Como docentes, al igual que como padres, nos produce una profunda satisfacción y orgullo lograr trascender en el otro, dejar una huella.
Soy profesora de Informática en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde los estudiantes tienen esta materia sólo en primer año. Trabajamos mucho durante el año para aprovechar esa instancia. Siendo ellos nativos digitales y viviendo en esta sociedad de la información mediada por la tecnología, mi propósito es prepararlos de la mejor manera tanto para los años escolares que vienen, como para su futura vida universitaria y profesional.
A nivel mundial hay un enorme déficit de profesionales de tecnología, y hoy, en la Argentina, los profesionales de esta especialidad tienen la posibilidad de conseguir trabajo local con buenos salarios, como también la de trabajar desde acá para el exterior con un sueldo en dólares, si cuentan con buen inglés.
Hay algunos estudiantes que se quedan muy entusiasmados con lo que aprenden de pensamiento computacional y programación. En algunas ocasiones a posteriori, cuando me los cruzo en algún pasillo del colegio o en el transporte público, me consultan cómo seguir profundizando en programación. Alegrías que nos da nuestra profesión docente.
Hace poco me escribió un estudiante de hace varios años, se llama Santiago Berlanga y está a punto de terminar la escuela secundaria. Me consultó por distintas universidades para seguir carreras tecnológicas. ¿Por qué se da ese vínculo tan importante y, a veces, tan huidizo entre un docente y sus estudiantes, aún a pesar del paso del tiempo? Creo tener una respuesta, pero siempre me resulta más relevante escucharlos a ellos. Así que le pedí a Santiago, ahora que han pasado años desde que estuvo en mi clase, que contara su experiencia. Qué recordaba de aquella cursada de hace tantos años.
“Mi experiencia con la programación empezó en el año 2018, yo estaba en primer año del Colegio Nacional de Buenos Aires. En este año, una de las materias es Informática y sabía que una amiga la había pasado mal porque tenía que memorizar fórmulas y cantidades que no tenían ninguna aplicación práctica. Por suerte, no fue mi caso”, contó Santiago.
Además, recordaba con detalles cómo fuimos transcurriendo la materia: “Nos propusiste trabajar con un programa llamado Pilas Bloques, que constaba de desafíos que debías completar mediante algoritmos de bloques que controlaban un autómata. No nos resultaba nada difícil, pero era un buen primer contacto con la programación. Luego fuimos aprendiendo cosas más complejas: trabajamos con “Scratch”, que seguía funcionando con la mecánica de pilas y bloques, pero ya no proponía un objetivo, por lo que la creatividad y la imaginación eran lo que contaba. Más tarde, descubrimos “Pseint”, y empezamos a escribir código”, recordó.
Si bien después de primer año no hay ninguna materia relacionada a la informática, Santiago no cesó en su búsqueda personal. “Ya terminado el año, me siguió interesando el mundo de la programación, por lo que seguí aprendiendo por mi cuenta en los ratos libres (pocos) que me deja el Colegio. Para eso, usé tutoriales de Youtube y aprendí algo sobre HTML y CSS. Este año pienso anotarme en el curso ‘Aprendé programando’, que desarrolla la Ciudad de Buenos Aires, para aprender a programar en el motor ‘Unity’ en C#, y quizás encuentre algo sobre impresión 3D y Robótica. Hay muchas cosas en Internet para ir probando. Por suerte, puedo compartir con algunos amigos de la primaria lo que voy encontrando (y ellos comparten conmigo sus propias búsquedas). "
Finalmente, mientras transita la etapa final de la escuela secundaria, analiza cómo seguir nutriéndose y aprendiendo: “Tengo pensado seguir la carrera de Ingeniería en Sistemas de la Información, en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). También me interesa una carrera nueva de la UBA, que se llama Licenciatura en Uso de Datos, porque tiene que ver con la big data y me genera mucha curiosidad. Creo que sin las clases del primer año del colegio me habría resultado más difícil encontrar este mundo que me encanta”, concluyó.
Dejar nuestra huella, despertarles nuevos intereses, incentivarlos a seguir investigando y profundizando, de eso se trata.
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