En 2006. la Ley de Educación Nacional estableció la jornada extendida para todas las primarias del país. Trece años después, de acuerdo a los últimos registros oficiales, solo el 14,1% de los chicos asiste más de cuatro horas al día a la escuela. Los datos, sumado a los dos años de pandemia, llevaron a que el Gobierno impulsara una hora extra para todo el nivel.
Dentro de los 678.161 alumnos que pasa más de cuatro horas en la escuela, el 7,3% accede a jornada completa (8 horas de clase) mientras que el 6,8% va a jornada extendida (más de 4 horas pero menos de 8). En total, 4.130.015 estudiantes concurren a jornada simple.
Los datos surgen de un nuevo informe del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Cecilia Veleda, doctora en Sociología de la Educación y Gabriela Catri y Martín Nistal del Observatorio. El informe releva el avance de la extensión de la jornada escolar en primaria y refleja las profundas diferencias que se registran entre las provincias.
Entre 2011 y 2019 hubo un pequeño aumento de estudiantes que asisten más de 4 horas a clases. Aunque muy lejos del objetivo inicial, unos 247 mil sumaron tiempo escolar. La provincia con mayor crecimiento en este período fue Tierra del Fuego (+20,7 puntos porcentuales), que a su vez es la que más cerca está de universalizar la jornada completa o extendida en primaria. Le siguen Córdoba (+18,6 pp) y la Ciudad de Buenos Aires (+15,2 pp). En el otro extremo, las de peor cobertura son Santa Cruz (2%), San Luis (4,3%) y Corrientes (4,4%).
“La universalización de la jornada extendida exige muchísima inversión. Hoy la mayoría de las escuelas funciona en turno mañana y tarde. Por lo tanto, habría que ampliar los espacios disponibles para que los chicos puedan estar más horas en la escuela. Así, el magro avance de esta política se explica en lo esencial por insuficiencia presupuestaria, tanto para infraestructura como para cargos docentes”, explicó a Infobae Cecilia Veleda, autora del informe.
Según el estudio, la forma en que las provincias extienden la jornada es muy variada. Tierra del Fuego aplicó una política muy similar a la que impulsa el gobierno nacional, de sumar una hora más de clase. Luego otros distritos como la provincia de Buenos Aires, CABA o Río Negro optaron por duplicar sus jornadas en algunas escuelas.
A nivel nacional, también hay diferencias según nivel socioeconómico, aunque con una singularidad. Los alumnos de nivel socioeconómico alto, como se suponía, son los que más asisten más a escuelas con jornada extendida o completa (20,8%), pero los chicos de sectores bajos (17,4%) pasan más tiempo en la escuela que los estudiantes de clase media (11,8%).
“El estudio muestra un aspecto positivo y poco conocido: los estudiantes de nivel socioeconómico bajo no se diferencian mucho de sus pares de otros sectores sociales en el acceso a jornadas más extensas. Pero algo que no puede mostrar el estudio, por falta de estadísticas más precisas, es que en el segmento de las clases más altas casi todos los estudiantes asisten a jornada completa, lo que realimenta las desigualdades”, advirtió Juan Llach, exministro de Educación de la Nación.
La hora extra en primaria
La propuesta del ministerio de Educación nacional pretende buscar una solución intermedia ante la dificultad de contar infraestructura escolar para la extensión de la jornada. La intención es sumar una hora diaria y pasar de 720 a al menos 950 horas anuales de clase en las primarias públicas -equivalente a 38 días de clase-.
En un principio el anuncio de la medida había generado resistencia tanto en sindicatos como en algunos ministerios provinciales. En la última reunión de Consejo Federal se destrabó la discusión y se acordó avanzar gradualmente en la propuesta. Ahora, según los cálculos que Nación realizó junto a las provincias, para 2023 esperan tener el 60% de las primarias con ampliación de horario, en 2025 pretenden cubrir al 80% del sistema y en 2027 aguardan universalizar la jornada extendida.
La implementación, sin embargo, presenta dificultades de distinta índole: cargos docentes de cuatro horas, rutinas escolar y familiares alteradas y hasta superposición de turnos. “Un obstáculo de partida es haber lanzado esta política con el ciclo lectivo iniciado. Va a ser muy difícil reorganizar la vida de las escuelas y las familias sobre la marcha y va a generar una mala predisposición frente al cambio. Para que una política así tenga impacto en los aprendizajes el planeamiento y el acompañamiento técnico a las escuelas es clave”, señaló Veleda.
Para Veleda, hay varias alternativas más viables para ampliar el tiempo en el aula: 1) Reducir el impacto de los paros docentes. 2) Aprovechar mejor el tiempo ya disponible, ya sea reduciendo el ausentismo de docentes y alumnos o atendiendo los problemas de infraestructura. 3) Planificar a futuro el uso de los espacios en el contexto de baja de la natalidad y, por ende, de la cantidad de alumnos por escuela y docente. 4) Generar alternativas de aprendizaje remoto asincrónico. 5) Analizar alternativas de expansión de la jornada con los edificios disponibles. 6) Priorizar la ampliación de la infraestructura en los contextos más vulnerables para garantizar ahí sobre todo la jornada extendida.
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