Desde hace años, las bibliotecas digitales se han convertido en una alternativa que universidades, gobiernos y empresas ponen a disposición de la gente. Es un modelo que nació en Estados Unidos y se fue replicando en distintos países. Pero, pese a que cada vez hay más lectores que usan las Bidi —llamadas así por el proyecto más relevante de América latina, que se creó en 2015—, todavía hay quienes tienen algún resquemor, basado sobre todo en prejuicios y falsas certezas.
Aquí algunos de los mitos que hay que descartar cuando hablamos de Bibliotecas Digitales.
1. Son caras
¡Al contrario! Una de las grandes ventajas de las bibliotecas digitales es el bajo costo que implica la creación y el mantenimiento del catálogo. Frente a lo que sale sostener una biblioteca física —no solo por el espacio que se le destina sino por la adquisición de nuevos ejemplares—, las bibliotecas digitales tienen un valor infinitamente menor, que, entre otras cosas, permite armar un catálogo más extenso y robusto.
2. Es difícil armar el catálogo
Las bibliotecas digitales son muy flexibles. Cada institución tiene la autonomía para armar el catálogo que mejor se ajuste a sus necesidades. En la actualidad, el proyecto Bidi tiene más de 650.000 títulos a disposición, y crece continuamente con libros que cubren todas las distintas disciplinas académicas, y también hay de literatura y narrativa contemporánea, con autores como Gabriel García Márquez, Claudia Piñiero, Roberto Bolaño, Gabriel Rolón, Isabel Allende, Florencia Bonelli, etc.
3. Se usan poco
Con una disponibilidad permanente, las bibliotecas digitales están abiertas las 24 horas, los 365 días. Cualquier usuario —sea estudiante, empleado, beneficiario, etc.— puede tomar un libro en préstamo en cualquier momento y descargarlo automáticamente en su dispositivo. Gracias a esta facilidad, Bidi es una gran elección para los lectores y, por eso, se usa cada vez más. Las tasas habituales de Bidi superan casi tres veces a las bibliotecas físicas.
4. Promueven la piratería
Este mito no sólo les toca a las bibliotecas digitales, sino al ebook en general. Los libros digitales no son más fáciles de copiar que sacar fotocopias de los físicos, sino que, al estar usando un libro oficial, que paga derechos y protege al autor, es una gran manera de educar en la práctica. Además, hay ciertos controles de seguridad como el DRM —”Digital Rights Management”— que limitan las duplicaciones.
5. Se necesita un e-reader para usarla
Para leer un libro digital no hay que comprar ningún dispositivo especial. En ciertos equipos a lo sumo se requiere previamente descargar una aplicación. Un libro digital se puede leer en computadoras, smartphones, tablets, etc. Es tan simple como entrar a una página web, elegir el libro, que se descarga automáticamente, y comenzar a leer.
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