La educación sigue siendo el centro de diversos debates y dilemas pedagógicos a nivel global, en un mundo que desarrolla variadas tecnologías a pasos agigantados y no da respiro en cuanto a innovación educativa se refiere.
En los contextos educativos vigentes (presenciales, híbridos y/o virtuales), los educadores y estudiantes tuvieron que adaptarse a nuevas metodologías formativas, novedosos espacios (re)configurados y herramientas interactivas para promover el desarrollo de un aprendizaje significativo.
El retorno progresivo a la presencialidad estuvo plagado de inquietudes, temores e incertidumbre, ya que fue un proceso transitivo en el cual quienes volvían a encontrarse ya no eran los mismos, como tampoco el lugar de enseñanza, que se volvió ubicuo y omnipresente, en cada rincón y en cada dispositivo.
Tender puentes (y no muros) es la ardua tarea de quienes debemos luchar asiduamente contra grandes gigantes como lo son las diversas brechas existentes: sociales, económicas, políticas, culturales y digitales
El factor emocional de los agentes educativos se impregnó de sensaciones encontradas y miradas que lo decían todo sin necesidad de emitir palabra alguna. En un contexto donde emergen cotidianamente peculiares modos comunicativos, es primordial destacar que la palabra es el gran poder del que disponemos los educadores, ya que a través del método dialéctico podemos generar inquietudes en el alumnado y fomentar su pensamiento crítico, para gestionar el libre raciocinio y la autonomía de quienes forjarán el futuro de la humanidad.
Tender puentes (y no muros) es la ardua tarea de quienes debemos luchar asiduamente contra grandes gigantes como lo son las diversas brechas existentes: sociales, económicas, políticas, culturales y digitales. El desafío de aminorar la desigualdad en un mundo globalizado y capitalista es una utopía colectiva de aquellos que vislumbramos un porvenir y exigimos la igualdad de oportunidades para quienes quedan fuera del sistema por la falta de inversión y políticas públicas pertinentes que reviertan estas problemáticas.
Avances como la robótica, la dronótica y la inteligencia artificial parecieran posibles solo en libros de ciencia ficción o en aquellas instituciones que tienen los recursos para implementarlos, pero todavía hay espacios vacíos que no pueden llenarse solo con promesas e ilusiones de quienes dirigen las naciones.
El metaverso comienza a configurarse como una (¿posible?) panacea que posibilitará significativos avances en el plano académico y profesional de (¿todos?) los individuos, cuyo tinte futurista ya es una realidad que se vivencia en varias instituciones. Convertirnos en nómadas del conocimiento (knowmads) es lo que nos mantendrá a la vanguardia de las transiciones y transformaciones actuales y venideras, dentro de un sistema cada vez más vertiginoso y exigente.
Una educación con futuro se cimienta con bases sólidas y un ferviente compromiso de funcionarios que realmente bregan por los derechos de sus ciudadanos. Aún quedan muchas situaciones por revisar y resolver donde la salida será siempre la formación integral de los individuos, ya que como afirmó el premio Nobel de la Paz, Kofi Annan: “El conocimiento es poder. La información es libertadora. La educación es la premisa del progreso, en toda sociedad, en toda familia [...] Es un derecho humano con inmenso poder de transformación. En su fundación descansan las piedras angulares de la libertad, la democracia y el desarrollo humano sostenible”.
Sigamos edificando las vidas de nuestros estudiantes, porque al construirlas estamos erigiendo un legado que perdurará eternamente. ¿Se suman a este apasionante desafío?
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