No es todo tan simple como en una serie Netflix: los asesinatos no se resuelven en episodios de 42 minutos. La mayoría de las veces hay que trabajar muchísimo para encontrar un indicio. A veces hay que analizar y analizar y esperar y esperar.
Gastón Intelisano es escritor, criminalista y técnico forense. En los ratos en los que no está haciendo una autopsia, está escribiendo sobre personajes que hacen autopsias. Es autor de, entre otrps libros, las novelas La navaja de Ockham (2020); Principio de intercambio (2016); Error de Cálculo (2014). Y cuando no escriba novelas sobre su labor forense, escribe ensayos de divulgación sobre el tema. Elemental, mi querida ciencia (forense) es un breve y riguroso paneo por su trabajo habitual. Fascinante, se lee casi como una novela.
Intelisano pasó por el auditorio de Ticmas y contó cómo es un día en su profesión y cómo se resuelven los misterios más complejos de su profesión. Qué pasó con Nisman y con Maradona. Por qué O.J. Simpson no fue preso. Qué pasa cuando se contamina una escena. Si tenés 17 y estás pensando qué carrera seguir, este es un primer acercamiento a una opción para tener en cuenta.
—¿Las series exageran la labor del forense?
—En las series y las películas, cuando se levanta una huella, sale entera. Bueno: eso no es lo más común. CSI y todas las series que vinieron después tienen lo positivo de habernos dado un lugar que, hasta ese momento, no teníamos. Ni siquiera en la ficción; en las novelas policiales de hace veinte años, salvo quizá las de Patricia Cornwell, o no había forense o era un personaje secundario. Yo recuerdo que, cuando estudiaba, me preguntaban si iba a ser abogado. Las series nos dieron un lugar, la gente supo qué hacía un perito forense. Pero a la vez, trajeron un costado negativo que es la creencia de que con obtener una mancha de sangre o un cabello ya resolvimos el crimen. Si bien son evidencias que ayudan a resolver un crimen, se necesitan un montón de cosas más, que tienen que ver con cómo levantamos ese cabello esa mancha.
—De hecho, a O.J. Simpson lo declararon inocente pese a la cantidad de pruebas que podrían haberlo condenado.
—Exacto. Con ese caso, hubo un antes y un después en cuanto a la valoración de las pruebas forenses. Tenían el arma homicida, tenían manchas, todo que indicaba que había sido él, pero la estrategia de los abogados fue tirar abajo las muestras. Y, cuando tiran abajo eso, se cae la pericia que lo ponía en el lugar de los hechos. Sin esa prueba, queda absuelto. Fijate la importancia de cómo tomar la muestra.
—¿Cómo es el trabajo en el lugar? Pienso ahora en la muerte del fiscal Nisman.
—El caso de O.J. Simpson fue una catarata. Le dio más importancia a la ciencia forense y provocó que la gente tenga más acceso por las series y los libros. Eso también hizo que nosotros pudiéramos tener más formación y mejorar. Además, hoy cualquier persona te puede preguntar si estás haciendo bien tu trabajo. Particularmente, el caso de Nisman estuvo muy contaminado. En todo sentido. Pero, si hablamos del trabajo en el lugar, la presión mediática hace que no se trabaje de la misma forma porque uno sabe que hay miles de ojos. Llegás al lugar y ya hay móviles de televisión. Hace que trabajes distinto; uno no está al 100% que si vos trabajás en un lugar, que lo podés hacer de forma tranquila.
—¿Pero es así una escena? Parecía que había cierta desprolijidad. ¿Se hizo mal o los videos están editados para forzar un tipo de imagen?
