“Un libro que es una bomba incendiaria, esa clase de libro que llega a las escuelas y cambia a la institución, que cambia a los docentes… también a los padres”, así iniciaba Patricio Zunini la presentación de la entrevista a Guillermina Tiramonti en el auditorio de Ticmas, en la Feria del Libro, a propósito del provocador ensayo El gran simulacro. El naufragio de la educación en Argentina (El Zorzal, 2022)
Tiramonti, que es licenciada en Ciencias políticas y con un máster en Educación, profesora en escuelas secundarias desde 1973 y en Universidades desde el retorno de la democracia, tiene a la educación como centro creador de sus ideas. “No estoy enojada con la educación, estoy enojada con el derrotero que ha tenido el sistema educativo, y aquellos que instrumentan el sistema”, planteó ante las críticas que suele recibir por la “dureza” de sus pensamientos.
En su análisis, Tiramonti señaló cómo el asistencialismo copó las aulas; la mala y escasa formación docente, la falta en la calidad educativa y cómo la pandemia del covid no produjo una nueva pedagogía.
“El libro intenta levantar el velo sobre el sistema, y decir lo que pienso sobre lo que pasa en el campo educativo, le guste a quien le guste”, se río honestamente y agregó: “Este país es muy denso culturalmente, en un mal sentido. En el sentido que oprime, donde se determina qué tenés que pensar, lo que está bien, lo que está mal”. Y destacó que quienes trabajan en la Academia también están atrapados por el dogma de qué pensar y cómo expresarse.
“Decimos que somos igualitaristas, pero cuando ves los resultados; ya sea a través de las evaluaciones, a través de la trayectoria de los chicos… resulta que la educación argentina es una máquina de reproducir desigualdades”, aseveró y subrayó: “Y todo el tiempo nos llenamos la boca diciendo que trabajamos para la igualdad”
La idea de trabajar en el título de su libro con la palabra “simulacro” destaca la posición de Tiramonti sobre la falsedad de la escuela como lugar de igualdad.
“Parece que los chicos pobres son minusválidos”, ironizó Tiramonti
Un comedor también es enseñar
“En el mismo espacio donde se da de comer, se puede enseñar. Y además dar de comer puede ser un motivo de enseñanza”, planteó la autora y criticó ciertas posiciones que se mantienen a la hora de educar a los niños que provienen de familias de bajos recursos. “Parece que los chicos pobres son minusválidos, por lo tanto yo los tengo que amar, los tengo que querer, les tengo que dar de comer, pero no enseñarles”, ironizó Tiramonti ante la condescendencia de ciertos agentes educativos y políticos. Y destacó: “Hay una pedagogía que debe considerar la situación socio-cultural de los chicos, para poder enseñarles y que ese chico tenga la misma posibilidad que otro”.
Además recordó una entrevista que le hicieron al futbolista Carlos Tévez, en la que contó que si bien él estuvo nueve años en la escuela en Fuerte Apache cuando terminó salió sin saber leer ni escribir, y que si bien ahora puede hacerlo, lo hace con gran dificultad. Este ejemplo, le sirvió a Tiramonti para marcar la importancia de dar las mismas oportunidades educativas a todos los niños que no tienen la estrella de lograr convertirse, como en el caso de Tévez, en una figura única.
Formarse para el trabajo
Durante la charla, Tiramonti planteó que las investigaciones demuestran que a mayor pobreza- independientemente del alcance educativo- hay mayor desocupación, y aseguró: “Los que tienen título universitario y son pobres tienen un nivel de desempleo altísimo”. “Los criterios del mercado no son la titulación, sino el origen socioeconómico de la persona. Eso es una bomba”, aseguró la profesora.
“En la Argentina hay una querella muy fuerte en cuanto a la alfabetización y las matemáticas”, indicó Tiramonti sobre la crisis que enfrentan los profesores universitarios cuando se encuentran con alumnos no preparados para ese nivel académico. También cuestionó el imaginario acerca de la tecnología como una rama de estudio para ciertos sectores; esa falsa idea de que “esa sofisticación” no es para los alumnos de menores recursos.
Y reflexionó: “El conocimiento de programación, el conocimiento tecnológico es un conocimiento más accesible que el conocimiento ilustrado para los chicos de los sectores populares ¿Por qué? Porque no requiere un capital ilustrado previo. Son nuestros prejuicios los que hacen la reproducción de estas ideas”.
La educación “progre”
“Con esa amenaza no me corren más, con ser de la derecha”, zanjó Tiramonti sobre las críticas que recibe por sus pensamientos y críticas a ciertos sectores educativos. “Yo creo que el Estado- y por eso escribo ésto- es fundamental en la educación y lamentablemente tenemos un Estado que no es capaz de otorgar la educación que necesita la sociedad”.
“El progresismo le ha hecho mucho daño al sistema educativo, en el sentido de imponer barreras ideológicas que terminan perjudicando a los sectores populares”, y sentenció con humor: “Si eso es de derecha, y bueno, seré de derecha”.
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