidos. Primero, todos queremos más y a nadie lo ves conforme con los resultados. Hay algo de superación que está en todos lados. Me acuerdo que, conversando con ex ministros cuando hicimos el libro Tareas pendientes, el de Portugal que había sido número dos en Pisa y uno de los mejores sistemas del mundo, me decía todas las cosas que no había podido hacer. Desde la Fundación armamos una red de directores de todo el mundo con UNESCO y con Global School Leaders, que reúne directores y expertos en liderar y es muy sorprendente ver reuniones de directores de Filipinas, Australia, Pakistán. Europa y América Latina comparten problemáticas muy similares y soluciones. Hay una homogeneidad en el sistema que es para aprovechar. Hay una riqueza enorme y estamos aprendiendo unos de otros permanentemente. El desafío que tenemos de descubrir y potenciar las capacidades de los chicos está en todo el mundo.
—¿Se puede hacer política educativa sin hacer política partidaria?
—Es difícil porque tiene un componente político fuerte pero hay que tratar de cuidarla más. Nuestro futuro está en la educación. Hay una parte política que tiene que ver con la visión de país y la educación tiene que estar alineada, y eso lo trae la política. Pero hay que cuidar a la educación de la coyuntura política partidaria porque nos hacemos daño entre nosotros, perdemos tiempo y tenemos que convencernos de lo importante que es la educación. Siempre pongo como un ejemplo claro a Mendoza: tiene escasez de agua y hay un Departamento de Irrigación que maneja el agua de la provincia. Ese departamento tiene un mandato más largo que el gobernador y los ministros. Ellos entienden que eso es importante y hay que cuidarlo de la política. En educación podríamos pensar en algo así pero digo esto y, al mismo tiempo, ningún ministro llega a cumplir el mandato de cuatro años. Para cualquier partido político tenemos demasiada rotación. Ojalá que miremos más a la educación.
» Me parece espectacular ver emprendedores en el mundo educativo. La distribución de los emprendedores y de las startups en el sector es relativamente baja pero muy potente. Que haya quienes quieran emprender en educación varía mucho la rentabilidad, es un desafío pero es muy bueno porque nos acelera la transformación, ese circuito virtuoso que nos mueve para adelante y que es muy rico por las distintas miradas. Me parece que faltan docentes en el debate, pero enriquece mucho tener estas miradas y salir de la conversación más habitual, nos trae ideas nuevas. En todos los ámbitos del mundo educativo tenemos que estar muy abiertos a darle lugar a otros. Muchas veces en el sistema educativo tendemos a cerrar la puerta porque los que entendemos somos nosotros y eso también hace daño. Tenemos que animarnos a abrir y escuchar. Es un desafío ir a cautivar a otros para meterlos en este mundo. Por ejemplo, hay pocos periodistas de educación y estaría bueno que hubiera más. Este evento ayuda a captar más talento para el mundo educativo.
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