Cuatro jóvenes de distintas partes del mundo, de Uruguay, de Nigeria, de Sudáfrica y de España, visitaron una pequeña ciudad de Salta. Una pequeña ciudad llamada San Antonio de los Cobres, signada por una triste estadística: tener una tasa de suicidio muy por encima de la media. Los jóvenes llegaron al pueblo con la misión de ayudar a los adolescentes a combatir esa problemática.
Los cuatro pertenecen a la Escuela Política Fratelli Tutti, que impulsa el Papa Francisco a través de Scholas Ocurrentes. La escuela tiene como misión formar políticos con pasión por el bien común y la paz social y convocó a 50 jóvenes líderes de 34 países de los 5 continentes. Todos muy distintos entre sí, incluso de diferentes religiones -judaísmo, islam, cristianos y agnósticos-.
“Nuestro objetivo es soñar la política desde un rostro desconocido. Creemos que la política es una llamada a lo universal, al dolor del otro que no necesariamente es el mismo que el mío. Queremos que ese dolor sea el motor de la política. La primera visita a la comunidad nace de la escucha, de meterse en el lugar y vivirlo. No buscamos traer propuestas armadas. En primera instancia vamos sin respuestas”, planteó Manuel Daza, coordinador de Scholas.
De esa visita y entrevistas con los vecinos, surgen propuestas de políticas públicas. Cada intervención es “muy artesanal”, con iniciativas muy diferentes según la realidad de cada comunidad. Los jóvenes hicieron dos visitas, una en marzo y otra hace unos días que concluyó con la presentación de tres ideas al ministro de Educación de la provincia de Salta, Matías Cánepa.
San Antonio de Cobres es una pequeña ciudad de cinco mil habitantes, a dos horas en auto de la capital salteña. Tiene dos escuelas, una técnica y una común, que guardan una rivalidad casi futbolística. Es un lugar donde la adversidad climática se siente: los cobreños conviven con ráfagas de viento casi todos los días del año y una altura de poco menos de 4 mil metros por encima del nivel del mar.
“Los chicos viven en una comunidad pobre, mucho más pobre de la mayoría de las que van a ver en la Argentina. San Antonio no se parece en nada a Salta, la capital. Los chicos tienen todas las necesidades básicas cubiertas, pero no hay ningún lujo ni excentricidad. Lo que ellos quieren no es eso justamente, sino poder encontrarse, comunicarse, pasar más tiempo juntos”, describió Esihle Makitshi, la joven de Sudáfrica.
El suicidio, especialmente adolescente, es la gran problemática que atraviesa el pueblo. Si bien con las localidades pequeñas las estadísticas se suelen distorsionar, los números son escalofriantes: la media mundial se ubica en torno a los 10 suicidios cada 100 mil habitantes, en Salta gira en torno a 12 o 13 cada 100 mil, mientras que en San Antonio la tasa se elevó a 29 cada 100 mil el año pasado.
“Agarrar un año no es un dato firme, pero cuando uno mira la estadística de San Antonio lo particular es que desde 2018 a la fecha, la mitad de los suicidios se dan en adolescentes. Ese es el dato que está demostrando que hay un dolor claro en la comunidad. Cuando nos metimos adentro de esa problemática, vimos como fundamental la necesidad de los jóvenes de pedir cancha, de pedir espacio. Los adolescentes no se sienten parte de la comunidad, no se sienten comprendidos”, señaló Julio Felipe Paullier Olivera, de Uruguay.
El proyecto consta de dos etapas: primero la escucha y luego el armado de las propuestas. La primera de las iniciativas es una campaña de prevención, la segunda es construir espacios de participación a nivel comunitario, un establecimiento físico para poder autoadministrarse y, por último, crear una suerte de ministerio de la adolescencia, que funcione de intermediario con las autoridades. Hoy ven una barrera entre los adolescentes y el mundo adulto.
“Antes de llegar a San Antonio imaginaba encontrarme con algo similar a lo que vivo en mi país, que atraviesa muchas dificultades. Pero cuando estuve en la comunidad me encontré con que no tenía nada que ver. Ese es justamente el llamado de Fratelli: salir de tu zona de confort y abrirte a otra realidad. El liderazgo fue de los jóvenes. Nos guiaron hacia entender qué era lo que necesitaban. Los chicos quieren liberarse del dolor”, advirtió Shalini Uyaiobong, de Nigeria
El equipo de Fratelli junto a los jóvenes de San Antonio le presentaron el jueves las propuestas al ministro de Educación de Salta y recibieron una respuesta positiva de su parte. A partir de ahora avanzarán en la elaboración de un proyecto formal, con un presupuesto y metas en el tiempo, para materializar las propuestas.
“Todos hemos decidido que queremos volver, que queremos seguir trabajando en San Antonio. Cuando nos asignaron esta comunidad, la palabra suicidio a veces opaca mucho la realidad. Es una palabra muy grande que impacta mucho y no nos deja ver más allá. Había mucho más detrás, muchas organizaciones trabajando por ello. Personas realmente intentando solucionar este tema. Jóvenes con ganas de hacer cosas, que necesitan un poco más de voz”, reconoció Alicia Vedia, de España.
Muchas organizaciones acostumbran llevar proyectos empaquetados. Ellos fueron por el camino inverso. Se encontraron con que los chicos querían ser escuchados, necesitaban un espacio para participar y ser ellos los impulsores de las soluciones. Más allá de las diferencias culturales, de incluso barreras idiomáticas, encontraron un lenguaje común.
FOTOS: Maximiliano Luna
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