A partir del regreso a la presencialidad, muchas instituciones educativas comenzaron a indagar nuevas formas de trabajo en el aula que combinan la virtualidad y la presencialidad a través del uso de nuevas tecnologías. Una de ellas es la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Tucumán. Con más de trece mil alumnos activos entre carreras de grado, posgrado y pregrado, el año pasado, la institución comenzó a poner en práctica una nueva experiencia de cursada denominada “aula híbrida”.
Cuando comenzó la pandemia, la UTN de Tucumán tuvo que migrar todo sistema de enseñanza y aprendizaje al formato virtual. En este sentido, como la institución ya utilizaba herramientas digitales, la transición al esquema remoto transcurrió de manera rápida y sin mayores contratiempos: mientras el campus virtual de la universidad funcionó como un gran centro de operaciones a través del cual los estudiantes podían acceder al material de lectura y a las actividades específicas de cada materia, Microsoft Teams fue la herramienta elegida para que alumnos y docentes puedan conectarse a las clases virtuales sincrónicas y realizar las actividades prácticas diarias. En ese entonces, el gran desafío estuvo en capacitar y brindar asistencia a aquellos docentes que aún no estaban del todo “amigados” con el uso de las nuevas tecnologías.
Lejos de hacer “borrón y cuenta nueva”, a principios del año pasado la universidad comenzó a probar nuevas experiencias de clase que tuvieran en cuenta, además del contexto sanitario, las necesidades de los docentes y estudiantes. El primer paso de esta búsqueda consistió en la conformación de un aula híbrida, la primera aula híbrida de la universidad, la cual se desarrolló en uno de los salones del establecimiento.
“Hoy nos encontramos transitando un nuevo paradigma digital del cual somos parte, pero también protagonistas. La tecnología nos permite buscar nuevos puntos de encuentro entre estudiantes y docentes y reimaginar nuevas formas para educar en el futuro. En este sentido, la educación híbrida, donde converge lo virtual y lo presencial en el aula, además de habilitar nuevas formas de interacción, representa una oportunidad para que más estudiantes puedan acercarse al mundo académico. Este modelo aún se encuentra en una etapa de aprendizaje y experimentación y, por eso, requiere que tengamos en cuenta la realidad de cada uno de los docentes y estudiantes, para poder mejorarlo, y que todos se sientan incluidos”, señaló Tomás Reboursin, director de Negocios, Grandes Empresas e Instituciones en Microsoft Argentina.
Para Fabián Soria, decano de la UTN de Tucumán, el 2021, cuando se habilito la presencialidad de manera parcial en algunas instituciones educativas del país, representó un gran desafío y fue el puntapié que habilitó la búsqueda de nuevas formas de enseñanza y aprendizaje. En este sentido, señaló: “El año pasado significó una oportunidad para repensar y reimaginar nuevas maneras de encontrarnos en el aula. Fue en ese momento cuando pude conocer estas nuevas herramientas disruptivas, las aulas híbridas, las cuales permiten combinar dos modalidades de participación: virtual y presencial. A partir de ello, desde la universidad decidimos hacer una fuerte inversión para equipar cuatro salones con la tecnología necesaria e inmediatamente empezamos con las capacitaciones a nuestros docentes para iniciar con las clases cuanto antes. En este punto es necesario hacer una distinción entre la educación a distancia en tiempos de pandemia, donde prevaleció la urgencia más que la planificación, y la modalidad híbrida que queremos implementar de ahora en adelante, la cual requiere de planificación, articulación y la escucha activa de las necesidades de docentes y estudiantes”.
En el caso de la UTN de Tucumán, el proceso de implementación del aula híbrida se realizó de manera gradual. Durante los cuatro primeros meses, esta modalidad se llevó a cabo una vez por semana y en una sola comisión que comprendía las materias de Álgebra, Arquitectura y Sistemas de Organizaciones, tres asignaciones diferentes entre sí en cuanto a práctica y contenido que permitieron a los estudiantes experimentar distintas formas de interacción híbrida. Asimismo, la disposición de los estudiantes en la clase estuvo condicionada por las restricciones sanitarias del momento: mientras que veintiún estudiantes participaron de manera remota, diecisiete lo hicieron de manera presencial, al igual que los docentes, quienes también tuvieron la posibilidad de dar clases de manera virtual, si la situación así lo requería.
