La realidad educativa del país es compleja. Cada día hay noticias que hablan de problemáticas preocupantes. Problemas edilicios, presupuestarios, bajo rendimiento en evaluaciones estandarizadas,. Un informe de Argentinos por la Educación señala que sólo el 16% de los estudiantes terminan la secundaria en tiempo y forma. Frente a esto, se vuelve necesario pensar soluciones innovadoras, que apuesten por prácticas de enseñanza modernas, y convoquen a los estudiantes de una manera en que se sientan protagonistas de su formación. Si la educación es la forma de mejorar la calidad de vida, la escuela debe señalar el camino e invitar a los estudiantes a recorrerlo.
Con estas premisas se sostiene el Instituto Crucero del Norte, de la provincia de Misiones. Justamente en la provincia en donde, según aquel informe, menos del 10% de los alumnos terminan su educación a tiempo, los docentes de esta joven institución pensaron en un modelo distinto y se convirtieron en la primera escuela de Misiones que implementó el aprendizaje disruptivo y trabaja con una dedicación especial en el aprendizaje basado en proyectos (ABP).
“Nuestra escuela tiene orientación en Educación Física”, dice Cecilia Mendoza, rectora de la institución, “y del proyecto institucional, que tiene como ejes el cuidado del cuerpo y el entorno biodiverso, derivan cuatro proyectos en donde se integran todas las disciplinas”.
El ABP es una metodología que organiza la enseñanza y el aprendizaje alrededor de una pregunta, un problema o un desafío, y que estimula a los estudiantes a investigar, colaborar entre sí, plantear hipótesis y dar respuestas que involucran a distintas disciplinas. El ABP tiene como objetivo comprender el mundo real, provocar aprendizajes situados y significativos, y desarrollar habilidades del siglo XXI.
En el Instituto Crucero del Norte trabajan con cuatro proyectos: en Paisaje pedagógico intervienen Educación Física, Tecnología, Vida en y para la naturaleza, y Artes visuales. El proyecto Cuido y respeto mi cuerpo trabaja con Ética y Biología en primer año, luego se suma Fisicoquímica en segundo y más adelante con Educación Sexual Integral. Las materias de Literatura e Inglés abordan juntas El monstruo contemporáneo. Y en el proyecto Tomando medidas históricas están Geografía, Matemática e Historia.
“Para nosotros era un gran desafío”, sigue Mendoza, “pero teníamos que garantizar el ingreso de los estudiantes y su permanencia. Como no sabíamos con qué nivel educativo iban a comenzar el primer año, decidimos institucionalmente que se comience a trabajar con ABP”.
—Desde este año incorporaron el uso de la plataforma de ABP de Ticmas. ¿Cómo esperan que impacte el uso de la tecnología?
—Nuestros estudiantes reciben esta modalidad de trabajo con mucha expectativa y con mucha esperanza de poder culminar con los estudios secundarios. Casi el 90% de nuestros estudiantes son jugadores de fútbol o se dedican a otro deporte que les demanda mucha carga horaria semanal y diaria. Para nosotros, utilizar las plataformas nos garantiza la continuidad pedagógica. Un ejemplo claro: hay estudiantes que viajan a Buenos Aires porque están fichados en clubes y se ausentan por uno o dos meses, y las plataformas nos da la posibilidad de que los acompañemos en los proyectos y las materias. Para nosotros, eso es fundamental. Está contemplado en la centralidad que tiene el estudiante en nuestra institución.
—¿Cuánto de ese espíritu disruptivo y moderno de la institución adoptan los estudiantes y sus familias?
—Tenemos talleres con las familias para que se familiaricen con la dinámica de los proyectos. Nosotros en primer y segundo año trabajamos definiendo el perfil del estudiante de la secundaria, en tercero hay una acción selectiva de las materias que acompañan el proyecto, y en cuarto y quinto se acompaña el proyecto de vida de cada uno de los estudiantes. Por eso, es importante que los papás comprendan el método de trabajo y, sobre todo, cómo es la evaluación que se lleva adelante. Siempre es una evaluación que busca la retroalimentación, que es abierta a la comunidad, que se realiza en pareja pedagógica —a veces son más, según cuántos estén involucrados—. También cambia la carga horaria. En Matemática, que tiene cinco horas, se trabajan tres horas por separado y dos con los profesores del proyecto. Esa modificación la tenemos que dar a conocer a las familias.
—¿Qué esperan conseguir con este tipo de método?
—La idea es garantizar la permanencia de los estudiantes en la escuela. Hoy la tecnología nos ayuda a cumplir con el objetivo primordial de la institución, que es acompañar las trayectorias educativas de los estudiantes desde diversas modalidades.
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