Elena Duro: “Hace 40 años que hay evidencias de que la repitencia genera más fracaso en los estudiantes”

Fue secretaria de Evaluación Educativa durante la gestión de Esteban Bullrich en el Ministerio de Educación de la Nación. En esta charla realizada en el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro abordó con especial énfasis la manera en que se debe contemplar a la evaluación como parte integral del proceso de evaluación.

Con una vasta experiencia en funciones ejecutivas en organismos internacionales y de Gobierno, Elena Duro ocupó la Secretaría de Evaluación Educativa del Ministerio de Educación Nacional bajo la gestión de Esteban Bullrich, y entre otras cosas, tuvo la tarea de implementación las pruebas Aprender. En un encuentro realizado en el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro, Duro abordó los principales retos y desafíos de la evaluación, entendiéndola como un elemento indivisible del aprendizaje y la enseñanza.

Estas son algunos de los pasajes más destacados del encuentro:

Me tocó estar hace unos años como responsable de un gran equipo de evaluaciones estandarizadas, que eran las pruebas Aprender y, sin duda, tienen un rol y una función para la toma de decisiones en el sistema educativo. Pero previo a ese rol estuve muchos años en UNICEF fomentando procesos de autoevaluación institucional; y creo que hoy la educación se encuentra en un tiempo bisagra. Los dos años que tuvimos de pandemia tuvieron un impacto muy fuerte en la vida de las personas, en la vida de los chicos, en la vida de los docentes. Y también, sin duda, lo va a tener --o es de imaginar-- en términos de resultados de aprendizajes. Se requiere volver a valorizar, revalorizar y repensar la evaluación de aprendizajes en el aula.

Ustedes saben que hace muchos años hay muchas investigaciones --Philippe Perrenoud, en Inglaterra; en Estados Unidos, en España-- que nos vienen diciendo que la evaluación es considerada como un proceso indivisible del enseñar y del aprender. Pero en la formación de nuestros docentes, la evaluación es el último módulo de la última unidad de una formación. Pensamos siempre que la evaluación es un agregado a nuestra práctica pedagógica y un agregado que lleva mucho trabajo, que es tedioso --esto no lo digo yo; los propios docentes dicen que evaluar es tedioso--, y es en el aula donde se tiene que producir la transformación. Tomando las palabras de Neus Sanmarti, una extraordinaria evaluadora española, evaluar, aprender y enseñar es un único y un mismo proceso. La evaluación no es otra cosa que autorregular nuestros propios aprendizajes. En la formación continua y también en la vida en la escuela.

Elena Duro en el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro

Hay que tratar de hablar de dos tipos de evaluación: formativa y formadora. Yo me voy a centrar un poco en la formación formadora, que pone al error en el centro del aprendizaje. Así como todos decimos que ‘el alumno es el centro del aprendizaje’, en el momento de evaluar seguimos con prácticas tradicionales. Evaluar se siente un peso: en la actividad del docente que tiene una gran carga de estrés y ni les digo la carga de estrés que implica para los estudiantes. Tienen una visión negativa de lo que es una evaluación porque se toma como algo en lo que me van a clasificar, en donde me van a poner en comparación con otros, en donde me van a marcar el error de una manera en que el error no está concebido como instancia --la principal instancia-- de aprendizaje.

¿Qué es evaluar? Evaluar es un proceso que implica siempre, sea cual sea el paradigma educativo en el que uno esté sistematización de información, análisis de esa información, y una valoración y una toma de decisión en función de esa información que analizamos. ¿Qué es lo que nos dice Neus Sanmartí Puig? Que, en realidad, es lo que hacemos cotidianamente todo el día. Nosotros estamos todo el día generando ideas, corroborando nuestras ideas, analizando las causas o las razones que las están fundamentando. Si analizamos las razones por las cuales sostenemos esas ideas podemos llegar a corregir los cursos de acción de nuestras ideas y, en función de esa dinámica, es que tomamos nuestras propias decisiones. Eso es aprender. Evaluar es aprender.

Todos hablamos de una educación equitativa, todos sabemos que tenemos que disminuir las brechas de desigualdad, todos sabemos que tenemos que lograr que los alumnos aprendan. Para eso, la evaluación tiene un rol clave, que es determinar cuáles son los mejores dispositivos y las mejores estrategias por las que voy a acompañar al alumno a que pueda autorregular sus aprendizajes. Que descubra dónde están sus errores en ese proceso y que aprenda de ese error. Eso no lo voy a lograr si sigo pensando que la evaluación la va a tomar únicamente el profesor poniéndose en el rol del: “Yo soy el que enseña, yo soy el que evalúo; vos sos el que aprendés, yo te pongo la nota y te clasifico”, sino que voy a tratar de lograr que lo alumnos se autoevalúen mucho más adentro del aula; voy a hacer dinámicas en las que haya co-evaluación entre los alumnos, en grupo y en trabajos colaborativos, y donde voy a intervenir con evaluaciones externas como docente en mucho menor número que las otras prácticas evaluativas.

