Manuel Vidal: “Para saber lo que piensa un docente con respecto a su carrera no necesitamos hablar con los sindicatos”

Esta semana se trata en la legislatura de la ciudad el proyecto de ley que propone un cambio en la carrera docente. El jefe de Gabinete del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires estuvo en el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro y habló de la reforma, los puntos clave para entenderla y de cómo esperan hablar con quienes aún levantan voces de disenso

Este jueves 12 de mayo es un día crucial para la educación en la ciudad de Buenos Aires y, dependiendo de las elecciones presidenciales del año próximo, quizá se convierta en el primer paso para una reforma de la carrera a nivel nacional. Es que ese día se presenta el proyecto de ley de Fortalecimiento de la Carrera Docente, que impulsa cambios en el trabajo de maestros y profesores. El más importante tiene que ver con la creación de nuevos cargos que les dan la posibilidad a los docentes para que no deban elegir entre seguir en aula o concursar para puestos directivos como hasta ahora, sino que puedan ocupar ambos roles.

Manuel Vidal, jefe de Gabinete del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, visitó el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro y presentó los argumentos por los que entiende que la reforma es necesaria. “Queremos transformar un estatuto docente que tiene más de sesenta años. Más allá de que hubo algunas reformas leves, hace mucho que no se lo toca porque involucra la vida de muchas personas, de muchos docentes; hay muchos sindicatos. Venimos muy encaminados trabajando hace cuatro años —y dos años en los que aceleramos el proceso— y, si Dios quiere, todo indica que será aprobada esta reforma que hace tanto que queríamos llevar adelante”.

Ante un auditorio colmado, Vidal contó cómo fue el recorrido que realizaron para presentar el proyecto, en el que se encontró con voces en desacuerdo y protestas. “Fue un camino en donde se buscaron puntos de encuentro”, dijo. “Las transformaciones educativas cuestan. Involucran a muchas personas. Pensemos que en el país hay 1.200.000 docentes. Es la vida de mucha gente y de sus familias. Ni hablar que hacemos esta transformación pensando en los beneficiarios directos, que son los chicos”.

Manuel Vidal en el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro

Guillermina Tiramonti dice en El gran simulacro, su nuevo libro, que el Estado ha dejado la educación en manos de los sindicatos y, por lo tanto, la discusión sobre la educación ya no es sobre los contenidos sino sobre el dinero: los sueldos. Ustedes tienen diecisiete sindicatos. ¿De qué forma se entra en juego con los intereses de los sindicatos?

—Nosotros tenemos la concepción de que con los sindicatos docentes hay que discutir todo lo que tenga que ver con los derechos de los trabajadores: pueden ser los salarios o las cuestiones que afecten a los derechos. Pero no necesariamente tenemos que discutir la política educativa porque ese es un rol principal del Estado. Esa es una discusión de fondo que damos con respecto a lo que pasaba hace algunos años. Quien define la política pública es el Estado. La política educativa la definen los gobiernos, que, en un período de cuatro años, tienen la responsabilidad política de representar al Estado. Eso no quiere decir que no haya mesa de diálogo con los sindicatos. Ellos tienen mucho para aportar, porque además tienen muchos años en el sistema educativo. Nosotros escuchamos y tratamos de acercar puntos de encuentro, pero finalmente tomamos una decisión. Y estamos convencidos de hacia dónde tenemos que ir. Tomamos el rumbo que creemos que es el mejor para el sistema educativo de la ciudad de Buenos Aires.

¿Hacia dónde apunta la transformación educativa?

—Como te decía antes, existieron algunos cambios a la carrera, pero nada que en sesenta años tuviera que ver con los incentivos de un docente a lo largo de su desarrollo profesional. Cuando un docente termina el profesorado e ingresa a trabajar en el sistema educativo, qué incentivos tiene para ir creciendo.

La antigüedad.

—Hoy, para un docente que quiera quedarse en el aula, no existe otro incentivo que el paso del tiempo para ganar más dinero. Si elige quedarse en el aula, sólo puede ganar más dinero o ser reconocido profesionalmente por el paso del tiempo. Ahora, si decide salir del aula, puede ascender a cargos directivos. Es una carrera hacia arriba, una carrera vertical. No existe ninguna opción de crecimiento horizontal como en otras disciplinas. Entonces, hay docentes que no quieren salir del aula, pero la carrera te invita a salir si querés ganar más dinero o ser reconocido. Nos gustaría que los mejores docentes, aquellos que eligen quedarse en el aula porque tienen la vocación de enseñar y estar con los alumnos, puedan crecer y quedarse en el aula.

¿Reduce la oferta educativa? La oferta de cargos, me refiero.

—Al contrario, la amplía: son nuevas oportunidades. Aquel docente que quiera elegir ir a cargos directivos puede hacerlo. Pero hoy solo tenía ese camino. Nosotros abrimos la posibilidad de un crecimiento horizontal, donde aquel docente que quiera quedarse adentro del aula y ser reconocido, pueda acceder a una formación específica y convertirse en maestro especialista y presentarse a un concurso. Es un cargo de ascenso; es raro pensar en un ascenso hacia el costado, pero sucede en muchas otras disciplinas. El que quiera conducir una institución educativa, también va a seguir teniendo esa posibilidad. Pero, repito, es importante destacar que hoy ese era el único camino.

