A fines de la semana pasada, la plataforma Ticmas llevó adelante una triple jornada educativa que contó con la presencia de expertos de Iberoamérica. Uno de los bloques titulado “Elogio de la docencia: por qué ser maestro es la profesión más hermosa del mundo”, reunió al especialista español Pepe Menéndez y a la profesora Flavia Pittella. Allí diseccionaron los pormenores del rol del educador.
Pepe Menéndez es profesor de Literatura con casi 40 años de experiencia —da clases desde 1981—, fue director del Colegio Joan XXIII (Barcelona) y director adjunto de la Red de Colegios de Jesuitas de Cataluña. Desde entonces, su incansable actividad lo ha llevado a promover y desarrollar modelos de transformación de la educación, asociaciones de escuelas, políticas educativas, programas directivos, asesoramiento a gobiernos e instituciones de España, Portugal y América Latina.
“¿Qué necesitan los estudiantes para conocer con el saber? El silencio y la escucha. Los docentes tenemos el vicio de llenar el aire con palabras porque el silencio es incómodo. Pero me di cuenta de que los estudiantes necesitan que haga una pregunta y respetuosamente haga para escuchar. Y que el silencio dure lo que se necesita. Me animo a que ese silencio incómodo dure hasta que uno levante la mano y diga: “Yo pienso que…”, dijo Menéndez durante la entrevista que coordinó Lorena Vaccher.
Por su parte, Flavia Pitella es profesora en Lengua y Literatura Inglesas por la UNLP, licenciada en Ciencias Sociales con especialización en Lectura, Escritura y Educación por FLACSO, y lleva una larga carrera académica que cuenta con varios posgrados en literatura y años de presentaciones en congresos. Es traductora literaria. Dedica su tiempo a la enseñanza de la literatura en el nivel secundario. Hace varios años, y de manera fortuita, comenzó a desarrollar una columna de recomendación de libros en Radio Mitre.
“La primera pasión que identifiqué con la educación era que te permitía hablar mucho. En cambio, cuando empecé me di cuenta de que lo que me apasionaba era el contacto personal y tuve que descubrir que tenía que hablar menos y escuchar más y que la interrelación con los estudiantes iba a permitirles avanzar”, planteó Pitella.
La docente recomendó dar poco contenido, pero en profundidad. “Tenemos que darles y darnos tiempo para la reflexión. No se trata de cuántos contenidos diste en el año sino de hasta dónde fuiste. Muchas veces, dar un tema en profundidad toca tangencialmente el resto”.
Ambos especialistas opinaron sobre lo que representa la nota tanto para docentes como para alumnos. “La nota es la vara de mando, es el número que te identifica”, consideró Menéndez. “La nota es un poder enorme. Nuestros chicos nos respetan y buscan nuestra aprobación. Nosotros manejamos el ánimo de la clase; hay que ser cautos”, agregó Pitella.
Para el especialista español, la nota no debería ser la única medida para evaluar a un chico. “Cuando un docente ve a mi hijo más allá de las notas, tengo suerte. Y esto ocurre cada vez más gracias a la pandemia. He aquí la importancia de la gestión de las emociones. La evolución del perfil del docente pasa de la transmisión de contenido a que nos demos cuenta que detrás de ese estudiante hay una persona, que los contenidos pueden verse como un recorrido vital”.
En la misma línea, continuó: “En el fondo, lo que ocurre es que identificamos docentes que han abierto la mirada, que han interpelado. Yo decía, cuando empecé a dar clases, que a mí me gustaba impactar en la vida de las personas: que pasar por la escuela no sea algo neutro. Yo creo que aquí los estudiantes que se sienten más cerca de sus maestros son aquellos que tenían rigor, pero que acogían”.
Sobre el cierre de la charla, Pitella expresó: “La docencia es una profesión muy egoísta. Solo nosotros sabemos el placer que se siente cuando un alumno descubre algo y uno le ve la cara. Doy clases para ver ese momento de revelación”.
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