Elena Duro en el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro

Cuando una piensa en estrategias de evaluación, cuáles son los dispositivos que yo voy a utilizar para cada momento de la evaluación… Todos sabemos que hay momentos de la evaluación: Evaluaciones diagnósticas, evaluaciones formativas, evaluaciones sumativas o de resultado; distintos momentos: todo el día el docente evalúa. Saben que una de las causas del estrés docente es la cantidad de decisiones que toma en función de la valoración de su grupo de estudiantes: cómo se sienta, cómo presta atención, cómo responde. Son cientos y cientos de chicos que ve durante el día. ¿Cómo le facilitamos eso? Brindándole herramientas, brindándole más conocimiento acerca de cuáles son estos mecanismos.

Pero hay un desafío anterior; que, para mí, es el desafío como educadora. Di clases en todos los niveles de enseñanza, menos en el nivel inicial. Y me atrevo a decir que creo que el desafío más grande fue en el nivel medio por un montón de cuestiones. Siempre los jóvenes representan un reto particular, pero, para nosotros, que tenemos una escuela tan antigua, tan estructurada, con tanto peso burocrático, que sigue pensando que el cambio va a estar en el cambio del régimen académico... En estos días he visto por televisión debates por si hay que poner número, si hay que poner niveles de competencia, hay que hacer repetir. La cosa pasa por si los chicos están aprendiendo significativamente o no. Por ahí pasa la cosa.

Y nosotros tenemos una educación y formamos a los docentes en función de una educación muy enciclopedista. Yo ya sé que esto lo decimos mucho, lo decimos hace años, pero sin duda hay que pasar --y esto no significa dejar los contenidos-- a un paradigma de desarrollo de capacidades y competencias. Sin contenidos no hay capacidades ni competencias, pero la información, los contenidos, yo hoy los puedo acceder a través de múltiples maneras. Hoy en las escuelas tenemos que desarrollar capacidades y competencias basadas en esos contenidos. Y las evaluaciones tienen que medir capacidades, porque sino no estamos desarrollando aprendizajes significativos de alta complejidad. Nos quedamos solamente a nivel de reconocimiento de conceptos, reconocimiento de ideas, lectura de gráfico. Voy a dar ejemplos concretos: si estamos hablando de matemática, ¿qué queremos fomentar en matemática? Como la gran competencia queremos fomentar resolución de problemas. ¿Cómo generamos dispositivos de evaluación, de autoevaluación y de co-evaluación que me midan competencias como, por ejemplo, reconocimiento de conceptos, lectura de gráficos, lectura de tablas, adquisición de lenguaje matemático, pero además resolver o extrapolar ese lenguaje a situaciones de la vida cotidiana? Complejidad de más alta complejidad que el reconocimiento de ideas y conceptos.

Elena Duro en el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro

Yo no le escapo a la pregunta de que me digan si la repitencia sirve o no, o si está mal calificar por número. La repitencia desde ya que no sirve, pero no porque lo digo yo, hace 40 años que hay evidencia que la repitencia genera más fracaso en la población de estudiantes. Ahora ¿eso quiere decir que todos pasen sin saber? No, eso quiere decir: cómo genera la educación argentina, que tiene estos altísimos niveles de fracaso en aprendizajes básicos de la población escolar obligatoria, mecanismos efectivos para que se convierta en otra cosa. Pero la respuesta no es la repitencia, y tampoco pasa por si califico por número o por un satisfactorio o un no satisfactorio, si no cuál es la mejor manera de acompañar los procesos de aprendizaje en un enfoque donde la construcción del aprendizaje es una construcción de conocimiento individual y colectiva que requiere un acompañamiento y una guía del docente.

Uno de los estímulos que sugieren como muy positivos para cambiar estas prácticas de evaluación dentro del aula es que, al inicio del año, el docente tenga preparado el dispositivo pedagógico que va a dar su asignatura con la evaluación formativa y formadora que va a hacer a lo largo del año, comunicársela a los jóvenes y a las chicos y a los chicos. Conversarlas con ellos, para que sepan qué se espera de ellos, qué va a ocurrir a lo largo de todo el año. Cómo podemos hacer de la evaluación una actividad entretenida, gratificante. Cómo el error no es una condena que me baja la autoestima sino que ser todos conscientes que si nos equivocamos y trabajamos sobre ese error estamos aprendiendo.

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