En 2004, George Siemens publicó Conectivismo: una teoría de la enseñanza para la era digital y sentó las bases de una corriente de pensamiento que desmenuzó los cambios que se produjeron en la forma de aprender a partir de la irrupción de internet. Diecisiete años después, con la explosión de la inteligencia artificial, revisó su teoría.
Siemens es el presidente de la Society for Learning Analytics Research, colaboró con agencias de gobierno en Estados Unidos, Canadá, Europa y Australia y es profesor de la Universidad de Texas. Su mirada disruptiva lo llevó a dar conferencias en más de 40 países. La semana pasada expuso en el Congreso Internacional de Innovación Educativa (CIIE) que organizó el Tecnológico de Monterrey. Allí lo entrevistó Infobae.
-En pocas palabras, ¿cómo definiría al conectivismo, la corriente de pensamiento que usted impulsó?
-La idea principal es que el conocimiento se hace red y se conecta, lo cual quiere decir que llegamos a lo que están aprendiendo los otros. El segundo punto que lo rodea es que cuando estamos aprendiendo estamos formando conexiones en tres niveles:
Neuronal: el aprendizaje transcurre a nivel celular y se logra establecer a partir de un patrón de conexiones.
Conceptual: cuando estamos aprendiendo de un tema tenemos que aprender necesariamente de otros. Por ejemplo, de biología tenemos que aprender de células, de vida, de interdependencias sistémicas.
Físico o externo: aprendemos a través de la interacción con los agentes artificiales, es decir, la tecnología.
-Desde 2004, cuando publicó el artículo hasta la fecha, ¿cuánto cambio su percepción sobre la forma de aprender? ¿Avanzó del modo que esperaba?
-Lo rápido que la inteligencia artificial se convirtió en una influencia en los últimos años no pudimos anticiparlo. Sí esperaba obviamente sistemas externos que fueran parte del proceso, pero lo rápido que ha avanzado en los últimos años fue una sorpresa.
Originalmente yo pensaba en el 2004 que era fantástico que estuviéramos conectados, que el simple hecho de conectarnos y ser parte de redes era increíble. Pero ahora nos damos cuenta de que las redes están sujetas al trauma, a la mala información, a la propaganda, a actores estatales. Me doy cuenta de que de hecho hay retos considerables que se presentan cuando estamos conectados globalmente.
-¿Cómo ingresa la inteligencia artificial en la forma en que aprendemos?
-Hay varios usos y algunos muy positivos. Es natural que cuando hablamos de inteligencia artificial nos enfoquemos en todo lo malo. Pero pensemos, por ejemplo, en el Covid-19. El año pasado había entre 1300 y 1500 artículos sobre el virus que se publicaban cada semana. Ahora quizás hay más. Si yo soy investigador, es imposible que lea 2 mil ensayos por semana, pero los sistemas de IA pueden resumir y darnos una perspectiva de los puntos principales del artículo. Para mí eso es fantástico. La inteligencia artificial puede ayudar a los humanos con la complejidad del mundo, a darle sentido y prestarle atención a las cosas más humanas. Ya no tendremos que hacer los trabajos físicos en las fábricas, va a resolver los trabajos rutinarios, los que necesitan de menos esfuerzo intelectual y también aquellos que se vuelven tediosos como el ejemplo que di de las investigaciones sobre el Covid. El potencial ya lo estamos experimentando.
¿Y específicamente en el aula qué potencial tiene?
-Es un área que tiene muchas promesas, pero me preocupa que las grandes empresas de tecnología vayan a apoderarse de eso. Las universidades no tienen la capacidad económica de competir con las corporaciones. Si tenemos un estudiante y vemos qué sabe, cómo lo ha aprendido, cuáles son sus intereses y metas, le podemos dar recomendaciones personalizadas. Quizás tengas un alumno que pueda terminar un curso de estadística en dos semanas en vez de tres meses. Avanzar a su propio paso y no tener que seguir el ritmo de todo el curso.
-Cumplir con la promesa de la personalización educativa…
-Me encantaría ver que la IA pudiera salir y generar un perfil razonablemente automatizado de lo que sabe un alumno. Y que con ese perfil se diseñe un camino para ellos. Creo que debería poder hacer una recolección de planes de estudios. Si yo voy a una universidad y me dan un libro de texto estandarizado, la IA debería darme un libro personalizado, basado en lo que yo ya sé y en lo que me falta aprender. Vos y yo tomaríamos el mismo curso, pero tendríamos un plan de estudios diverso, adaptado a cada uno.
-Tomando ese perfil y llevándolo al mercado laboral, ¿cuál sería la mediación de la IA entre el profesional y las compañías?
-Respecto al mercado laboral también hay mucho por hacer. El análisis de las habilidades que están pidiendo las empresas deben conectarse con el perfil del profesional, debe de ser posible que genere una recomendación personal al alumno. A las universidades les debería decir: “Esas competencias no se están pidiendo en ninguna empresa. Necesito que reorientes la oferta académica hacia este lado”.
Supongamos que trabajás durante 20 años en un banco, pero en un momento decidís que querés un plan de vida diferente. El perfil debería mostrar todas las habilidades que desarrollaste hasta entonces y las requeridas para un cambio profesional. A partir de ahí deberían surgir recomendaciones de cursos. En vez de hacer un doctorado de 3 o 4 años, quizás puedas hacerlo en un año. Se trata de hacer más eficiente el proceso, de ahorrar tiempo y dinero.
-En el 2008, usted fue pionero en la apertura de cursos masivos online, los llamados MOOCS, que en teoría venían a democratizar el conocimiento. ¿Trece años después se cumplió esa promesa?
-Con el tiempo han cambiado un poco. Los MOOCS se enfocaron en el proceso de instrucción. Algunas empresas como Coursera lo han escalado, pero aún no se terminó de desarrollar su potencial. Algunas personas vieron mejorar su calidad de vida por el acceso a estos cursos en África o India, por ejemplo, aunque quizás no sea tan rico e inmersivo como podría ser. Hay muchas cuentas pendientes.
-¿Qué espera para la pospandemia? ¿Volveremos a un modelo educativo similar al de 2019 o se vendrán cambios profundos?
-Yo no espero un regreso a lo que fue antes de la pandemia. Vamos a ver cada vez más usos de la tecnología. Una de las cosas que hizo la pandemia fue generar mucha negatividad en torno a la tecnología, mucha gente la critica porque se dan cuenta de que no resulta una experiencia fantástica si no está bien diseñada. Por un lado, va a persistir ese pesimismo porque la experiencia de aprendizaje fue generalmente con procesos de pobre desarrollo, pero por otro lado también generó una inversión increíble, con nuevas startups e ideas. Creo que la forma de educar cambió para siempre y que la inteligencia artificial va a marcar ese rumbo.
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