Una clase que rompe las barreras tradicionales: la maestra estadounidense que enseña inglés con juegos y actividades interactivas

Michelle Plaisance, destacada referente del Greensboro College (EE.UU.), habló en el espacio que Ticmas montó en el Congreso TESOL sobre los desafíos de la innovación en la enseñanza de lenguas extranjeras

Michelle Plaisance en el espacio de Ticmas

La directora de International Partnerships del Greensboro College (EE.UU.), Michelle Plaisance, participó como ponente destacada en el Congreso TESOL de Colombia, el encuentro más importante dedicado a la enseñanza del inglés en la región. Plaisance tiene un doctorado en Educación Urbana y desde hace casi diez años dirige los programas de posgrado de enseñanza del inglés a hablantes de otros lenguajes en el mismo College.

Plaisance participó en una sesión plenaria junto a Elena King, en la que abordaron una cuestión central, como es el vínculo afectivo del aprendizaje y el uso de la autobiografía como piedra de toque del desarrollo de la alfabetización en estudiantes multilingües. Al término de su ponencia, y como hicieron todos los participantes del congreso, Plaisance habló en el living de Ticmas.

¿Qué necesita aprender un maestro que se para frente a una clase de inglés?

—Además de los consejos que ya mencionó Elena King, voy a sumar otros. Una de las principales cosas que podemos hacer como educadores es tratar de reducir el filtro de ansiedad que sienten nuestros estudiantes. Sabemos que se aprende cuando uno se siente cómodo, cuando baja la guardia y se está dispuesto a correr riesgos. Yo animo a los profesores a que establezcan una relación personal con sus alumnos y que también se diviertan. Se puede aprender jugando en lugar de escribir artículos y estudiar gramática. Los animo a romper las barreras tradicionales y hacer actividades interactivas con sus alumnos. Por encima de eso, tal vez el único consejo importante que diría es: estar preparado y siempre tener material adicional para hacer en caso de que algo no funcione con sus estudiantes.

El inglés es una lengua franca, casi que podría decirse que lo es desde siempre. ¿Cambió, se acentuó después del Covid?

—Con respecto al idioma, me siento afortunada de haber nacido en los Estados Unidos, porque por alguna razón el mundo se ve obligado a hablar inglés. En EE.UU. somos una sociedad relativamente monolingüe…

Pero hay cada vez más hispanohablantes.

—¡Por supuesto! Pero nuestro sistema educativo los trata como si fuera un idioma adicional. En otras palabras, no se respeta el idioma de la misma manera que el inglés. No es algo de lo que estemos orgullosos los docentes de inglés en Estados Unidos, porque el bilingüismo es un don. Nosotros valoramos tanto el español como el inglés que tratamos de enseñar, y somos muy cuidadosos en apreciar las habilidades en su idioma nativo, pero queremos prepararlos para el mundo laboral. Por eso la instrucción en inglés se vuelve muy importante. Yo no veo una gran variación en relación con el covid, pero espero que haga que países como Estados Unidos abandonen lo monocultural y puedan ver cómo otras culturas participan en los negocios y en la educación.

El dispositivo como aliado del aprendizaje

¿De qué manera afecta el smartphone la enseñanza del inglés?

—En el salón de clases, el celular es nuestro mejor amigo y nuestro peor enemigo. Creo que debemos aprovechar la tecnología y usar iPads, teléfonos móviles, relojes. Son increíbles. Yo doy algunas clases online en países donde los niveles de inglés son muy bajos y algunas apps para traducir son geniales. Es maravilloso que puedan acceder a todo eso con la punta del dedo. Pero, al mismo tiempo, debemos estar atentos a que les brindamos otras experiencias sin esa ayuda, para que no se vuelvan completamente dependientes. Yo trato a mis alumnos como adultos, incluso a veces cuando no lo son, y les doy el ejercicio de usar la tecnología con libertad y que usen sus teléfonos celulares hasta que considero que se están convirtiendo en una suerte de muletas.

¿Toda tecnología tiene luces y sombras?

—La tecnología es una amiga hasta que no funciona. Imagínate que armes una lección basada enteramente en el uso de una aplicación y que luego descubras que esa aplicación no es accesible en el área de tus estudiantes. O que la computadora no encienda o que el sonido no funcione. Todos los docentes deben estar preparados para esas contingencias. La clase debe tener un respaldo para encontrar una manera de darla sin la tecnología. Cuando la tenemos y funciona bien, es increíble, pero hago especial énfasis en la necesidad de usarla de una manera útil.

¿Qué aprendiste sobre tu identidad dando clases de inglés a personas que no lo tienen como segunda lengua?

—Nosotros, como norteamericanos, asumimos que la gente nos entenderá en lugar de que nosotros intentemos entenderlos. Yo hablo un poco de español; no me iría bien en un contexto de entrevista, me daría vergüenza, pero me siento orgullosa de al menos poder entender la conversación. Yo tengo mucha curiosidad por conocer otras culturas y otros idiomas. Pensé que tal vez, cuando me jubile, me dedique a aprender todos los idiomas que aún no sé.

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