Jermaine S. McDougald nació en Estados Unidos, pero desde hace años, alrededor de dos décadas, vive en Colombia. Se desempeña como director de Desarrollo de Negocios del área de Enseñanza de Lengua Inglesa en la Universidad de La Sabana, y tiene un rol destacado en la organización de los Congresos TESOL que se realizan allí mismo.
Este año, en la V edición del congreso, tuvo una participación protagónica con cuatro charlas en tres días: desde los efectos de la realidad virtual en la adquisición de vocabulario en inglés y la motivación de los alumnos hasta las percepciones creencias sobre la enseñanza del inglés en las instituciones educativas rurales, pasando por el desarrollo profesional y la formación docente, y los consejos y estrategias para acompañar a los estudiantes en el aula. McDougald es un profesional para escuchar.
La experiencia educativa Ticmas acompañó la realización del Congreso TESOL con un stand en donde se podía conocer el módulo de aprendizaje basado en proyectos, y también montó un living por donde pasaron todos los invitados y ponentes. Uno de ellos fue Jermaine, que, con gran vitalidad y empuje, definió los desafíos y necesidades de la educación actual.
—Las formas de la educación tradicional —decía—, en donde el maestro está al frente y los estudiantes están para obedecer y escuchar, ya no van más. Hay que cambiar. Hoy en día el maestro debe ser alguien que facilite los procesos de enseñanza y aprendizaje, debe acompañar esos procesos. Y también debe ser un guía en esos procesos. No solo debe ser una persona con una autoridad, sino también alguien multifuncional, que sepa acompañar la educación de manera virtual y presencial.
—¿Cuales son las claves de la transformación educativa?
—Lo primero es tener una mente abierta que eso nos facilite entender las dinámicas de manera distinta. Dos: siempre hay que mantener el diálogo con los estudiantes y entre los profesores. ¿Por qué? Porque son los actores principales de la educación. Si ellos no se organizan, si no se entienden el uno al otro, será muy difícil. Tres: debemos organizar actividades que de verdad valgan la pena. ¿Qué quiere decir? Debemos hacer actividades y ejercicios en el aula que tengan impacto en la vida del estudiante. Si voy a hablar de un tema particular, debería utilizar el contexto donde se desenvuelven para que lo puedan aplicar de manera rápida en la vida normal. Las actividades no deberían ser artificiales; deben ser coherentes con el contexto.
—¿Cómo se relaciona la transformación educativa con metodologías como el aprendizaje basado en proyectos?
—Se da muy bien porque el proyecto nos da una orientación. El ABP es interesante porque el alumno tiene claridad en su proceso de enseñanza y aprendizaje. Otra razón: tiene bien definido cuál es su rol, y aquí viene la parte del docente que no es un profesor sino un guía, un facilitador, una persona que te va a orientar. Y, finalmente, en este tipo de proyectos hay un resultado tangible que se puede ver, lo que motiva al mismo alumno para hacer más.
—¿Cuándo la tecnología se convierte en una herramienta de transformación?
—La tecnología tiene una definición distinta dependiendo de quién esté preguntando. La tecnología tiene que ver con el avance o la innovación de algo puntual. Lo que a mí me sirve tal vez sea muy distinto de lo que te sirva a ti. ¿Cuándo transforma el aula? Cuando resuelve una necesidad puntual. La tecnología acompaña los procesos, no los reemplaza. Va en función de las necesidades pedagógicas del aula y, de acuerdo con eso, puede ser una transformación gigantesca. En ese sentido, los docentes debemos tener una orientación pedagógica del uso de la tecnología; llámese Zoom, Microsoft Teams o un jamboard de Google.
—Con sus respuestas parece llevar a la idea de que todo lleva confluye en la necesidad de la educación personalizada.
—Sí, porque cada estudiante es un caso particular. Pensemos el aula como un concierto: cada uno tiene un instrumento distinto y nosotros, como maestros, debemos saber cómo hacer que cada instrumento haga que la sinfonía suene bien. En ese sentido, la tecnología juega el mismo rol. Hay que reconocer qué necesitan los estudiantes de acuerdo con los retos de cada uno. Sí, la educación es personalizada. Aunque tengamos aulas de 15, 20, 30 personas, al final del día, eso es lo que es.
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