No hay nada nuevo en decir que internet es un espacio de infinitas posibilidades, donde el mundo parece enorme y a la vez pequeño, con lugares para explorar saberes, herramientas siempre disponibles y un territorio de encuentro con otros. Tampoco hay nada nuevo en decir que internet es un espacio de infinitos peligros.
Una foto en Instagram le abre una ventana a familiares y amigos: les cuenta dónde estamos, qué hacemos, cómo nos divertimos. Pero por esa ventana puede entrar cualquiera. Una foto en Instagram te expone y expone a quienes salen en ella. Es una información muy sensible para alguien con propósitos delictivos.
Ticmas organizó un taller por Zoom para docentes y familias con el objeto de concientizar sobre los peligros del grooming, uno de los peligros más complejos del mundo digital. El grooming es la acción de un adulto —varón o mujer— con la intención de acosar sexualmente a un niño, a una niña o a un adolescente. El encuentro estuvo coordinado Rocío González, de Ticmas, y el Instituto de Políticas Públicas de la Cámara de Diputados Provincia de Buenos Aires. Participaron Roxana Domínguez, directora del Instituto, y Diego Vasconcel, coordinador de investigación.
Allí contaron cómo es el movimiento típico del groomer, a qué señales de alarmas hay que prestar atención en los niños, y cómo actuar frente a un caso de grooming. Fue una encuentro profundo y muy instructivo, pero, por momentos también escalofriante.
Migajas de pan virtual
Vasconcel señaló cómo actúan los groomers:
“Soy un hombre, un adulto de más de 45. Entro en internet para buscar a mi próxima víctima. Tengo todo lo que necesito: aplicaciones para cambiar mi apariencia, perfiles de redes sociales, juegos donde acceda a niños y adolescentes. Alguno va a caer en la trampa. La red siempre me ofreció todas las posibilidades, y en pandemia y la virtualidad obligada aún más.
" Sentado en el living de casa busco los colegios de la zona. Encuentro las direcciones físicas, sus fotografías, sus redes. Ya tengo el colegio, es como si lo tuviera enfrente. El perfil es público y tiene fotos de niños y niñas. Así puedo elegir a mi víctima: va a ser ella, Danielita. En la primera foto está con su familia. La etiqueta la madrina, que también tiene su perfil público. A través de ella llego al perfil de la mamá y me encuentro con cientos de fotos de Danielita: con su mascota, con sus amigos, en su cumpleaños, con su padre, sola. Ahora su vida es mía. Ella no me conoce, pero yo sí. Sé a qué club va, cómo se mueve, quiénes son sus amigos, pero no me conformo.
" En internet hay una aplicación que me permite cambiar de aspecto y puedo convertirme en uno más sin que se den cuenta. Ni siquiera los padres. En internet puedo ser el que yo quiera. Con una selfie y una app que se llama Face Up puedo ser Camila, Franco, Daniel, Belén. Voy a elegir la imagen que más se parezca a un niño. Creo un perfil en una red social y entro en un grupo con el perfil perfecto para hablar con los niños. Ahora mi nombre es Belén, en el cole me dicen Belu. Mi apellido es Fernández. Cumplo el 15 de junio de 2009.
" Busco en Google: ‘Juegos online adolescentes 2022′ y recibo 78 millones de resultados en un segundo. Mirá si no tengo recursos para seguir buscando y aprender nuevas técnicas. Me meto en juegos multijugadores como el Fortnite, donde puedo formar parte de un equipo con cuatro personas. Conocidas o desconocidas. Lo fundamental en los juegos es que podemos comunicarnos a través de la voz: eso me permite acercarme más a los niños.
" Entro en Roblox, que es un juego online gratuito y tiene un chat. Como ahora soy Belén, voy a entrar en grupo que se llama ‘Roblox Español Para Todos’, con 34.000 usuarios, y voy a publicar un mensaje: ‘Holisss, ay alguien para hablar? Me aburro busco alguien para jugar a mi juego favorito’. Al segundo me llegan comentarios: ‘Hola, agregame y hablamos’, pero espero un poco más y me van llegando cientos de solicitudes de amistad. Así elijo a mi próxima víctima”.
Cuando suenan las alarmas
“Internet es un espacio público donde todo el mundo interactúa con nuestros hijos”, dijo Domínguez. Alguien simula un perfil falso 95% compatible con el de un chico —porque así se lo permite la red, si no tiene un perfil privado—, y comienza a hablar con él. O puede entrar en un grupo de WhatsApp y, sin siquiera interactuar, quedarse con todos los números telefónicos y empezar a mandar mensajes privados. Y si el chico tiene en el WhatsApp la foto con el uniforme del colegio, hay todavía más datos con los que buscar información”.
A qué cosas hay que presentarle atención:
- Que el niño tenga ansiedad
- Que haya bajado el rendimiento escolar
- Que abandone actividades curriculares o extracurriculares
- Que le ponga clave al celular
- Que cambie la frecuencia de uso del dispositivo
- Que se quede con el teléfono hasta altas horas de la madrugada (porque cuando los padres duermen, el groomer tiene el control)
Ante todo, explicaron Domínguez y Vasconcel, el arma principal para combatir este delito es la educación. “La comunicación es fundamental”, dijo Domínguez, “y no hay que tener miedo a la palabra control”. Los chicos tienen que sentirse acompañados por los mayores y tienen que saber que el pedido de amistad en internet es simplemente la solicitud de un contacto. “No se habla con extraños”, dijo Domínguez, “como nos enseñaron mamá y papá a nosotros cuando éramos chicos”.
Qué hacer
Ante un caso de grooming, lo primero que hay que hacer es contener al niño para que entienda que es la víctima y no el culpable. Para que sepa que fue engañado por un adulto. Y luego, inmediatamente, hacer la denuncia en la comisaría.
- No borrar la información y las conversaciones, porque se pierde la evidencia
- Por la misma razón, no reportarlo en las redes sociales
- No reenviar chats ni fotos porque eso puede constituir una revictimización de los niños afectados por abuso sexual
- No amenazar o escrachar al groomer, porque puede eliminar su cuenta y desaparecer
- Sí hacer las capturas de pantalla correspondientes y tomar fotografías
- Sí guardar la url, las cuentas de usuario, los números de teléfono
- Una vez que se recolectan todos esos datos denunciar inmediatamente el hecho en cualquier comisaría. El tiempo es de vital importancia para realizar la investigación correspondiente.
Las denuncias se pueden hacer también por teléfono, llamando al 137 o al 0-800-222-1717 en todo el país
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