Casi 390 mil chicos porteños volvieron hoy a los jardines y primarias. Tanto la Ciudad de Buenos Aires como Mendoza pusieron en marcha su ciclo lectivo en forma anticipada con el objetivo de recuperar algo del tiempo perdido en las aulas. La curiosidad se vio en las escuelas de la Cuidad, entre chicos con y sin barbijo según la edad.
El protocolo de CABA, al igual que el que regirá a nivel nacional, flexibilizó muchas de las pautas de cuidado: se eliminó el concepto de burbujas, ya no hay distanciamiento en las aulas, los contactos estrechos asintomáticos no se deben aislar, los ingresos y los recreos transcurren con la presencia de todos los chicos en simultáneo. Pero hay un punto que no se modificó y genera polémica: los barbijos siguen siendo obligatorios desde cuarto grado.
Carlos López es el director de la Escuela N° 21 de Pompeya, un establecimiento que se inauguró este año y donde el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, abrió el ciclo lectivo. Al director le sigue llamando la atención el nivel de cuidado de chicos y padres en las escuelas. De hecho, todos los alumnos, incluso los de los primeros grados, ingresaron hoy con barbijo al colegio.
“La gente, en general se sigue cuidando mucho acá. Entrar a una escuela es como cuando uno entra en un aeropuerto. Lo curioso es que es el lugar más cuidado, pero así y todo se sigue usando tapabocas”, dijo en diálogo con Infobae.
El barbijo sigue siendo motivo de discusión. El colectivo de Padres Organizados continúa pidiendo que se libere a los chicos del uso de mascarillas cuando hoy en muy pocos espacios los adultos lo utilizan. Una de las razones que brindan es que el tapabocas dificulta la alfabetización primaria de los chicos, que necesitan ver los gestos de sus maestros y compañeros.
“El año pasado se pudo recuperar algo de los aprendizajes, pero va a llevar tiempo, al menos un par de años más creo yo. Especialmente los chicos de los primeros grados, que no pudieron ir al jardín y hoy muestran dificultades para alfabetizarse. Se está trabajando bien en la priorización de contenidos”, dijo López.
Dificultades incluso mayores observa Marcela Voulgaris, directora de la Escuela Primaria Nº 4 D.E. 9 “Provincia de Córdoba” ubicada en Palermo. Los problemas de alfabetización, dice, no solo radican en los primeros grados.
“El año de pandemia fue bastante complicado. Recién en 2021 empezamos a trabajar con los contenidos priorizados, que son un recorte del plan de estudios e hicimos foco en la alfabetización del primer ciclo. Para ellos es clave no usar barbijo en el aula porque necesitan ver el movimiento de los labios de los docentes, ver la dicción. Pero nos dimos cuenta de que chicos de séptimo grado también terminaban la primaria con dificultades de comprensión lectora. Nuestro foco ahora está en la alfabetización de los dos ciclos y en matemática”, planteó.
Respecto a los protocolos, Voulgaris celebró su flexibilización y advirtió que ningún padre por ahora se quejó de los barbijos. Al contrario, con las familias acordaron mantener el control de la temperatura en los ingresos pese a que yo no es obligatorio. “La comunidad educativa acepta que la escuela es un espacio más cuidado que el resto”, expresó.
De cara al ciclo lectivo, la Ciudad avanzó en un plan de seguridad con senderos escolares que abarca al 98% de los colegios, según cifras oficiales. Son 392 senderos cubiertos por más de 700 agentes de prevención y respaldados por efectivos de la policía, bomberos, agentes de tránsito y 11 mil cámaras de seguridad.
Daniela Ayala, vicedirectora de la Escuela N°9 “Juan Crisóstomo Lafinur” de Palermo, uno de los seis establecimientos estatales bilingües de la Ciudad, dijo que este año se empezará a normalizar la actividad escolar. “Estamos sin burbujas, tenemos a todos los chicos con el grado completo, con recreo compartido, sin horario de ingreso escalonado. Eso a las familias las organiza un montón. La escuela cumple un rol de organizador social”.
Para Ayala, si bien la virtualidad implicó un esfuerzo grande de la comunidad, no alcanzó a reemplazar las clases presenciales. “Lo que se perdió fue mucho. Fue muy duro no solo a nivel académico, con problemas para la alfabetización, sino también a nivel social con las rutinas de los chicos. Les costó mucho volver a jugar, a aprender a perder, salir de casa y despegarse de los padres. Hubo que hacer un trabajo muy fuerte desde lo emocional que esperemos empiece a ver sus frutos este año”.
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