En cuanto al equipamiento, en el salón se instalaron dos pantallas: una pantalla interactiva, para presentar los contenidos de la clase de manera didáctica y entretenida, y otra pantalla aledaña que permitía visualizar a los alumnos y/o docentes que se encontraban participando de la clase de manera remota, a través de la plataforma Microsoft Teams. Además, los docentes que formaron parte de la experiencia híbrida tuvieron que tomar capacitaciones para poder utilizar la tecnología y el equipamiento que se instaló en el aula e incorporar nuevas prácticas pedagógicas que permitieran integrar ambas modalidades de participación.
De acuerdo con los datos de una encuesta interna que realizó la institución a los estudiantes que participaron de la experiencia híbrida, el nivel de satisfacción de los alumnos con respecto a esta modalidad fue de 3.88 sobre 5, siendo uno “muy malo” y cinco “excelente”. Asimismo, en cuanto a la funcionalidad del equipamiento tecnológico que se instaló en el aula, de las cuarenta y tres personas que respondieron la encuesta, cuarenta consideran que las herramientas utilizadas fueron las adecuadas.
Hacia un nuevo contrato social de educación
Hace unos meses, a raíz de los cambios forzosos que generó la pandemia en la educación, la Unesco elaboró junto a Microsoft un documento que invita a pensar un nuevo contrato social para la enseñanza. En diálogo con Infobae, Mr. Borhene Chakroun, director de la División de Políticas y Sistemas de Aprendizaje Permanente del sector educativo de la UNESCO (BC) y Luciano Braverman, director de Microsoft Educación Latinoamérica (LB), explicaron los alcances:
-¿En qué medida la pandemia y el cierre de escuelas generó la necesidad de forjar un nuevo contrato social para la educación?
BC: La pandemia abrió los ojos del mundo al tremendo potencial transformador de las tecnologías digitales, pero también al trabajo que queda por hacer para cumplir las promesas de la tecnología de manera inclusiva e intencional. Antes de la pandemia de COVID-19, el aprendizaje digital e híbrido rara vez se consideraba una prioridad en las agendas educativas nacionales. Cuando las escuelas cerraron, rápidamente se convirtieron en elementos clave para garantizar la continuidad del aprendizaje.
Muchos países tuvieron que comprender apresuradamente lo que se requería para implementar el aprendizaje remoto e híbrido a gran escala. Esto significó evaluar y actualizar las políticas y prácticas existentes que apuntaban, por ejemplo, a la provisión de dispositivos digitales y conectividad, la capacitación de docentes en habilidades digitales, el desarrollo de plataformas nacionales de aprendizaje, la digitalización de los planes de estudios y la planificación para la reapertura de escuelas híbridas y completas, entre otros.
Frente a perspectivas ambientales, sociales y económicas frágiles en un mundo que cambia de manera veloz, la pandemia demostró que las capacidades de aprendizaje digitales e híbridas son un componente esencial de los ecosistemas de aprendizaje resilientes. Si bien la educación a distancia debe verse como una solución temporal en situaciones de crisis, las tecnologías digitales pueden seguir aprovechándose para garantizar el derecho a una educación de calidad durante toda la vida.
LB: Complementando lo que comenta Mr. Borhene: sabemos que, durante la pandemia, muchos problemas relacionados a la desigualdad se agravaron a nivel mundial. En Latinoamérica, enfrentamos una realidad muy compleja y dolorosa que afecta a las personas en sus posibilidades de acceder al trabajo y todo lo que esto implica. La potencia con la que estas situaciones se hicieron visibles en estos últimos dos años nos invita a repensar, entre otras cuestiones, los enfoques educativos.
Por otro lado, es verdad que, por mucho tiempo, gran parte del sector educativo —aunque no todo— se tomó su tiempo a la hora de integrar herramientas digitales a la enseñanza y el aprendizaje. El enfoque predominante se centraba en la enseñanza en el aula física. Pero, la urgencia derivada de la pandemia transformó la situación e intensificó aspectos como la inclusión y la equidad en el acceso a la información y el uso responsable de la tecnología. Y, sobre todo, potenció el rol de los educadores, expandió los límites del aula mediante el aprovechamiento de plataformas y programas digitales, y generó transformaciones muy rápidas tanto en la educación como en otros ámbitos de la sociedad. En este sentido, es necesario subrayar que, más allá de esos movimientos, fue gracias al esfuerzo de los docentes que el sistema educativo se sostuvo.
-¿Creen que el cierre educativo visibilizó déficits de aprendizaje e hizo que las familias se involucraran con mayor énfasis en la educación de sus hijos?
