Los derechos de los niños, niñas y adolescentes, y la responsabilidad adulta así como estatal para que estos se vean concretados en la vida cotidiana se encuentran actualmente en el ojo del huracán. En muchos casos son objeto de profundas discusiones y junto con ellas, las políticas públicas destinadas a hacerlos cumplir encuentran resistencias. Para garantizar estos derechos, creo que es necesario considerar a niños, niñas y adolescentes como actores activos y escuchar lo que tienen que decir.
La ciudadanía infantil y las voces que se hacen escuchar
Si bien el ejercicio concreto de la ciudadanía se materializa en el momento del sufragio, las infancias y adolescencias han comenzado a cuestionar el lugar restringido que se les otorga, exigiendo que se respeten sus derechos y se oigan sus voces. Sin embargo, son pocas las instancias en las que las opiniones y experiencias de niños, niñas y adolescentes son relevadas e incluso tenidas en cuenta para el desarrollo de políticas públicas. Si ellos son los destinatarios de dichas políticas o acciones ¿Cómo podríamos incluir una mayor participación de los principales involucrados a la hora de pensar o elaborarlas?
Cobra relevancia la noción de ciudadanía infantil como forma de pensar las políticas destinadas a las infancias y jóvenes como sujetos, y no objetos depositarios de decisiones ajenas, con derecho a formar y expresar un juicio propio respecto a los asuntos que los interpelan. La acción y la participación de los jóvenes conlleva un profundo potencial transformador de los asuntos y relaciones sociales que los involucran.
Las voces de estos niños, niñas y jóvenes han comenzado a aparecer con más resonancia en la escena pública y un tema que resulta recurrente es la aplicación de la Educación Sexual Integral en todos los ámbitos y niveles educativos. En 2006 se sancionó la ley 26150 que creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI) y en 2008 se incluyó la educación sexual de forma transversal en los lineamientos curriculares.
Pero, ¿por qué la ESI garantiza los derechos de los niños, niñas y adolescentes? La capacidad de agencia de los niños y niñas muchas veces se encuentra permeada por el contexto de marginación, género, clase o grupo étnico al cual pertenecen, esto tiene que ver con el mayor o menor acceso a recursos, no sólo económicos sino también simbólicos. Es aquí donde cobra gran relevancia el papel de la educación pública, y de la ESI como una forma de abrir puertas hacia una mayor equidad en todas estas categorías.
Qué es la Educación Sexual Integral
La norma establece que la ESI es una política de Estado y por lo tanto: “todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal”.
La perspectiva de la integralidad incorpora aspectos sociales, psicológicos, biológicos, afectivos y éticos, de forma transversal a todas las materias y espacios educativos. Así brinda no sólo información, sino una perspectiva amplia de derechos, respeto e igualdad. Esto permite identificar, y posiblemente eliminar el acoso y las formas violencia, cuestionar los estereotipos corporales y actitudinales.
Ahora, pensando en la función de las escuelas y la educación, cabe preguntarse si la escuela del siglo XXI ha podido diferenciarse de aquella escuela predominante en sus inicios en el siglo XIX, homogeneizadora y normalizadora de cuerpos, identidades y sentimientos. La deconstrucción de dicha normalización es uno de los ejes de la discusión en torno a la ESI.
La producción de sentidos
Las instituciones educativas, así como otras instituciones presentes en la sociedad, como la familia y los medios de comunicación, tienen un valor performativo muy profundo: producen modelos jerarquizados de masculinidad y feminidad, formas identitarias, estereotipos corporales y de belleza, entre otros que luego se difunden mediante formas culturales hegemónicas.
Ejemplos clásicos se encuentran en la industria del entretenimiento: juguetes para niños y para niñas que tradicionalmente asociaron colores u ocupaciones a cada uno de los sexos. En la industria de la moda y la publicidad que indica cómo vestir y cómo ser femenina y qué ideales de belleza son los considerados aptos y hegemónicos. Incluso de la combinación de ambas industrias nacen las clásicas muñecas para niñas, la Barbie, que si bien hoy en día también se está sumando a la ola de cuestionamiento de algunos estereotipos corporales, durante décadas marcó un estereotipo de belleza que asocia la altura y delgadez con el ideal a seguir.
¿Pueden las instituciones escolares, desde el jardín de infantes hasta la educación superior, influir de forma positiva en la conformación de estos estereotipos y relaciones de poder? La escuela es un espacio fundamental en la construcción de ciudadanía, la perspectiva crítica y las relaciones sociales. Uno de los objetivos de la escuela es la inserción de las infancias en la sociedad, y para ello brinda toda una serie de saberes, valores, actitudes y comportamientos que se deben aprender y acatar. A su vez, estos se encuentran regidos por un sistema que establece las relaciones de poder que se establecen entre varones y mujeres. Entonces, si los medios de comunicación crean y refuerzan determinados estereotipos corporales y formas de comportarse según seas él o ella, ¿la escuela podría convertirse mecanismo que contribuya a desarmar esta configuración? ¿Podría producir otro tipo de sentidos más críticos? ¿Qué es lo que hace falta para que esto suceda o se convierta en un objetivo pedagógico de relevancia?
Para esto resulta de fundamental importancia involucrar las voces de aquellos que son los principales interpelados: niños, niñas y adolescentes. Estos se encuentran permanentemente bombardeados por distintos estímulos sociales, culturales, económicos, que difunden prescripciones actitudinales, corporales, etc. Necesitan, por lo tanto, de un espacio que les permita expresar cómo se sienten respecto a ello y que les brinde información. La ESI puede ser el motor para lograr esto en la escuela. Además de luchar por un mayor respeto y equidad entre todos los individuos, la ESI tiene un gran potencial a la hora de debatir las relaciones de poder y que en muchos casos terminan engendrando y legitimando diversas formas de violencia en su mayoría dirigida a la población femenina, homosexual o trans.
Algunas de las ventajas de la inclusión pedagógica de las voces de los jóvenes mediante la integralidad de la educación sexual podrían ser: el cuestionamiento a los roles tradicionales de género desde la infancia, evitar reproducir estereotipos corporales o actitudinales que asocien determinadas formas de ser, sentir y actuar a varones y mujeres y contribuir a eliminar las numerosas formas de violencia a las que se ven sometidos algunos colectivos sociales.
Queda entonces seguir reflexionando en torno a cómo podemos, desde la educación, contribuir para que esas voces sean escuchadas y amplificadas y sus derechos dejen ser vulnerados. En otras palabras, cómo podemos contribuir a construir una ciudadanía infantil.
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