A medida que se acerca fin de año, la duda sobrevuela entre los alumnos que están a punto de terminar la secundaria: “¿Qué estudio?, ¿en qué carrera me anoto para el año que viene?”. En general, es habitual que a esa edad no se tenga claro. Los datos oficiales así lo confirman: el 22,7% de los estudiantes cambian de carrera en su segundo año de cursada. El 9,9% vira hacia una oferta totalmente diferente y otro alto porcentaje termina abandonando la universidad.
En Estados Unidos y algunos países de Europa, en los primeros años de universidad se cursan materias transversales, comunes a diferentes disciplinas. El momento de la especialización llega después, al momento de elegir un posgrado. Hace pocos días, una universidad privada, la del CEMA, anunció una iniciativa en ese sentido, con la Licenciatura en Artes Liberales y Ciencias, que se lanzará en el próximo ciclo lectivo y apunta justamente a estudiantes aún indecisos, pero se trata recién de una primera experiencia.
Por eso, con propósito del Día del Estudiante, Infobae elaboró una lista de cinco carreras universitarias poco conocidas, que se alejan de las tradicionales, pero que tienen fuerte demanda en el mercado laboral y sueldos por encima de la media:
Ciencias de Datos
El año pasado, la Universidad de Buenos Aires lanzó una carrera que vino a cubrir una fuerte demanda profesional: la Licenciatura en Ciencias de Datos. En poco tiempo, acaparó fuerte interés, al punto de que hoy ya tienen 500 estudiantes con CBC aprobado, cursando la carrera. Aunque aclaran que todavía se necesitan más expertos en la materia.
La carrera, con CBC incluido, dura 5 años y medio. El plan de estudios tiene un alto componente matemático y computacional, con materias como: Análisis, Álgebra, Algoritmos y Estructuras de Datos, Probabilidad, Estadística y Ecuaciones diferenciales. “En cuanto al perfil del graduado contará con una gran capacidad de resolución de problemas mediante el modelado matemático y la programación, una gran capacidad de abstracción y de realizar análisis de datos así como también desarrollar el razonamiento lógico y el pensamiento crítico”, agregan en la Facultad de Exactas.
Los graduados llegarán a cubrir puestos en modelado matemático, computación o big data que hoy encuentran un amplio rango salarial, de entre 200 mil y 400 mil pesos. La carrera también se encuentra disponible en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), con el nombre de Licenciatura en Analítica y duración de 4 años, y en la Universidad Siglo 21. También se ofrecen cursos más breves en instituciones de educación informal.
Plantas Propulsoras Marinas
La carrera tomó notoriedad pública el año pasado por una nota de Infobae que daba cuenta de una profunda escasez de profesionales. Curiosamente la Licenciatura en Plantas Propulsoras Marinas, que solo se dicta en la Universidad de la Defensa Nacional, encabeza el ranking de las carreras mejor remuneradas en el país para recién graduados, de acuerdo a un relevamiento que hizo Daniel Schteingart, director del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) a principios de 2022, que arrojó que el salario mediano -eliminando los extremos inferiores y superiores- era de 434.606 pesos.
Sin embargo, pese a esos salarios, entre 2016 y 2018 la carrera solo tuvo 20 graduados. La mayor parte de la salida laboral se da en empresas navieras. La Escuela Nacional de Náutica solo recibe cadetes de menos de 24 años que, después de recibir el título naval como maquinistas, reciben el diploma de “Licenciado en Plantas Propulsoras Marinas”, que a su vez dejan al egresado a las puertas de convertirse en ingeniero mecánico o industrial.
Como se dijo, debido a la falta de maquinistas navieros, la salida laboral es inmediata. El régimen de ascensos guarda relación no solo con la antigüedad en la profesión sino además con los días de navegación acumulados entre cada examen de ascenso. En caso de optar por embarcar en buques de otras banderas los salarios se pagan en moneda extranjera, lo que hace que sean superiores a los que se obtienen en el mercado local.
