Educación y futuro: el Pensamiento Computacional como política educativa

Ticmas organizó dos jornadas en Montevideo para abordar las estrategias de transformación educativa en el país. Emiliano Pereiro, jefe del área de Pensamiento Computacional del Plan Ceibal, contó cómo es el proyecto que este año impacta en la educación de más de 40.000 estudiantes

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Emiliano Pereiro en las jornadas
Emiliano Pereiro en las jornadas educativas de Ticmas en Montevideo

Si siguiéramos a través de la historia reciente de la educación, veríamos que en cada etapa la tecnología actuó como el gran articulador del futuro. La fascinación por la carrera espacial de los 70, el optimismo cibernético de los 80, la computadora personal en los 90, el acceso a internet de los 2000, la expansión del teléfono celular en estos años: el imaginario tecnológico impone un estado de ánimo que interviene en la educación, la escuela, el aula. Pero ¿cuánto de eso baja realmente al aula? ¿Siempre que hablamos de tecnología nos referimos, en realidad, al uso de dispositivos? ¿De qué manera la computadora —la idea de la computadora— nos estructura el pensamiento?

Estas fueron algunas de las ideas que se debatieron en las Jornadas Internacionales de Educación y Futuro que la plataforma Ticmas organizó en Montevideo, con la intención de abordar las diferentes estrategias que persiguen la transformación educativa en el país. Con la presencia de más de veinte referentes, se realizaron paneles, debates, entrevistas, presentación, actividades y prácticas. Entre los invitados, estuvo Emiliano Pereiro, jefe del área de Pensamiento Computacional del Plan Ceibal, que participó en una entrevista a cargo de Patricio Zunini, en donde contó cómo es el proyecto que lleva adelante.

Emiliano Pereiro es licenciado en Sociología por la Universidad de la República (Uy) y Magíster en Políticas Educativas por la Universidad Torcuato di Tella (Arg.). Actualmente se desempeña como jefe del área de Pensamiento Computacional del Plan Ceibal de Uruguay. En el año 2016 fue cofundador del proyecto Pansophia, un espacio con colegas argentinos para pensar el futuro de la Educación. Ha sido invitado como orador por UNESCO, La Universidad Autónoma de México y el laboratorio de investigación e innovación en Educación para América Latina y el Caribe, SUMMA. Militante por la introducción del Pensamiento Computacional y la Inteligencia Artificial en los sistemas educativos de nuestra región.

¿Cómo se impulsa un programa de pensamiento computacional en las escuelas?

—Estamos cumpliendo cinco años del programa de Pensamiento Computacional en Ceibal. Ha sido un largo proceso iterativo; hemos cambiado bastante la modalidad del programa. Hoy tenemos un programa consolidado que trabaja en el 60% de las escuelas públicas uruguayas. Es un programa voluntario: las maestras se inscriben para participar al inicio del año, y cada año se van inscribiendo más. Ahora llegamos a los 2.000 grupos, lo que equivale a unos 40.000 niños. Trabajamos con un modelo que empezó Ceibal en Inglés, y es con un docente remoto que conoce el lenguaje de programación y, a través de los equipos de videoconferencia instalados en las escuelas, trabaja junto con la maestra de aula en dupla pedagógica. Lo trabajamos de manera interdisciplinaria.

¿Cómo abordan el trabajo?

—Trabajamos conceptos específicos de pensamiento computacional con otras áreas del conocimiento. Se trabaja en proyectos que duran entre ocho y diez semanas —lo que significa que hay entre tres y cuatro proyectos en el año— para alcanzar soluciones a través del pensamiento computacional. Se trabajan conceptos como qué es un algoritmo, cómo se trabaja con algoritmos y abstracciones. Y se hace con Matemática, con Lengua, pero también con Arte, con inteligencia artificial. Tiene muy buena repercusión en la comunidad docente. Porque esto lo construye la comunidad docente de abajo hacia arriba. Nosotros brindamos las herramientas para que lo puedan llevar adelante.

Ceibal siempre fue de avanzada y el programa de Pensamiento Computacional lleva cinco años: ¿cómo se dieron cuenta que era necesario empezarlo a desarrollar?

