“Recuerdo el día en que se detectó en Colombia el primer caso de Covid”, decía María Victoria Angulo en el Congreso Internacional de Innovación Educativa organizado por Ticmas. “Recuerdo la conversación con el presidente. Todos los expertos decían que la evidencia internacional mostraba que seguramente íbamos a cerrar. Recuerdo llegar al Ministerio y decirles a los compañeros que a ese portal que teníamos planeado para más adelante nos tocaba acelerarle sin parar día y noche, porque cuando tomamos la decisión de que los niños se quedaran en casa, al otro día empezó a funcionar el portal”.
Angulo es desde hace tres años Ministra de Educación de Colombia y le tocó, como a tantos otros dirigentes, enfrentarse al mayor desafío educativo del siglo XXI, cuando el 25 de marzo de 2020 se decretó el comienzo de confinamiento en el país. La pandemia, entonces, se volvió un tema crucial de su gestión y en el #CongresoTicmas compartió su experiencia.
La manera en que el Ministerio abordó la pandemia se dividió en cuatro etapas. Al comienzo, durante el aislamiento total, se rediseñó el portal “Aprender digital” y se desarrollaron vínculos con los medios de comunicación para asegurar que los niños continuaran sus procesos de aprendizaje. Más adelante se desarrollaron etapas de alternancia como experiencias piloto para perder el temor al retorno y diseñar estrategias y protocolos de seguridad. Desde enero de este año, y en paralelo a la vacunación, hubo un retorno marcado a las aulas, y, ya en el segundo semestre, se trabajó para sostener la presencialidad: hoy ya más del 97% de las instituciones tiene presencialidad. Cada etapa estuvo signada por la innovación y el uso de la tecnología.
La tecnología al servicio de la educación
“Previo a la pandemia”, dijo Angulo, “era claro que la transformación digital era importante, pero creo que la pandemia visibilizó muchísimas oportunidades y detonó la velocidad de los cambios. Por fortuna, las normas de la educación superior habían cambiado un año antes de pandemia y ya hablábamos de programas presenciales, virtuales, blended, híbridos. Si nos vamos a básica, evidentemente América latina tiene un desafío de conectividad general y, obviamente en la medida en que vayamos superando ese reto, pues hay muchos elementos de radio, televisión y portales, que, no es que reemplacen la presencialidad sino que la complementan. Para el trabajo con los maestros y para darle voz a los padres de familia y vincularlos al proceso, la tecnología resultó un potenciador muy importante de conversaciones, de conocimiento y de estar genuinamente en contacto con propósitos educativos”.
Para la ministra, es de una importancia crucial desarrollar un ecosistema al servicio del proceso educativo. “No solo tenemos pandemia”, dijo, “también tenemos crisis invernal o diversos efectos. El reto es cómo construir entre todos este ecosistema como para que, si pasa una circunstancia, le podamos decir a los niños y a los jóvenes: ‘Continúa el proceso educativo’. El desafío es seguir avanzando en conectividad, porque es una condición que ayuda a que los medios lleguen. Que lleguen a la ruralidad; es mucho lo que ellos necesitan y estos medios —televisión, radio, conectividad— pueden ayudar mucho”.
Educar con el corazón
Entre los muchos aprendizajes que dejaron estos dos años, el principal —o al menos el que la ministra Angulo decidió destacar— es la relación con los padres. Las familias se volvieron participantes activos de la educación de sus hijos y esto los sitúa en un rol inigualable. “Los papás hicieron un trabajo maravilloso”.
En parte esto explica que el componente emocional de la educación. “Como maestro”, dijo Angulo, “me reconecto con la mística que me llevó a serlo y soy capaz de hacer mil cosas. La emocionalidad juega en el bienestar de los maestros y hay que acompañarlos. Pero también juega en el niño y el joven. En un aula no hay un niño y un joven, hay historias de esas familias. Cuando retornamos al colegio, nos hemos dado cuenta de lo que pasó con la mamá del niño, de lo que pasó con el hermano, de cómo la realidad se vio impactada socioeconómicamente, y de cómo cambiaron las dinámicas familiares. Si logramos traducir eso y lo orientamos a cómo intencionar escenarios donde el niño aprenda a entender y a manejar sus propias emociones, será mucho más fácil este gran desafío de aprendizaje que tenemos”.
—¿Cómo será la educación después de la pandemia?
—Claramente se refuerza el trabajo con uso de tecnología, mediación, modelos híbridos y programas virtuales. Creció en un 60% el número de registros calificados de programas virtuales. Ahora, además, está el “Registro único”, que es un trámite con el que sacas el registro híbrido, presencial y 100% virtual. Esto le da a la universidad una gran versatilidad. Demanda trabajo, porque hay que plantear los requerimientos de calidad en cada modalidad, pero, si de una vez se hace el esfuerzo por facultades, por decanaturas, la universidad tiene la posibilidad para diferenciar y entender el rol de la presencialidad en pregrado o posgrado. Yo sí creo que se van a generar cambios importantes, siempre sin perder de vista la presencialidad. Esa es otra lección: a todo nivel —laboral, educativo, familiar, emocional— nos quedó claro el valor que tiene la presencialidad.
LEER MÁS