Se podría escribir un artículo periodístico sólo con el CV de Fernando Valenzuela Migoya. Diremos, para abreviar una trayectoria vasta y extensa, que ha sido seleccionado como una de las 100 mentes más influyentes en la industria de EdTech en el mundo por la revista Edtech Digest. Con más de tres décadas de carrera profesional, ocupó cargos directivos en Hewlett Packard, EDS, Ticketmaster, Cengage Learning Latinoamérica, MCGraw Hill Latinoamérica; además ha dado clases en las universidades más prestigiosas de México, Colombia, Brasil, Argentina. Y, por si le faltaba algo, fue futbolista profesional en Necaxa y Toluca.
Valenzuela Migoya es un genio de la educación y la transformación digital y por eso fue convocado a participar en el Congreso Internacional de Innovación Educativa que Ticmas organizó en la Ciudad de México.
En un panel en el que también participaron Lucía Acurio, directora ejecutiva de Grupo EDUTEC y presidenta de la organización Propósito Perú, y Andrés Mauricio Castillo, subsecretario de Calidad y Pertinencia de la Secretaría de Educación de Bogotá, Valenzuela habló de las habilidades y saberes en las que hay que poner especial énfasis en el retorno a la presencialidad.
Aquí algunos pasajes de su disertación:
“Más que pensar que la innovación viene de las tecnologías, va a venir de nuevas formas de colaborar. La capacidad que deben generar no solo los estudiantes sino también los docentes y las instituciones es la de colaboración. Y hay que hacerlo con una mirada ‘ambidiestra’, con lo mejor que teníamos en el pasado y lo mejor que nos da la tecnología”.
“Yo no veo, de aquí en adelante, una clase que no parta por identificar el estado emocional tanto de docentes como de estudiantes. Hay que abordar las capacidades de colaboración, de manejo de las emociones, de relacionarnos con la tecnología en una forma que aumente nuestro humanismo y que sepamos aprovechar el ámbito presencial en los entornos de autoconfianza, de autoestima”.
“Un aspecto que quiero destacar es que la tecnología nos da una cantidad de información para medir y para mejorar el desempeño. Ayer o antes de ayer veía el último reporte en el que mostraban el desempeño de lectura comparado entre diferentes países: la cantidad de países que tuvieron una pérdida de aprendizaje muy significativa; la cantidad de personas que están por debajo del mínimo del desempeño en matemáticas, en lectura; las diferencias entre las niñas y los niños. Se veía claramente que las niñas sobrepasan brutalmente a los niños en temas como lectura y, sin embargo, cuando llegamos a matemáticas las niñas se quedan atrás. Luego vamos a las ciencias y las niñas tienen mejor desempeño. Todo esto no lo podríamos cuestionar si no tuviéramos datos”.
“La única manera de generar flexibilidad y agilidad, que es una de las herramientas más necesarias, es perder el control. Lo que hicimos dentro de la pandemia en forma de emergencia fue perder el control: pensar que los docentes necesitaban innovar, experimentar, atreverse, integrar cosas que no habían hecho antes. La idea de que formábamos a los docentes con el contenido y las herramientas, y ellos simplemente lo aplicaban se convirtió en un escenario mucho más de experimentación. No estamos una época de cambios, sino, como dice Cristóbal Cobo, estamos viviendo un cambio de época”.
“La educación hoy necesita ampliar su mirada del retorno. No es solo el retorno de lo que aprendimos o con qué presupuesto se maneja la educación. Hay que pensar en el retorno del tiempo: el retorno del tiempo presencial, el tiempo de desplazamiento, el tiempo de atención y de exposición que podamos tener frente a las tecnologías. El retorno de información: como decía antes, qué datos y qué decisiones podemos tomar con esos datos. El retorno de confianza: es muy importante establecer un capítulo de confianza entre los padres de familia que juegan un rol cada vez más activo, que es una de las ganancias de este momento. Y el retorno de impacto: cómo cerramos las brechas que a todos nos duele”.
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