Geofísica
Otra carrera poco conocida y de escasa matrícula que integra ese ranking es Geofísica. La disciplina se encuentra disponible solo en la Universidad de La Plata y la de San Juan. La principal demanda está en el sector energético, con YPF a la cabeza, y en investigación científica con un salario mediano de 178.825 pesos para los recién graduados a principios de este año.
La geofísica estudia los fenómenos de la Tierra desde el centro hasta el sistema solar desde un punto de vista físico: analiza cómo está compuesto el planeta, cómo es el interior, el campo de la gravedad, el campo geomagnético, por qué ocurren los sismos, las auroras boreales, los volcanes y otros fenómenos naturales. Pero la carrera también tiene un componente de desarrollo y aplicación de técnicas para detectar y explotar recursos naturales como hidrocarburos, aguas subterráneas y minerales.
La carrera en la UNLP consta de cinco años. Los primeros tres son de formación en matemática, física y geología. Una vez completada esa base, sí se da paso a las materias específicas de la geofísica como geodesia, sismología, geomagnetismo y aeronomía, gravimetría, física de la atmósfera, entre otras.
Ciencias de la Atmósfera
Popularmente se la conoce como meteorología. La carrera tiene la singularidad de que cuenta con pleno empleo. Es decir, todo estudiante conseguirá un empleo con seguridad una vez que se gradúe e incluso antes. Lo que sucede es que son muy pocos estudiantes: menos de 200 en todo el país y los graduados por año se cuentan con los dedos de una mano.
La carrera de Ciencias de la Atmósfera o Meteorología se encuentra disponible en la UBA, en la Universidad de La Plata y la Universidad Nacional de los Comechingones de San Luis. La licenciatura dura 5 años y se extiende uno más por el CBC en la UBA. “Antes la carrera era Ciencias Meteorológicas porque tenía aplicación solo en el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y en la aviación. Ahora es Ciencias de la Atmósfera porque es mucho más abarcativa. Se abrieron ramas como recursos hídricos, agricultura, impactos del cambio climático, cuestiones de interacción entre la atmósfera y los océanos, y temas vinculados a la salud”, Álvaro Scardilli, presidente del Centro Argentino de Meteorólogos (CAM).
Durante la cursada, el alumno se topa con materias como dinámica de la atmósfera, cálculo numérico y convección y microfísica de nubes. Cuando se acerca el final de la carrera, los estudiantes se especializan en algunas de las ramas: agrometeorología, contaminación, climatología, cambio climático, tormentas y fenómenos severos. Los salarios en el sector privado son “altos”, aunque en el SMN -la principal fuente de trabajo- deberían ser mayores por la especificidad de la disciplina, según Scardilli.
Actuario
La carrera de actuario carga con el mote de ser “la más difícil” de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y, en general, su perfil profesional se presta a confusiones. Se lo suele ver como un matemático cuando en realidad es un profesional de las ciencias económicas.
El actuario se dedica a la gestión del riesgo. Convive con la palabra riesgo. Primero lo identifica, luego lo caracteriza y por último desarrolla instrumentos para gestionarlo. Arma modelos estadísticos que permiten interpretar y cuantificar el riesgo en seguros, en finanzas, créditos, pensiones y jubilaciones, el riesgo de default, el riesgo de fraudes en e-commerce. La carrera tiene una visión holística: una fuerte carga de matemática, combinada con administración, contabilidad y marcos regulatorios
En la Argentina, solo la UBA, la Universidad del Salvador, la Universidad Siglo 21 y UCEMA dictan la carrera. Tiene una duración teórica de cinco años y medio incluyendo el CBC, aunque suele estirarse. Si bien representan un nicho, son un perfil muy buscado en el mercado, bien remunerados por la escasez de profesionales que hay. Más aún, en los últimos años, la salida laboral se amplió con la irrupción del Big Data. Los actuarios pueden hacer uso de su conocimiento en estadística, aunque en la disciplina señalan una diferencia con los estadistas: la capacidad de aplicación, de relacionar los datos con la realidad circundante.
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