Se estima que alrededor de un 2% de la población mundial tiene altas capacidades intelectuales y por tratarse de un grupo medianamente reducido, suele ser homogenizado en cuanto a sus gustos, habilidades, talentos y falencias. Pero la realidad es otra, las personas con altas capacidades suelen tener diferentes potencialidades, inteligencias, gustos, afinidades y a diferencia de lo que comúnmente se piensa, no siempre todos y todas tienen o tuvieron buenas calificaciones en la escuela.
La detección de las altas capacidades intelectuales en los niños y niñas se puede empezar a dar en sus primeros años de vida, pues muy a menudo desarrollan una capacidad temprana para leer y comprender algunas consignas básicas, observar detenidamente, preguntar con frecuencia, absorberse en temáticas de su interés, desarrollar capacidad inventiva, usar tempranamente vocabulario avanzado, retener información, mostrar independencia y responsabilidad, e incluso en la adquisición de habilidades motoras tempranas como el equilibrio, el movimiento y la coordinación.
En la cotidianidad no es tan común que el sistema educativo o los especialistas en psicopedagogía detecten a los niños, niñas y adolescentes con altas capacidades, pues las calificaciones en las evaluaciones, en efecto, no son necesariamente un indicador para esto. Además, se suele confundir a los estudiantes de alto desempeño académico con quienes tienen altas capacidades intelectuales, pero son aspectos distintos, no excluyentes ni sine qua non entre sí.
Existen numerosos test de inteligencia que miden la capacidad intelectual de los niños y niñas, aún así se ha demostrado que no es una prueba que tenga el 100% de exactitud. Está estipulado que quienes alcanzan o superan los 180 puntos son considerados estudiantes superdotados. Ese potencial superior a la media, que genera en los estudiantes una forma diferente de aprender y desarrollarse, puede acentuarse en todas las áreas o en algunas determinadas que sean del interés del niño o niña.
En este sentido, la Ley de Educación Nacional 26.206 menciona en el artículo 93 la responsabilidad de las autoridades educativas de cada jurisdicción de organizar y facilitar el diseño de un programa que permita la identificación, evaluación temprana, seguimiento y orientación de los estudiantes con altas capacidades intelectuales, y en ese entendido hace referencia al proceso de flexibilización o ampliación del proceso de escolarización de los niños y niñas.
La comunidad educativa no está totalmente preparada para acompañar el desarrollo de los estudiantes superdotados y esto sin lugar a dudas ocasiona dificultades en su proceso de enseñanza y aprendizaje. Y es que en la lógica de un modelo educativo tradicional todos los procesos se llevan a cabo de forma estandarizada, sin asistir las necesidades particulares de los estudiantes con altas capacidades y desatendiendo la personalización de la educación para los sujetos de aprendizaje. Aún así, hay docentes que han llevado a cabo un gran trabajo en cuanto a la personalización del aprendizaje, desde el reconocimiento de sus estudiantes. Sin embargo, esto ha sido por iniciativa propia y no porque haya una política educativa que busque la personalización del sistema como tal.
Por lo general, estos niños y niñas llegan a sentirse de alguna forma segregados de los demás estudiantes debido a su desempeño y lamentablemente en muchos casos atraviesan situaciones de bullying o para evitar llegar a esa instancia buscan pasar desapercibidos a nivel intelectual.
Una educación personalizada pone como centro del proceso de enseñanza y aprendizaje al estudiante, entendiendo y respetando su ritmo de aprendizaje, su forma de aprender, sus debilidades y fortalezas. En ese entendido, un niño o niña con altas capacidades intelectuales puede ser identificado en una edad temprana y acompañado de la mejor manera en el despliegue de sus potencialidades, ayudando a que se desarrolle de forma plena en su edad escolar, generándole una oportunidad de aprendizaje real y efectiva y evitando la discriminación que puede llegar a atravesar debido a esto. La prioridad entonces, debe estar puesta en la necesidad de los estudiantes, acompañándolos a vivir una experiencia educativa significativa.
La presente columna, es una invitación a reflexionar sobre la necesidad de la puesta en marcha de políticas públicas educativas que promuevan la idea de la personalización del proceso de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes en el sistema educativo actual. Es menester que la gestación y ejecución de esa personalización se promueva desde el sistema educativo, con el objetivo de satisfacer las diferentes necesidades educativas de los estudiantes.
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