A solo diez días de las elecciones, los candidatos encaran la recta final de la campaña. Entre promesas y consignas, hay un tema que escasea en las agendas política: la educación. De hecho, la gran mayoría de los argentinos asegura no haber escuchado propuestas educativas de cara a las legislativas del 14 de noviembre.
El dato surge de una encuesta que Cimientos le encargó a la consultora Isonomía y a la que accedió Infobae. Allí una muestra representativa del país consideró que detrás del empleo (40%), la educación (36%) debería ser el motor del crecimiento en los próximos años. Muy lejos quedaron otros ejes como la justicia, la seguridad, la salud y la cultura.
No obstante, pese a esa ponderación, solo 3 de cada 10 argentinos respondió haber leído o escuchado alguna propuesta educativa en el último mes de parte de los candidatos. Entre ellos, solo el 6% consideró que las ideas vertidas fueron suficientes. La mayoría -el 71%- piensa que falta mayor discusión sobre educación.
“Los argentinos identificamos al empleo y a la educación cómo lo más relevante para el crecimiento del país pero debemos abordarlos de manera conjunta. Las problemáticas socio laborales de los jóvenes, reflejadas en que el desempleo de este rango etario es casi tres veces superior a la media nacional y en que son la población con mayor informalidad, no son independientes a que 1 de cada 2 jóvenes no logra completar la secundaria en la educación común”, señaló Marcelo Miniati, director ejecutivo de Cimientos, una ONG que acompaña a jóvenes vulnerables a que terminen el secundario y se inserten en el mercado laboral.
En el cruce de variables por edad y nivel educativo surge que los adultos mayores de 50 años y, en especial, aquellos que cuentan con un título universitario o terciario son los que manifiestan mayores preocupaciones por la falta de propuestas de educación.
El repunte del valor de la educación en la sociedad no es casual. La pandemia -cierre de las escuelas mediante- llevó a que las familias se volvieran a involucrar de lleno en la educación de sus hijos, con el surgimiento de movimientos federales como fue el colectivo de Padres Organizados. En una primera instancia, el reclamo fue por el retorno de la presencialidad, pero la intención es que se sostenga un clamor, ahora sí, por mayor calidad.
Según una encuesta a madres y padres de todo el país que participaron del segundo Encuentro Nacional de Familias por la Educación, que organizó el Observatorio Argentinos por la Educación, 8 de cada 10 familias esperan disponer de más espacios de participación en las escuelas de sus hijos. Además, 6 de cada 10 familias señalan que a partir de la pandemia se involucraron más con la enseñanza.
“La educación remota visibilizó la emergencia educativa como nunca antes en nuestra historia. La deserción escolar y la calidad educativa reportan indicadores alarmantes y sostenidos en el tiempo. Es urgente un llamado a discutir políticas públicas educativas al mediano y largo plazo para lograr los consensos necesarios que permitan acuerdos duraderos y que atreviesen gobiernos”, expresó Miniati.

En la misma línea, Miniati pidió por una continuidad de la política educativa, que implique un acuerdo por al menos 12 años: “El debate educativo debe salir de lo estrictamente coyuntural y empezar a mirar el mediano y largo plazo. Los principales problemas cómo la deserción escolar y la calidad educativa solamente se podrán resolver con un involucramiento activo de todos los actores para sostener las políticas públicas. De mínima se necesitan 12 años y eso significa generar un acuerdo que atraviese por lo menos 3 gestiones ejecutivas. Para lograrlo, es indipensable sentarse en una mesa y debatir buscando el bien común”.
En la encuesta del Observatorio aparece también que la inmensa mayoría de los padres cree que no se cumplen los 180 días de clase que son obligatorios por ley. De hecho, para 7 de cada 10 encuestados los días efectivos son menos de 170. El incumplimiento de los calendarios lo atribuyen a fallas de infraestructura, pocos docentes suplentes, falta de coordinación entre el gobierno local y las escuelas, y a los paros docentes.
Respecto a las consecuencias de las interrupciones sistemáticas de las rutinas escolares, los encuestados identifican como principales problemas las pérdidas de aprendizaje (91,1%), el impacto sobre la salud emocional de los estudiantes (69,6%) y el efecto en los vínculos entre alumnos y docentes (66,4%).
“Los resultados de la encuesta muestran que no termina de constituirse un ámbito de toma de conciencia y decisiones de la sociedad civil. En este sentido, hay que pensar en modos de representar las ideas de los padres y madres respecto de la evolución de la situación educativa. Es necesario reunir la opinión de los padres y sus demandas respecto de lo que ocurre en las escuelas y lo que esperan para sus hijos”, planteó Gustavo Iaies, coautor del informe.
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