Hoy la Universidad de Buenos Aires cumple sus primeros 200 años de vida. A las 19, celebrará su bicentenario con un acto central en la Facultad de Derecho, que contará con la presencia del presidente Alberto Fernández, también profesor de la casa de estudios.
Durante la ceremonia, la universidad reconocerá a 200 personalidades, docentes o graduados, que hayan sobresalido en sus respectivas disciplinas. De la política, además de Fernández, el galardón lo recibirán, entre otros, el gobernador Axel Kicillof y el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta, en un mensaje que puede interpretarse como “anti-grieta”.
Horas antes de la celebración, el rector de la UBA, Alberto Barbieri, dialogó con Infobae sobre los momentos históricos de la institución y los desafíos que representa para una universidad inmensa -más de 300 mil estudiantes y 35 mil profesores- sortear la crisis económica y educativa que atraviesa el país.
“Para todos los que pasamos por la UBA es especial. Siempre digo que la UBA te cambia la vida. Estar transitando esta fecha del primer bicentenario en una organización de tanta trascendencia es un motivo de orgullo. A mí me genera una mezcla de sensaciones, de emoción y orgullo, porque soy graduado de esta casa, soy docente y hoy me toca ser rector”, señaló.
-Si tuviera que elegir un momento histórico que haya marcado el rumbo de la universidad, ¿con cuál sería?
-Es difícil elegir uno solo. Hay varios hitos trascendentes. La UBA nace como una idea de los revolucionarios de mayo, con la intención de formar a las nuevas generaciones con las ideas innovadoras que venían del Viejo Continente. Nosotros siempre fuimos de la mano de la historia argentina, con sus más y menos. Todos los que caminamos por nuestros pasillos leemos que la Generación del ‘80, en su inmensa mayoría, pasó por la universidad.
Otro hito trascendente fue la Reforma del 18, que modificó la forma en que la universidad se conectó con la sociedad. Marcó un antes y un después: trajo la autonomía universitaria, la libertad de cátedra, la periodicidad de los cargos, el cogobierno. Luego todo eso se reflejó en las universidades de Latinoamérica.
En el 49, con Perón, se sancionó también la ley de supresión de aranceles, que llevó a que la UBA se convirtiera en una universidad gratuita. Otro hecho histórico fue en el 83, con la vuelta a la democracia. Retomamos los valores democráticos que nos caracterizaban, la pluralidad, la inclusión y le sumamos el ingreso irrestricto que instauró Alfonsín.
-¿Y momentos que hicieron retroceder a la universidad?
-Como dije: la UBA acompañó los momentos históricos del país. En los momentos más oscuros, todas las dictaduras se enseñaron con nuestra universidad porque representamos la antítesis del autoritarismo. La Noche de los Bastones Largo frenó un crecimiento enorme que venía desarrollando la universidad. La etapa más triste es la dictadura del 76 en la que muchos de nuestros graduados fueron asesinados y desaparecidos.
-Si bien es cierto que la UBA acompaña los momentos históricos, hoy pareciera darse lo opuesto. Con el país hace ya años en crisis, la UBA sigue cosechando reconocimientos. ¿Por qué?
Nuestra historia acompaña la coyuntura del país, pero las crisis no impactan de la misma manera a todas las organizaciones. La UBA, por su cogobierno, por sus principios de excelencia y el esfuerzo de sus docentes está pudiendo capear esas problemáticas de otra manera. Si bien tenemos un modo de abordar las dificultades que nos distingue, eso no quiere decir que no seamos permeables a la situación del país. La universidad fue creada justamente para lograr soluciones a las crisis y presenta una singularidad: es una organización inmensa que, a la vez, funciona con éxito en forma descentalizada. De verdad es un objeto de estudio académico por su flexibilidad de adaptación pese a la masividad.
-En los últimos días volvió a estar en agenda el financiamiento. ¿Considera que con una ley que aumente la inversión educativa se soluciona el problema?
-La discusión es mucho más profunda y no se soluciona solo con una ley de financiamiento. El financiamiento es el reflejo de una política. Los argentinos nos debemos sentarnos a discutir varios temas, como planificar a mediano y largo plazo la educación de nuestro país. A partir de esas definiciones, de fijar metas y objetivos, surge el presupuesto que obviamente está atado a la volatilidad económica. Pero no puede ser que estemos cambiando todos los días. Cada gobierno que llega busca cambiar las reglas de juego. No se puede cambiar cada cuatro años. Por eso digo que no alcanza con sacar una ley de financiamiento. Necesitamos una planificación integral.
-De cara a las elecciones legislativas, ¿le preocupa lo poco que se habla de educación?
-Los argentinos hablamos permanentemente de lo importante que es la educación, pero yo quisiera ver ahora que llega el momento de las elecciones quién se ocupa verdaderamente del tema. Yo no veo propuestas ni metas concretas. Nosotros como universidad estamos abiertos para ayudar. Nos tenemos que poner de acuerdo en 4 o 5 cosas fundamentales para que haya políticas que trasciendan los gobiernos.
-En los últimos días se habló mucho del caso de Toyota, que no lograba encontrar jóvenes con secundaria completo. ¿Piensa que falta un vínculo más estrecho entre la educación y el sistema productivo?
-El sistema educativo tiene grandes falencias. En ese caso puntual se refería a la secundaria, que es sin duda el nivel que atraviesa las mayores necesidades. Nosotros en la UBA cada vez tenemos más vínculos con las empresas, que obviamente pretendemos profundizar.
-Con la migración masiva a la virtualidad, ¿se puede pensar en una UBA pospandemia en la que el estudiante elija qué materias cursar presencial y qué materias cursar a distancia?
-Antes de la pandemia, en la universidad ya teníamos un sistema de aprendizajes virtual con el que cursaban entre 60 y 70 mil alumnos. La pandemia fue un hecho disruptivo porque nos exigió trasladar las 103 carreras a la virtualidad y nuestros 35 mil profesores se tuvieron que adaptar de golpe a ese cambio. Hoy estamos en una situación mucho mejor, pero añoramos el regreso a la presencialidad. No se trata solo de la transmisión de conocimiento, sino de la vida universitaria, del debate de ideas.
-Hay muchos estudiantes que dicen que la virtualidad les permite hacer más materias por una cuestión de comodidad...
Cada vez va a haber más tecnología aplicada a la enseñanza y el aprendizaje. La tecnología sirve para agilizar y facilitar el acceso a la información. Pero la presencialidad hace al ser universitario, al debate con los pares. Por eso vamos hacia sistemas híbridos. Esperamos en el segundo cuatrimestre ir recuperando progresivamente la presencialidad. Y el año que viene aguardamos recuperarla plenamente. Sabemos que va a estar atravesada por la experiencia virtual, que nos va a potenciar.
-Está en su último año de gestión. ¿Le queda alguna cuenta pendiente como rector?
Sería irresponsable de mi parte decir que no me quedan cuentan pendientes como rector. Siempre en una organización tan grande tenemos nuevos objetivos por cumplir. Lo que digo es que tenemos que seguir potenciando varios de los ejes que venimos trabajando: la internacionalización del conocimiento, la aplicación de las tecnologías de comunicación, aumentar el desarrollo de la investigación en áreas estratégicas, combinar con el mundo empresario y sostener las acciones de extensión social. Es seguir potenciando lo que venimos haciendo.
SEGUIR LEYENDO: