Estudiantes con altas capacidades: el gran desafío para la escuela

La educación debe estar preparada para contemplar la diversidad y la problemática de todos los estudiantes.

Estadísticamente, un estudiante por curso debe tener altas capacidades

Algunos estudiantes muestran una inteligencia muy superior a la media, un potencial para desarrollar, una forma de aprender y de sentir diferente, y un desarrollo asincrónico. Son chicos de altas capacidades (AACC).

Si bien este término va evolucionando, y antes se lo asociaba a un alto rendimiento académico y luego con un elevado cociente intelectual (CI), hoy en día la Asociación de Altas Capacidades de Argentina lo define como un potencial por desarrollar. Sabemos que los niños con AACC son aquellos que tienen una capacidad de aprendizaje superior a la media y una forma de aprender radicalmente distinta, que los diferencia del resto de niños de su edad. Puede tratarse de un tema intelectual, pero también motriz, artístico o de otro tipo. Es decir, las altas capacidades no están limitadas a lo intelectual.

Un estudio del área de neuropsicología de la Universidad de Córdoba estima que al menos un 15% de los niños tienen altas capacidades. De ellos, un 2% son superdotados y un 13% talentosos. Imaginemos un mundo que va demasiado lento para ellos. Y encima se les pide que esperen.

Los alumnos con altas capacidades pueden ser superdotados, talentosos o tener capacidades excepcionales. Pueden destacarse en todas las áreas, tener talento en áreas específicas o sobresalir en algunas otras. Pero también pueden presentar dificultades de aprendizaje, ya sea porque nunca adquirieron hábitos de estudio o bien porque su motivación ha decaído. Son chicos que muchas veces se sienten la oveja negra del grupo y padecen desde burlas hasta bullying. Pueden, también, por temor a esas cargadas, tratar de pasar desapercibidos, para intentar encajar. Se hace muy difícil desarrollar todo el potencial de estos chicos en un ambiente hostil.

Los alumnos con altas capacidades pueden ser muy buenos estudiantes... o muy malos (Foto: Especial)

Pero atención: no siempre las altas capacidades son sinónimo de éxito académico. La falta de hábitos de estudio y la falta de motivación son un combo explosivo que muchas veces termina en chicos que abandonan la escuela.

Es necesario fomentar, cultivar y desarrollar los talentos especiales de estos alumnos e incentivarlos para que apliquen el pensamiento lateral a ideas, cuestiones y situaciones complejas, aunque algunos de ellos requieran apoyo para el aprendizaje en otras áreas.

Tristemente, el sistema nos sigue diciendo qué se debe estudiar, de qué forma y cómo aprenderlo. En un modelo tradicional de educación, todo se hace de manera estandarizada: todos hacen lo mismo y al mismo tiempo. Pero hoy por hoy, tener a todos tus alumnos haciendo lo mismo al mismo tiempo ya no generará ningún valor agregado.

Una instrucción personalizada toma como punto de partida al alumno. Si cada uno de nosotros aprende a su propio ritmo, tiene preferencias sobre cómo aprender y disfruta de diferentes maneras, es lógico pensar que aprenderíamos más de una manera personalizada, que como si fuéramos parte de una línea de producción.

Debemos permitirles a los alumnos manejar su propia autonomía. Esto significa centrar la atención en ellos, permitirles explorar y aprender de acuerdo con sus propios estilos y fomentar su propia responsabilidad.

Muchos estudiantes con altas capacidades pueden ser víctimas del prejuicio de sus compañeros (Shutterstock)

De la misma forma en que hay alumnos que necesitan de mayor apoyo o acompañamiento, hay otros con altas capacidades que también necesitan recorrer trayectorias diferentes. Estas trayectorias implican el rediseño de los contenidos para permitirles llegar a su máximo potencial. ¿Cómo se ve esto reflejado en un aula?

Tomemos el caso de un alumno de primer grado. Están viendo en matemática los números del 1 al 50. Podemos pedirle, por ejemplo, que haga diez cuentas, sumando y/o restando con unos números designados, para llegar a cincuenta. Por ejemplo, 100 -20 -40 + 10. Podemos complejizar la consigna pidiéndole que no repita ciertos números, etc. Es decir, el contenido en este caso es el mismo, lo que se les pide es llegar a otro nivel.

Otras opciones para acompañar a los chicos con altas capacidades sería alentarlos a encontrar a otros alumnos, tal vez del mismo ciclo pero no necesariamente de su mismo curso, que tengan sus mismos intereses (robótica, escribir poesía, analizar cuentos, cómo construir algo, etc) y si suman veinte alumnos con su mismo interés, se abre un taller acerca de ese tema. Lo interesante de esto es que son ellos quienes deben autogestionarse. Aquí deben trabajar el autoconocimiento, las habilidades de comunicación, toma de decisiones, resolución de problemas, etc.

También pueden juntarse para prepararse y participar de un hackatón u olimpíadas de matemáticas, o alguna competencia. La idea siempre es desafiarlos para que desarrollen su mayor potencial, no castigarlos con más tarea.

Laura Lewin

¿Qué pasa si un nene de cuatro años sabe perfectamente cómo funciona el sistema digestivo o circulatorio? ¿Lo enviamos a la universidad? No, porque se perdería de aprender muchísimas otras cosas pertinentes a su edad, que debe aprenderlas en el nivel inicial, desde normas, reglas, vincularse, trabajar en grupo, etc.

Hay casos en donde los niños están avanzando también desde lo social y emocional. Ahí tal vez se puede pensar en una aceleración de un año si tuvieran una capacidad de aprendizaje acorde a una edad superior. El trabajo en conjunto de un psicólogo y un psicopedagogo nos acerca a un diagnóstico y a un curso de acción.

La realidad es que debemos siempre priorizar la necesidad de los chicos, ver qué necesitan para llegar a su mayor potencial, y generarles oportunidades de aprendizaje significativas. Desde el trabajo por proyectos, el diseño universal de aprendizaje, agruparlos con otros chicos de otros cursos con los que tal vez compartan intereses, o la ampliación del proyecto curricular, todas son opciones válidas que tenemos que tener en cuenta.

Necesitamos una educación para todos. Cuando un chico se siente ignorado, debemos preguntarnos si el sistema está funcionando como debiera o si, tal vez, debemos hacer los ajustes pertinentes para incluir a todos. No a algunos solamente.

Laura Lewin es autora, capacitadora y especialista en educación. Es oradora TEDx y ha escrito numerosos libros, entre los cuales podemos destacar su más reciente libro, La Nueva Educación (Santillana, 2020). Facebook: @LauraLewinOnline. Instagram: @lauralewinonline

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