Juanita Ordóñez llegó a México hace seis años, enviada por Google para liderar la vertical de Educación. Durante ese tiempo, la experiencia fue inmensa: aprendió muchísimo, hasta la importancia de tener un mal jefe. “Google es una de las mejores empresas para trabajar en el mundo, y, como toda empresa, está constituida por humanos que se equivocan”, decía, “y así como es importante tener rol models, también es importante tener rol models de lo que uno no quiere hacer”.
Después de varios años de trabajo en Google —”El mayor reto no fue entrar, sino mantenerse vigente: no es un stay update sino un stay ahead”—, decidió abandonar la compañía y hoy tiene tres “sombreros”: junto a Fernando Valenzuela lleva las riendas EdLatam Alliance, dirige PROtalento junto a Juan David Aristizabal, y es mentora y consejera en Endeavor y en Google for Startups.
Ordóñez fue una de las impulsoras del Global Impact Summit de HolonIQ en Ciudad de México. La cumbre se realizó en el campus del Tec de Monterrey y contó con el auspicio de EdLatam a través de la marca EDI. Ordóñez contó en el espacio de diálogos que Ticmas montó durante eso días, que desde hacía tres años habían empezado a desarrollar la propuesta de “comunidad, propósito y cooperación” junto a Patrick Brothers, Co-CEO de HolonIQ. “Hicimos el primero online y participaron 50 asistentes de EdTechs, el año pasado lo repetimos y escalamos a 150, y este año, en que se volvió a lo presencial, tuvimos la gran sorpresa de llegar 500, que, comparándonos con los 700 New York, nos dejó contentos”.
—¿Cuándo reconocieron la necesidad de formar una red con EdLatam?
—Es algo que vemos todos los días. Si pensamos en los unicornios, que no es la única medición de éxito pero sí es un indicativo, de los mil que hay en el mundo, sólo 34 son de educación y ninguno es de Latinoamérica. Cuando empezamos esta tarea con Fernando para ver qué estaba pasando, y eso nos acercó a la UNESCO, al BID y a muchos otros partners, nos dimos cuenta de que los emprendimientos de Latinoamérica son sofisticados y tienen una gran creatividad, pero tienen dos falencias principales: la falta de ambición para ser grandes más allá de las fronteras y una desconexión con lo que está pasando en el mundo. Parte de lo que hemos hecho fue cómo conectar a los emprendedores con otros de Australia, de Israel, de Asia para promover colaboraciones entre ellos.
En comunidad llegamos más lejos y más rápido. La cooperación es muy importante en Educación.
—¿Por qué?
—Porque en comunidad llegamos más lejos y más rápido. La cooperación es muy importante en Educación, porque los procesos son muy complejos. Entran cosas como la tecnología, las experiencias y un montón de cosas que es imposible que las haga una sola compañía. La transformación en la educación toma más tiempo. La pandemia nos debió haber empujado al cambio, y la verdad es que lo retrasó porque la experiencia que se generó fue terrible. Se llevó el offline al online y las experiencias fueron tan malas que generaron que el 60% de las personas que empiezan cursos online no los terminan. O, si lo terminan, no genera empleabilidad, porque terminamos como con un fast fashion de la educación.
—¿Cómo se fomenta la relación entre una EdTech y un Capital Venture?
—Eso me toca muy de cerca por mi sobrero de PROtalento. A los fondos les cuesta encontrar las oportunidades. Entonces nosotros, al armar comunidades, casi los ponemos a un clic de distancia. De un lado y del otro. Adicionalmente, hacemos una labor de evangelización con los Fondos para que quieran apostar cada vez más en educación. Un estudio reciente de Endeavor mostró que la inversión en EdTech del año pasado alcanzó alrededor de los 430 millones de dólares y este año está en 30 millones. Se ha caído por el superboom del año pasado, pero es una caída del 90%. Nos sigue poniendo en lo mucho por hacer. No solo conectando en comunidad sino también evangelizando.
—Durante la pandemia se decía que iba a ser imposible volver a la educación anterior, y este año muchos dicen que volvimos al 2019. ¿Cómo lo ve?
—Yo digo que volvimos a la revolución industrial. Es muy desesperanzador. La pandemia nos dio todo para acelerar el cambio, pero la solución fue muy conformista y llevamos lo que sabíamos hacer en el offline al online. Yo no sé realmente qué nos queda por pasar o por entender para realmente lograr un cambio, en conjunto. Yo veo un divorcio entre la escuela tradicional y las empresas, y admiro lo que hace corporaciones como McDonald’s y Walmart, que tienen sus propias universidades y sus propios centros de formación, porque no han encontrado la respuesta en la educación tradicional.
El tema no es cómo desarrollar una tecnología sino cómo generar un cambio fundamental en la industria como lo hizo Uber, como pasó con Airbnb.
—¿Cuál es el rol de los emprendedores y las startups en el cambio?
—En Endeavor decimos que los emprendedores más luchones son los de EdTech porque les toca que posicionar la educación, posicionar el impacto, y posicionar la categoría, porque, por ejemplo, en educación superior, que es mi nicho, no entra el 65% de la población. Hay que inspirar a los jóvenes para que estudien y conseguir que los financiadores den los vehículos a tasas justas, porque, además, el 70% de la población en Latinoamérica no está bancarizada o está sub-bancarizada. Son niveles de complejidad que hace de nuestro trabajo algo muy apasionante, pero nos toca ser pacientes y seguir trabajando y compartir las curvas de aprendizaje. El tema no es cómo desarrollar una tecnología sino cómo generar un cambio fundamental en la industria como lo hizo Uber, como pasó con Airbnb. Ese es el reto: es como descubrir otro continente.
—¿Cómo se mide el impacto de la tecnología en el aprendizaje?
—Yo tengo una posición más análoga, por esto que digo sobre el cambio. Tengo que hacer otra analogía: cómo esperamos que un estudiante termine un curso online cuando todos nos hemos quedado dormidos viendo Netflix. Hay algo más que tecnología. Necesitamos del acompañamiento de otro ser humano. En lo que es increíble la tecnología es en construir un puente para unir a un estudiante de la Argentina con otro de Colombia. Pero, insisto, que el cambio fundamental tiene que venir del mundo análogo, no de la tecnología.
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