En septiembre de este año se cumplen siete años desde que las Naciones Unidas plantearon los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2030), una ambiciosa agenda global de Derechos Humanos que convoca y pone a prueba la voluntad de los Estados para orientar sus esfuerzos a la erradicación de la pobreza, la preservación del planeta y el fortalecimiento de la democracia. Se trata de una especie de nuevo contrato social, que ratifica el compromiso de los Estados, tras haber adherido a los tratados de Derechos Humanos.
A principios de este año, la Argentina renovó su compromiso con la agenda 2030, con la firma de la carta de intención por parte de la presidenta del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Marisol Merquel y el coordinador de ONU Latinoamérica, Roberto Valente. A través del documento, se comprometieron a triplicar esfuerzos con miras al cumplimiento de la agenda, construyendo consensos que abran espacio al diálogo y al trabajo conjunto de las instituciones en el país.
El cuarto objetivo hace alusión a la educación de calidad, entendida como el vehículo que permite la movilidad social ascendente, un elemento clave para salir de la pobreza. En la meta 4.7 se contempla que todos los niños y niñas puedan adquirir los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para la promoción del desarrollo sostenible a través de la educación, y lograr cumplir con los demás objetivos de forma transversal. Y no es para menos. Es necesario repensar el rol de la educación en el desarrollo mundial general, ya que su efecto es por demás catalizador de bienestar para todas las personas.
Es en este momento, que la educación debe estar en línea con los desafíos y metas a nivel global, promoviendo valores que conduzcan al crecimiento sostenible e inclusivo de los estudiantes. Es por esta razón, que la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) busca desarrollar competencias en los estudiantes, que los empoderen e inviten a la reflexión respecto de su actuar, teniendo en cuenta las consecuencias económicas, culturales, sociales y ambientales desde el punto de vista local y global.
En este sentido, la EDS habrá de concebirse como la piedra angular de una educación de calidad y ser incorporada en la currícula de los colegios públicos y privados desde el jardín de infantes hasta el secundario. Esta educación no solo busca ser transformadora y holística, integrando contenidos de las diferentes problemáticas sociales planteadas en la agenda 2030, sino que además busca crear espacios de aprendizaje cuidados, interactivos y centrados en el estudiante.
Esta pedagogía orientada a la acción, se caracteriza por su tendencia hacia la resolución de problemas, la creación de vínculos, la transdisciplinaridad, el aprendizaje autodidacta y el trabajo colaborativo, entre otras competencias claves para fomentar el desarrollo sostenible. Además, la EDS promueve en los estudiantes, la adopción de estilos de vida sostenibles, la igualdad de género, la ciudadanía mundial, la diversidad cultural y la no violencia, permitiendo la transversalidad de dichas competencias, haciéndolas extensibles a los demás objetivos.
En Argentina, el ministerio de Educación Nacional, elaboró una serie de recursos audiovisuales y secuencias didácticas para trasladar los Objetivos de Desarrollo Sostenible al plano escolar. Sin embargo, es poco lo que se habla de la Agenda 2030 en los colegios hoy en día. La realidad es que no se ha puesto en marcha una política pública educativa que incorpore de forma obligatoria estos contenidos en la currícula formal y busque capacitar a los docentes, para poder impartirlos de forma efectiva a los niños, niñas y adolescentes en el país.
Es tal, que el informe final de la Agenda 2030 del año 2019 en Argentina, determinó que de todas las iniciativas vigentes a la fecha, para el cumplimiento de los ODS en el país, la educación de calidad -consagrada en el objetivo 4- es justamente una de las temáticas que menos atención recibe.
Como una de las principales experiencias educativas que están transformando el proceso de aprendizaje en Latinoamérica, Ticmas potencia la excelencia académica, promueve la transformación digital y pone a disposición de toda la comunidad educativa contenidos de calidad que acercan la currícula a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. A través de una apuesta lúdica, recreativa y colaborativa, los estudiantes, a la vez que avanzan en su formación, pueden comprender la importancia de la consecución de la Agenda 2030.
En ese marco, es necesario tomar conciencia de lo transcendente que es que la educación esté alineada con los objetivos globales. Los niños y niñas de hoy serán los adultos comprometidos con el cambio de mañana, y es por eso que deben adquirir las herramientas necesarias que les permitan traspasar fronteras, buscando la construcción conjunta de un mundo más sostenible, fraterno y justo para todos.
Es por esto, que la co-creación de proyectos entre naciones, que potencien el sistema educativo actual, como las certificaciones internacionales, las comunidades educativas globales y las redes de colegios, contribuyen con la expansión del proceso pedagógico de niños, niñas y adolescentes en edad escolar y el traspaso de fronteras, como las territoriales y las dibujadas con el lápiz de la desigualdad y la falta de acceso a recursos.
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