Keishia Thorpe llegó el domingo a la Argentina. Lleva una agenda agitada, entre reuniones con funcionarios, viajes al interior del país, a Uruguay, a Chile, visitas a escuelas, participaciones en congresos y eventos sociales. Pero lo hace sin chistar porque sabe que su presencia adquirió otro relieve desde el año pasado, al convertirse en la última ganadora del Global Teacher Prize 2021, que reconoce a “la mejor docente del mundo” y entrega la Fundación Varkey en alianza con la UNESCO. Entre 8 mil maestros, procedentes de 121 países, ella resultó la elegida.
Thorpe da clases de inglés a alumnos de 12° grado en la International High School Langley Park, ubicada en Maryland. Sus alumnos son en su gran mayoría inmigrantes o refugiados de África, Medio Oriente, el Caribe y América del Sur y Central. Las dificultades de origen de los chicos no le impiden, por un lado, enseñar a que aprendan a leer y escribir con fluidez y, por otro, que lleguen a cursar en universidades estadounidenses.
“Desde que gané el premio pude viajar, conocer muchos maestros del mundo, conocer sus prácticas, pero el cambio más grande para mí es haber conseguido un asiento en la mesa de discusión. Conocí a ministros, funcionarios que me escucharon no solo como una ciudadana, sino como una docente que representa a la educación”, señaló en una entrevista con Infobae la maestra, que nació en Jamaica y se trasladó a Estados Unidos cuando cumplió la mayoría de edad.
Keishia rediseñó por completo el plan de estudios del departamento de inglés para convertirlo en relevante para sus estudiantes, que son aprendices de la lengua y viven en hogares pobres: son estadounidenses de primera generación, inmigrantes o refugiados. Como resultado de sus intervenciones, los alumnos mejoraron un 40% sus resultados en lectura.
-Mis estudiantes llegan a mi clase en niveles muy diferentes: algunos son principiantes, otros son intermedios y otros avanzados. Yo sé de antemano que al final del año escolar los principiantes no van a llegar al mismo nivel que los avanzados, pero me tengo que asegurar de enseñar la lengua de manera universal para que todos puedan lograr una base de conocimientos.
-¿Cómo se logra con puntos de partida tan distintos?
-Lo que hago se llama aprendizaje diferenciado, buscando qué recursos necesita cada grupo. Por ejemplo, mis estudiantes avanzados pueden escribir ensayos de cinco párrafos, mis estudiantes intermedios seguramente puedan escribir ensayos de la misma extensión pero sin tanto detalle y mis estudiantes principiantes no son capaces ni siquiera de escribir cinco párrafos. La idea es que ellos puedan alcanzar ese objetivo y para eso se necesita una estrategia diferenciada.
-¿En qué consiste la metodología? Digamos, ¿cómo la lleva a cabo en el aula?
-Te voy a dar un ejemplo concreto. Los alumnos más avanzados reciben una consigna y no necesitan ayuda. A los intermedios les doy la consigna y también frases empezadas para que las continúen. Y para los principiantes pongo gráficas y fotos con los símbolos y palabras para que ellos sepan lo que tienen que incluir en el texto. De ese modo ningún estudiante se queda estancado y todos pueden alcanzar el mismo objetivo aunque con un camino diferente. No es solo el producto final. Lo que importa es si adquirieron la competencia. Muchas veces como docentes vemos que darles apoyo a los estudiantes no los ayuda, pero es peor cuando no los ayudamos y los chicos no pueden producir absolutamente nada.
El salto a la universidad
Thorpe divide su tiempo entre el trabajo en el aula y su acompañamiento a los chicos que terminan la escuela. Busca que los jóvenes, más allá de su condición social, puedan acceder a la universidad. Los ayuda con sus postulaciones con el afán de obtener becas totalmente financiadas. En solo un año, entre 2018 y 2019, hizo que sus estudiantes obtuvieran becas por 6.7 millones de dólares en total, de 11 universidades diferentes.
La clave radica en el deporte. En las universidades de Estados Unidos, la capacidad atlética puede suplir la académica para acceder a una vacante financiada. Junto a su hermana fundó la US Elite International Track and Field Inc, una organización sin fines de lucro que conecta a las universidades con estudiantes-atletas de bajo recursos de todo el mundo. Hasta hoy, ayudó más de 500 jóvenes y el 90% de ellos se graduó en sus respectivas carreras.
Keishia también estableció una Convención Anual de Becas y Atletismo, donde los entrenadores universitarios y los equipos de admisiones acercan información a adolescentes, que tienen talento para el deporte pero no cuentan con las posibilidades económicas de pagar sus estudios. Ese espacio permite que la captación, en algunos casos, suceda ahí mismo.
-Más allá de su talento deportivo, los estudiantes deben tener un nivel básico para llegar a la universidad. Lo importante es que para la población vulnerable para la que trabajamos el deporte es un vehículo para obtener becas. Muchos de los estudiantes que vienen de hogares marginales no alcanzan las más altas calificaciones, pero nuestra organización les da esperanza para ingresar a una universidad pese a ello.
-¿Pero todos los chicos se vuelven deportistas de elite?
-No, muchos de ellos tampoco son deportistas del top, pero igual las universidades y los programas deportivos se asocian con nosotras porque nos conocen, porque saben que buscamos cortar el círculo de la pobreza.
-¿Hacia ahí deberían enfocarse todos los esfuerzos?
-En Estados Unidos, en realidad en casi todo el mundo, los estudiantes que vienen de barrios marginales tienen dificultades educativas. Se quedan dentro de los colegios de sus comunidades, que tienen infraestructura pobre, que tienen pocos recursos y usualmente sus docentes no son los mejor preparados. Eso limita las posibilidades de los chicos de lograr lo que quieren ser. En mi recorrida por Argentina también note las diferencias. Sé que acá la educación es gratis, que pareciera tender a la igualdad, pero vemos que no todos aprovechan esa oportunidad. Entonces hay que dar un paso atrás y pensar por qué se siguen replicando esas desigualdades.
-¿Qué puede hacer el docente desde su lugar para romper esas desigualdades de origen?
-Como docente es difícil porque no podemos darle a los estudiantes todo lo que necesitan. De mi parte, todo aquello que no puedo dar en el aula, intento buscarlo en la comunidad. Me contacto con distintas organizaciones para buscar esos recursos. No podemos solo sentarnos, quejarnos y esperar que los gobiernos resuelvan todos los problemas. Es nuestra responsabilidad intentar buscar esos recursos.
FOTOS: Matías Arbotto
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