“Puede V. S. felicitarse de haber conseguido su objeto, haciendo de la Escuela de ambos sexos un adelanto real y una valiente conquista sobre añejas preocupaciones. Una de las grandes utilidades que encuentro en la práctica de la Escuela de ambos sexos, no es solo el homenaje rendido a la Inteligencia que no tiene sexo, sino que es una magnífica oportunidad de inocular desde la Infancia, hábitos de urbanidad, de decencia y de respeto "
Así se dirigía Juana Paula Manso en el año 1860 al entonces Jefe del Departamento de escuelas del Estado de Buenos Aires Domingo F. Sarmiento en 1860 luego de que él la nombrara directora de la Escuela Normal Mixta N°1, la primera escuela en donde niños y niñas compartían las aulas.
Domingo Faustino Sarmiento es conocido como el padre del aula, el gran impulsor de la educación argentina. La ley de educación común de 1884, que establecía la instrucción primaria, obligatoria, gratuita y gradual fue producto de lucha de toda la vida. El día de su fallecimiento, el 11 de septiembre 1888, dio lugar a la conmemoración de la gran tarea docente.
Sin embargo, Sarmiento no fue el único que luchó por difundir la importancia de la educación. En una sociedad en consolidación, muy tradicional como era el Río de la Plata en el siglo XIX muchas mujeres se pusieron al hombro esta tarea. Entre ellas Juana Manso luchó profundamente por difundir la educación y su visión particular de la misma, no sin obstáculos, entre aquellos niños, y niñas, más desfavorecidos. Para ella toda desigualdad se podía resolver gracias a la educación universal.
Juana fue una pionera en su tiempo, con valores claramente feministas luchó por una educación para las mujeres en pie de igualdad, para ella la inteligencia no tenía sexo y fue por ello perseguida y cuestionada: en otra carta a Sarmiento se lamentaba de que “se les hace un delito en las mujeres que deseen ilustrarse, y peor que delito es, ridículo todavía en nuestro país, que la mujer haga uso de su inteligencia”
Fue la primera mujer que ejerció un cargo público: fue miembro de la Comisión Nacional de Escuelas y dirigió la revista Anales de educación común, desde donde promovió sus ideas sobre la educación infantil, sobre la educación popular como base de la construcción de la nación y criticó a los gobiernos que no invertían en educación para mantener ignorante a la población
Pero Juana es sólo una de las miles de maestras, educadoras y pedagogas que contribuyeron, y contribuyen aún hoy, a forjar y sostener la educación. Porque la educación es una tarea en la cual las mujeres somos mayoría. Incluso Sarmiento en su afán por emular el modelo educativo norteamericano que admiraba decide emprender la tarea de importar a quienes mejor lo conocen, las maestras norteamericanas. Son ellas, las maestras sarmientinas que, si bien no fueron las miles que él soñó, llegaron al país sabiendo muy poco español y se pusieron al hombro la dura tarea de fundar el sistema educativo nacional.
Llegaron a partir de 1869, fueron 61 mujeres, aunque también llegaron 4 varones, quienes con contratos de 2 a 3 años emprendieron la tarea que Sarmiento y Mary Mann idearon, tarea principalmente orientada a crear escuelas normales para formar docentes en nuestro país. Algunas se fueron luego de cumplido el contrato pero muchas de ellas continuaron con esta tarea toda su vida. Entre ellas Sara Chamberlain de Eccleston quien sostuvo que “Siempre es lenta la marcha de las ideas nuevas. Hay siempre lucha hasta que el público las acepta y todos los que llegan a ser discípulos de tal innovación tienen que soportar críticas y advertencias injustas”
Dirigió el primer jardín de infantes anexo a la Escuela Normal de Paraná y que luchó profundamente por la profesionalización de las docentes del nivel inicial y la difusión de la importancia de este nivel creando el primer profesorado para maestras jardineras. Tarea que continuó la pedagoga riojana Rosario Vera Peñaloza y cuyo fallecimiento se conmemora el 28 de mayo como el día de los jardines de infantes.
Con una profunda vocación las docentes que inmigraron aceptaron insertarse en una sociedad en conflicto y guerra permamente en donde las mujeres todavía estaban muy relegadas al espacio privado, el hogar y la familia, no podían maquillarse, tomar alcohol o estar acompañadas por hombres en público, tenían que viajar días en carretas por territorios peligrosos y fueron humilladas y hostigadas. En su mayoría eran protestantes y estaban educadas en la pedagogía pestalozziana que se basaba en el respeto al desarrollo del niño, incentivaba el juego, la exploración y la observación como métodos de aprendizaje. Estas dos características encontraron profundas reacciones en la tradicional sociedad católica argentina y en su enseñanza memorística y escolástica.
Laura Ramos, autora del libro Las señoritas. Historia de las maestras estadounidenses que Sarmiento trajo a la Argentina en el siglo XIX sostiene que “Entre ellas hubo grandes pedagogas, como Mary Graham, que trabajó en San Juan y La Plata; o Juanita Stevens, que enseñó a respetar el saber de los pueblos originarios o Emma Caprile, primera directora de la Escuela Normal Número 1”.
Sarmiento abrió las puertas de la educación a la población argentina, buscó forjar un modelo educativo y un modelo de país que se asemejara a lo que observó en sus viajes por Europa y Norteamérica. Sin embargo, fueron mujeres las que, muy en contra de la opinión pública de la época que no las consideraba capaces, tuvieron que sortear profundos obstáculos en los rincones más inhóspitos de la Argentina para lograr que la educación llegara a todos los niños y niñas desde la infancia.
Por ello celebramos el 11 de septiembre como el día del maestro y la maestra en homenaje a todos y todas los todavía hoy con profunda vocación docente luchan porque la educación llegue a cada rincón de la Argentina, a cada niño y cada niña y genere espacios de aprendizaje, debate, inclusión, respeto e igualdad.