La frase de Soledad Acuña despertó, en primer lugar, el repudio de sindicalistas y dirigentes del Frente de Todos, y en segunda instancia reavivó la polémica por la falta de información educativa. La ministra de Educación porteña cuestionó al gobierno nacional por escasez de datos oficiales sobre abandono escolar durante la pandemia. Dijo que “seguramente esos chicos ya estén perdidos en el pasillo de una villa o en actividades de narcotráfico”.
A través de redes sociales y en declaraciones a los medios, tanto representantes de los gremios docentes como dirigentes políticos consideraron la frase “discriminatoria y clasista”. Pero también quedó flotando una inquietud que lleva meses sin responder: ¿se sabe cuántos chicos argentinos abandonaron la escuela durante la pandemia?
El cierre total durante 2020 y los cierres alternados durante 2021, se asumía, traería un desgranamiento fuerte de la matrícula. Más aún si se consideran las cifras de pobreza infantil en el país, por encima del 60%.
Según los últimos datos a los que tuvo acceso Infobae, el gobierno nacional estima que aún quedan 500 mil chicos “desvinculados o con vinculación intermitente”. En la cartera educativa prefieren utilizar esa categoría en lugar de la de abandono escolar ya que las cifras aún no están consolidadas y varían constantemente.
De hecho, hasta noviembre del año pasado, eran 600 mil los chicos desvinculados de la escuela según las cifras oficiales. “No es que en solo un mes se hayan recuperado 100 mil chicos, sino que había datos que aún no estaban procesados. Los tiempos son distintos en cada jurisdicción. Al cierre del ciclo lectivo, el número que se maneja son 500 mil chicos desvinculados”, aclararon en el Palacio Sarmiento.
La estimación surge de uno de los pocos datos concretos a nivel nacional. En la evaluación de continuidad pedagógica que el Ministerio de Educación hizo en junio de 2020 se detectaron 1.1 millones de chicos que se habían desvinculado de sus escuelas. El 10% del total si se toma a los 11 millones de alumnos que componen la matrícula de los niveles inicial, primario, secundario. Aunque con dos detalles: en los jardines de infantes no se preguntó cuántos niños habían perdido el contacto con la institución y el relevamiento no tomó la segunda mitad del año, en la que con seguridad más estudiantes quedaron en el camino.
A inicios de 2021, se inició una campaña de revinculación que se vio interrumpida momentáneamente cuando se endurecieron las restricciones por segunda ola de contagios. En noviembre, 15 de las 24 jurisdicciones habían suministrado información respecto al número de chicos que lograron traer de vuelta a la escuela. En total, la suma daba 376.500 chicos de los 1.1 millones, pero asumían que llegaba a 500.000 alumnos por los nueve distritos que no habían completado la planilla. Ahora serían 100 mil más los chicos recuperados, lo que daría un 55% del total de identificados en 2020.
Todos estos vericuetos estadísticos no existirían si la Argentina hubiera avanzado en la creación de un registro nominal de alumnos a nivel nacional. De ese modo, sería posible no solo consolidar una cifra que indique cuántos alumnos abandonaron, sino -más importante aún- permitiría saber quiénes son para ir a buscarlos.
Ese registro nacional, en realidad, ya debería existir: en 2012, el Consejo Federal de Educación aprobó la creación del Sistema Integral de Información Digital Educativa (SInIDE). Una década después el país no pudo concretar la base de datos que permitiría hacer un seguimiento personalizado de cada estudiante, además de llevar un registro de docentes e infraestructura escolar.
En América Latina, la Argentina es la excepción a la regla. Muchos países -Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México, Paraguay, Perú y Uruguay- cuentan con información educativa nominalizada. Es decir, llevan un registro de todos los alumnos del sistema educativo con nombre, apellido y trayectoria escolar.
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