—Ceibal siempre fue una organización de vanguardia. Pensemos que se creó en el 2007. Para que se den una idea, en el 2007 salió el primer iPhone. En ese momento hubo un cambio en la tecnología, y en los últimos años —cinco, siete, ocho años— la digitalización ha impactado tremendamente en el mundo. La pandemia la aceleró todavía más. Hoy estamos rodeados de algoritmos. Piensen con cuántos algoritmos se cruzaron desde que se levantaron hasta que vinieron acá: todo el tiempo estamos interactuando con algoritmos que influyen en nuestras decisiones. Es importante que nuestros estudiantes puedan problematizar y entender qué es un algoritmo, comprender cómo funciona, cómo es el impacto que tienen en su vida. A la vez es importante que desarrolle habilidades de programación, y que se deje influir en alguna opción de carrera terciaria vinculada a la tecnología, que es algo que falta en nuestros países. Tenemos mucho déficit en la región. Esas son grandes razones como para empezar a trabajar en el tema.

El pensamiento computacional, una de
El pensamiento computacional, una de habilidades del siglo XXI que se desarrolla con mucho énfasis en el plan Ceibal

¿Cómo se mide el éxito del programa? ¿Cuáles son los criterios de evaluación?

—Es una gran pregunta porque el pensamiento computacional es algo nuevo. La bibliografía ha cambiado en los últimos años; se ha avanzado en el tema y esto también se traduce en que hay pocos instrumentos de evaluación estandarizada para medirlo. Nosotros, entonces, tenemos varias instancias de evaluación. Hacemos una encuesta al final del año con las maestras para ver qué valoran del programa y de los aprendizajes de los chiquilines, y realmente nos dan números muy positivos. En la última, el 94% de las maestras le recomendarían a una colega trabajar con el programa y el 97% estaba conforme con el aprendizaje y la motivación de los chiquilines. Eso, en lo que tiene que ver con una evaluación de procesos.

¿Y en la evaluación de aprendizajes?

—También tenemos una línea de evaluación de aprendizajes, sobre todo porque es algo que está avanzando en el mundo. La próxima edición de Pisa va a medir pensamiento computacional con matemática. Dentro del sistema educativo uruguayo hay una plataforma que se llama SEA, que es la plataforma de evaluación, y ahí tenemos nuestras evaluaciones para medir lo que se aprendió en cada módulo de pensamiento computacional. Y también tenemos un proyecto todavía más ambicioso, que es una prueba adaptativa de pensamiento computacional. Pero eso es a más largo plazo.

Recién decías que el pensamiento computacional se puede implementar con cualquier disciplina. ¿Cómo es implementarlo, por ejemplo, en Literatura? No quiero oponer tecnología y literatura, pero, en todo caso, el pensamiento computacional se puede vincular más fácilmente con las materias exactas.

—Totalmente. Eso es verdad. Uno asocia el pensamiento computacional a la Ingeniería, a la Ciencia, pero claramente es una habilidad que se puede trabajar en materias sociales. En el pensamiento computacional se trabaja desde la lógica de la programación para la resolución de algún tipo de problema, utilizando el poder de la computadora. En los problemas sociales se puede aplicar el poder de cómputo. Todo lo que tiene que ver con un análisis de datos se hace con un computador: nosotros trabajamos en análisis de datos. Y también trabajamos desde la literatura. Tenemos una propuesta que se llama “Escribe tu propia aventura” que remite aquellos libros de cuando éramos jóvenes en los que íbamos eligiendo las páginas y las aventuras. Entonces el desafío es que los chiquilines redacten y vayan programando un final donde se deban elegir diferentes caminos. El resultado final es un producto, una programación que hacen en un lenguaje que se llama Scratch, que está pensado para niños, con la que piensan una historia con diferentes finales.

Estamos convencidos de que el pensamiento computacional es una habilidad en los albores de la cuarta revolución industrial que todo estudiante debe tener para ser un ciudadano pleno en el siglo XXI

¿Cuáles son las expectativas que esperan desarrollar en los próximos cinco años?

—Esperamos universalizar el programa. Estamos convencidos de que es una habilidad en los albores de la cuarta revolución industrial que todo estudiante debe tener para ser un ciudadano pleno en el siglo XXI. Somos veinticinco personas trabajando en el programa. Hay un área pedagógica, que la dirige un ingeniero que trabaja junto con otros ingenieros, con docentes, que toma una perspectiva de I+D —la investigación y desarrollo es una discusión a dar en educación—. Trabajamos desde allí pensando contenidos pedagógicos y lo que estamos haciendo es plantear contenidos para primer ciclo y también para secundaria. Tratar de alcanzar a todo el sistema educativo para que los chiquilines se familiaricen con la habilidad y más adelante puedan profundizarla en ciencias de la computación.

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