LB: Nuestra región enfrenta problemáticas muy particulares y urgentes que, sin duda, la pandemia visibilizó y potenció. Es verdad que aún tenemos desafíos importantes —sobre todo en cuanto a desigualdad e inclusión. Sin embargo, también aprendimos que este es un proceso, un trabajo en desarrollo que se debe enfrentar en comunidad, y en el que las familias también jugaron y juegan un papel relevante. En este sentido, la pandemia puso de relieve algunas de estas problemáticas, pero también implicó una oportunidad, por ejemplo, en términos de adopción de nuevas tecnologías.
Estamos convencidos de que el sector seguirá beneficiándose de todos estos desafíos, porque fuimos testigos de cómo los educadores y las familias navegaron por el aprendizaje remoto y la planificación de lo que está por venir. Por eso, los reconocemos y celebramos a todos como héroes. Asimismo, estamos comprometidos a aprender de sus logros y a seguir creando tecnología que sea relevante en cada realidad.
BC: Sumando a lo anterior: en los últimos dos años, el cierre de escuelas causó un daño innegable en los alumnos y el aprendizaje. Sin embargo, los cierres continúan en muchas partes del mundo. A finales de febrero de 2022, la UNESCO estimó que, aunque la mayoría de los países ha abierto las escuelas por completo, 42 países solo han abierto parcialmente las escuelas y seis permanecen completamente cerradas.
Estos daños han tenido impactos tanto inmediatos como a largo plazo en el aprendizaje. Un informe conjunto reciente de la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial sugiere que los escolares de todo el mundo han perdido aproximadamente dos billones de horas de tiempo de instrucción. El éxito del aprendizaje remoto y el apoyo familiar se dibujan claramente a través de las divisiones sociales y económicas. Esto significa que las pérdidas de aprendizaje son peores para los niños más vulnerables, y las niñas a menudo sufrieron mayores pérdidas de aprendizaje que los niños porque las normas y expectativas de género afectan la capacidad de los alumnos para participar en el aprendizaje a distancia y regresar a la escuela. Estos déficits se reflejarán en el desarrollo económico y vocacional de nuestros jóvenes más marginados en los años venideros.
-¿Cómo debería ser la interacción de los docentes con la tecnología en ese nuevo contrato social para la educación de las próximas décadas?
LB: Sin duda, la tecnología seguirá teniendo un papel importante en todas las áreas. Sin embargo, no podemos perder de vista que la transformación digital se trata de cómo usamos la tecnología de manera holística para ayudar a que, por ejemplo, en el caso de la educación, los estudiantes puedan incorporarlas de manera crítica y desarrollen las habilidades que les requerirá el futuro.
La transformación digital comienza con las personas: la flexibilidad, la empatía, la comunicación y una mentalidad de crecimiento, son la clave. Un cambio verdaderamente transformador requiere de mucho más que una tecnología, también necesita un cambio cultural, capacitación efectiva, determinación para poder hacer la diferencia y una profunda visión de lo que es posible. Es decir, para que la transformación de la educación sea real y efectiva en la región, debemos abrir el diálogo a todos los niveles de la sociedad para, juntos, poder analizar, diseñar, desarrollar, implementar y evaluar un plan de transformación continua.
BC: Agrego que la tecnología no debería sucederle a los maestros. Los docentes deben participar en cada paso del proceso de transformación digital en la educación. La tecnología puede empoderar a los docentes como creadores de contenido educativo y como instructores inclusivos de alta calidad, pero también puede ser una carga pesada. La integración de nuevas herramientas digitales en una práctica docente de manera flexible y fluida puede ser un desafío, especialmente cuando las herramientas son elegidas por líderes escolares o legisladores que pueden no tener la misma experiencia pedagógica que los instructores de aula. Es importante que la pedagogía impulse el desarrollo de tecnología educativa que pueda respaldar prácticas inclusivas, en lugar de que la tecnología educativa cambie la pedagogía sin los años de experiencia e investigación de las mejores prácticas en el campo de la educación.
Se debe apoyar a los docentes para que desarrollen habilidades en el uso eficaz de las tecnologías y las pedagogías digitales, y para que se vuelvan expertos en los lenguajes multimodales contemporáneos. Con una capacitación adecuada y un discurso en toda la escuela, los maestros podrían seleccionar, desarrollar e integrar contenido digital en sus prácticas pedagógicas con confianza. Se deben establecer redes para que los docentes se apoyen mutuamente a través de la creación de contenido digital abierto y colaborativo.