—En esos videos, uno veía cosas desprolijas, como a la fiscal entrando sin ningún tipo de protección. Tiene que entrar la menor cantidad de gente posible al lugar del hecho . Por eso, hay un coordinador que hace una inspección ocular para ver dónde prestar más atención y después él elige quién entra primero y quién sigue, porque cada hecho es distinto. No es lo mismo investigar un accidente de tránsito que un homicidio o un múltiple homicidio. En ese momento tendría que haber habido un coordinador. A veces, hay un respeto a la autoridad —”cómo le vas a decir a la fiscal cómo se tiene que vestir”—, pero hay que decírselo porque contamina la escena.
—¿Cómo es un trabajo habitual?
—Los técnicos forenses intervenimos en el lugar del hecho, que es la primera parte. Y hay una segunda parte, que es la autopsia.
—¿Las autopsias son como en la tele?
—Depende de qué serie veas. Yo, que también soy radiólogo y he trabajado con vivos —prefiero trabajar con muertos—, puedo decir que una autopsia no varía mucho de lo que es la cirugía compleja. El cuerpo es nuestro lugar de trabajo en la morgue y hay que hacer la apertura del cuerpo, sacar los órganos. Lo que puede variar es el estado del cuerpo, que no va a estar como en una persona viva.
—Entonces, más o menos, son como en la tele.
—Sí.
—¿Cómo se trabajan las escenas de un crimen a lo largo de un juicio, como el de Nora Dalmasso?
—Nosotros trabajos en el primer momento, que es cuando se tiene el aviso del hecho y hay que ir a levantar evidencias. Después, eso va a una instancia de laboratorio, donde pasan de ser indicios a evidencias. Hago la diferenciación porque muchas veces se toman como sinónimos: indicios, evidencias, pruebas. En el lugar del hecho se habla de indicios; cuando eso pasa al laboratorio y se puede probar como parte del hecho, es una evidencia, y esa evidencia va a ser una prueba en el juicio. En la instancia de prueba, los peritos declaramos cómo se levantó la muestra, cómo se trató, qué análisis se hicieron.
—Cuando murió Diego Maradona, los medios fueron informando de a poco la situación personal y sus problemas de salud. Que se haya dado de esa forma, ¿es también trabajo del forense?
—Hay tiempos. La autopsia se hace inmediatamente una vez que llega el cuerpo desde el lugar del hecho, pero después, cuando se piden análisis complementarios —de toxicología, anatomía patológica, ADN— hay tiempos. Primero, porque no es el único caso y entra en la fila de análisis. A veces puede pasar un mes o dos, dependiendo de la cantidad de hechos que necesiten la intervención de ese tipo de estudios. Con la autopsia no se puede cerrar el caso; se puede dar un informe preliminar. Si fuera algo visible como una herida de arma de fuego o de arma blanca podemos decir que la persona murió por tal cuestión. Pero igualmente es un informe preliminar. Se envían las muestras a distintos laboratorios y, cuando vuelven, el médico va a poder cerrar la causa de muerte.
—En el libro hablás de las distintas evidencias como la sangre, los dientes, los huesos, el ADN, las huellas dactilares, el semen. Pero quería preguntarte si tuviste casos en donde no aparecía ninguna de estas evidencias.
—Las muertes más difíciles de determinar son las que se llaman “muertes blancas”, como la muerte súbita, porque mirás el corazón y está normal, mirás los pulmones y están normales, no hay nada en la piel. Muchas veces encuentran a una persona en su casa sin signos de violencia: esas son las más difíciles de determinar. En esos casos pedís una batería impresionante de análisis complementarios: toxicología, anatomía patológica, hisopados, uñas, hacés dermotest por si disparó y se llevaron el arma, y tenés que esperar los resultados.
—El periodista Federico Fahsbender dice que una historia policial nunca termina porque, o no se descubre al culpable o el culpable es uno más de una cadena. ¿Una investigación policial termina?
—Muchas veces no y eso es lo más complicado, pero no solo para nosotros, sino para la familia. Si aparece un culpable, yo creo que el dolor es el mismo, pero cuando se puede dar un cierre completo hay otra tranquilidad.
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