“Yo no puedo recomendarte como invertir si no te conozco”. Santiago Bulat es uno de los economistas jóvenes más relevantes de la actualidad, y, como buen economista cumple con la premisa más afianzada de la Economía: el corazón que late detrás de toda decisión es humano, y las motivaciones que están detrás del ahorro y la inversión son, sobre todo, humanas.
Hijo de Tomás Bulat, Santiago tiene vuelo propio. Columnista habitual de La Nación y La Nación +, es licenciado en economía por la Universidad de Buenos Aires y magister en Finanzas Corporativas por la Universidad del CEMA. En 2020 recibió el premio ADEBA por la creación de Fidem, una plataforma de inclusión financiera que les permitía a las personas de bajo poder adquisitivo y trabajo informal no bancarizado que pudieran tener acceso a créditos. “Esa gente terminaba accediendo a préstamos muy usureros y de malas condiciones”, dice, “así que lo que ideamos un modelo a través de un scoring alternativo”.
El crédito en la Argentina, dice Santiago, es bajísimo. Es un país en donde se compra un departamento en efectivo y una licuadora en cuotas. La sociedad está muy poco acostumbrada al ahorro y el endeudamiento personal. “En el resto del mundo es una tendencia más habitual; todas las personas están dispuestas a endeudarse para tener su casa. Pero acá no es algo que se haga”.
—Bueno, hay ciertas razones que nos llevan a eso.
—Muchísimas. Tiene que ver con las decepciones que se ha tenido con el sistema financiero, porque se ha quedado con depósitos o les ha pesificado los ahorros. Todo eso llevó a que hoy haya fuera del sistema local unos 400.000 millones de dólares. Tenemos casi un PBI en dólares en el colchón, en inmuebles en el exterior, en dinero no declarado. Este número nos da a entender que el argentino ahorra, pero nunca en este sistema. No está dispuesto a las fluctuaciones que tiene, a las metidas de mano que hay en los privados, a la inflación permanente. Y eso es un problema enorme para la economía.
Inversiones para principiantes
Santiago Bulat participa en esta entrevista, en el marco del recorrido de educación financiera que propone la experiencia educativa Ticmas. La claridad y solidez en las respuestas lo convierten una figura clave para comprender la situación económica del país, una situación muy peculiar que hace que “estudiar economía en Argentina sea un desafío, porque todo el tiempo están chocando los consensos y se confrontan las ideas nuevas y las viejas”.
—Hay un mito que dice que en la Argentina tenemos, después de Estados Unidos, la mayor cantidad de dólares en billetes. ¿Es verdad?
—Creo que estamos terceros; es impresionante la cantidad de dólares en billete. El argentino tiene amor por los dólares; lo que es la contracara del desamor al peso. Nosotros naturalizamos tener un 60% de inflación cuando en el mundo estaba desapareciendo —ahora vuelve a aparecer como un problema, pero es de hasta el 10%, y se está trabajando para que vuelva al 0 o al 2%, porque se saben las consecuencias que trae—. Nosotros somos como la rana hervida que no sabe que se está cocinando. La inflación no es normal y por eso el poco amor que le tenemos al peso; la baja demanda que tenemos los argentinos por los pesos. El peso ya dejó de tener las funciones que tiene una moneda, que, básicamente, es la referencia de las cosas.
—Tener dólares en billete significa que está guardada en cajas, cajones, “abajo del colchón”. ¿Esa plata no genera nada?
—No genera nada, y, es más: en Estados Unidos hay una inflación cercana al 8%, por lo que, en realidad, el dólar está perdiendo su valor. Ahora bien, qué podemos hacer con los dólares: una posibilidad es comprar dólar MEP —dólares vía bonos— y luego hacer inversiones que te permitan un rendimiento. En general son rendimientos bajos; por ejemplo: un fondo común de inversión con activos en dólares. Es una opción muy viable, conservadora, que, en general, no tiene demasiado riesgo. La otra, si los tenés físicos, es construir, pero esa inversión no tiene liquidez. Cuando uno es inversor tiene que pensar: para qué, en cuánto tiempo voy a querer esa plata y qué disponibilidad voy a necesitar.
Cuando uno es inversor tiene que pensar: para qué, en cuánto tiempo voy a querer esa plata y qué disponibilidad voy a necesitar
—¿Por qué el dólar es tan estable frente, por ejemplo, a la inestabilidad del bitcoin?
—El dólar tiene una influencia a nivel mundial; está la Reserva Federal, que sube o baja la tasa de interés y controla la cantidad de billetes. Un tuit de Elon Musk hoy no te puede mover nada. Pero con el bitcoin o los NTFs, Elon Musk efectivamente tiene la potestad de poner un tuit y que el precio del activo disminuya muy fuerte. Por eso, la recomendación es que, si estás dispuesto a arriesgar, que sea con una parte muy chica de tus inversiones.
—¿El plazo fijo ya no es una opción para invertir?
—Es una mala opción porque pierde contra la inflación. Si uno quiere invertir en pesos líquidos, lo mejor es un fondo común de inversión porque te paga más que un plazo fijo y la podés sacar cuando vos quieras. Tenés que avisar con 48 horas de anticipación en tu home banking y te devuelven la plata automáticamente. No tenés que depender de los 30 días del plazo —o, incluso, a veces 60 o 90— y te paga un interés que casi siempre va igual por el plazo fijo o un poquito por encima.
De qué color es tu economía
Desde hace un tiempo, la economía —como todas las demás actividades— se ha visto muy atravesada por una conciencia medioambiental que exige una industria que respete al planeta. De hecho, una de las grandes críticas que se les hace a las criptomonedas es el altísimo consumo de energía eléctrica que requiere. Hoy se habla de economías verdes y azules, pero ¿cómo es la situación en la Argentina? La respuesta tiene dos partes.
Por un lado, del lado del consumidor, el subsidio a la energía hace que tendamos al derroche. “En Europa nadie dejaría el aire acondicionado prendido para el perro”, dice como ejemplo Bulat. “Por no tener noción de lo que cuesta, la demanda aumenta mucho más. Y eso es un problema”.
Pero, a la vez, hay una exigencia que para que los empresarios sean más responsables. “Si como empresa no te importa nada del medio ambiente, va a tener que importarte porque vas a vender menos, porque quienes te compren van a exigírtelo. Creo que es algo inminente”.
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