Manuel Vidal en el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro

¿Cuánto cambia la formación docente a partir de la transformación que proponen?

—No cambia la formación inicial; la ley no cambia la carrera del profesorado, pero cambian los incentivos a tu desarrollo. La idea es que elijas determinados trayectos que va a ofrecer el ministerio de Educación y otras instituciones educativas para que mejores en tu práctica docente. No tiene tanto contenido de formación teórico; más bien tiene que ver con la mejora en la praxis, y es el gran desafío que los propios docentes nos cuentan. Los docentes que recién salen del profesorado se encuentran con una realidad que no necesariamente vieron en la carrea. Como nos pasa a casi todos, la mayor parte de nuestro aprendizaje lo hacemos en la práctica. Entonces, hoy, en un mundo que cada vez más rápido se requiere de docentes actualizados permanentemente. Imagínense a un docente arrancando como cuando nosotros fuimos a la escuela, que escriba “Hoy es viernes, día soleado”. El alumno mira el teléfono y sabe que hay nubarrones por la tarde, no se cuántos hectopascales y un montón de información adicional. Hoy el docente necesita estar mucho más actualizado manejando herramientas que se vuelvan una forma de catalizar los conocimientos de los chicos.

¿Cómo se llegó al consenso de la ley?

—Es importante destacar que no es con pleno consenso. Una cosa es apostar al consenso...

Cuando decís pleno consenso, ¿es con otras fuerzas políticas o internamente en Juntos por el cambio?

—Me refiero a otras fuerzas políticas y a algunos sectores sindicales. Esta no es una reforma que tiene pleno consenso. Es una reforma que se está tratando en la legislatura de la ciudad, que es el ámbito en donde se tiene que tratar una reforma de esta naturaleza, porque es una ley que modifica una ley existente y requiere de una mayoría simple. Por supuesto, hacia el interior de la coalición de Juntos por el Cambio tiene consenso total, y después hay otros sectores que no están de acuerdo. Pero este es el juego de la democracia. Tampoco hay que tenerle miedo al disenso democrático. Distinto es cuando ese disenso genera que no se pueda avanzar, genera un bloqueo otro o nos salimos de los carriles democráticos y utilizamos la violencia. Ahora bien, el disenso es lógico. Seguramente todos los que estamos acá no tenemos la misma opinión de hacia dónde tenemos que ir.

Coincido en que el disenso fortalece la discusión, pero ¿cómo van a hacer para escuchar a esas voces que disienten con la ley?

—Este es un proceso largo. En el inicio de las sesiones ordinarias, allá por el primero de marzo, el jefe de Gobierno anunció que metía el proyecto en la legislatura, y ya estamos en mayo, con lo cual la semana que viene podría ponerse en tratamiento. Son muchos meses en los que la comunidad educativa pudo participar. Pero esto viene de antes, porque hablamos con muchísimos docentes. Aprovechamos la pandemia que nos daba la posibilidad de hacer reuniones virtuales masivas; recibimos el intercambio del docente directo. Yo, para saber lo que piensa un docente con respecto a su carrera no necesito hablar con los sindicatos. Hay que hablar con quien está en las aulas, con quien tiene tiza en las manos, con quien está frente a un alumno tratando de producir conocimiento. Esas son las voces que nosotros escuchamos, aunque a veces suenen más alto las voces de aquellos que son más ruidosos o tienen más micrófonos. Nosotros consideramos que hemos hablado con el sistema educativo y, producto de eso no, hay un gran conflicto. Vos lo decías antes: yo no podría estar hablando en este momento si no hubiera un consenso mayoritario sobre la reforma, seguramente habría alguno puteándome, tirándome alguna cosa.

Te agradezco la franqueza de tus respuestas, pero ¿no te la estás jugando demasiado?

—Todo lo que dije son cuestiones de sentido común, que en Argentina hace mucho tiempo es el menos común de los sentidos. Pero, si lo pensamos: hace sesenta años que esto no se cambia. El mundo avanzó muchísimo. El otro día me mostraron en Infobae un video de cómo se multiplica el conocimiento. Estamos en un momento exponencial. La escuela no puede quedar ajena. Porque si no, como ya han dicho otras personas antes que yo, es una escuela del siglo XIX con docentes del siglo XX y alumnos del siglo XXI. Eso tiene que dejar de ser enunciado para pasar a la acción: tiene que transformar. Y la transformación no siempre es en una sola dirección. El progreso ha tenido avances, retrocesos, un paso atrás, dos pasos adelante. Seguramente este proyecto de ley es perfectible, y seguramente en el futuro vendrán otros que construyan sobre este proyecto. Nosotros mismos construimos sobre el camino recorrido. Por decirlo burdamente, no queremos tirar a los viejos por la ventana; todo lo contrario. Esas personas ya tomaron la decisión en su carrera y no los afecta esta reforma. Esta reforma es para que tengan más oportunidades quienes vienen después. No se tocan los derechos adquiridos; se avanza hacia el futuro y eso va a ser mejor para los alumnos de la ciudad de Buenos Aires y, si Dios quiere, a futuro otras provincias del país puedan seguir en este avance.

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