Hoy por la mañana se volvió a reunir el Consejo Federal de Educación. Durante la sesión virtual, los ministros abordaron la eventual modificación del calendario escolar en el medio de la segunda ola de coronavirus. El titular de la cartera nacional, Nicolás Trotta, habilitó la posibilidad de que se hagan ajustes “siempre teniendo en cuenta los indicadores sanitarios de cada provincia”.
Trotta hizo referencia a la potestad que tiene cada jurisdicción para modificar el calendario escolar, pero insistió en la importancia de una articulación regional. Planteó que la medida, en caso de tomarse, será excepcional y estará “determinada por el marco de indicadores sanitarios objetivos”.
“Cualquier modificación en el calendario escolar tiene que ir de la mano de la evidencia científica que transita cada una de las jurisdicciones, respetando los protocolos estrictos que construimos y sean factibles de aplicación en una realidad epidemiológica de base”, consideró.
La decisión ahora dependerá de cada distrito. Las vacaciones de invierno son en julio en todo el país, aunque la ubicación de esas dos semanas en el calendario varía entre las jurisdicciones. Tanto la Ciudad como la Provincia de Buenos Aires tienen el receso previsto para los últimos 14 días del mes, pero ya adelantaron que contemplan la posibilidad de hacer ajustes: tanto de adelantarlo para junio como de extenderlo una semana más.
Según supo Infobae, en los últimos días, a la región metropolitana se agregaron otras provincias como Mendoza, Santa Fe, La Pampa, Salta o La Rioja que también analizan mover las fechas de las vacaciones de invierno.
La modificación del calendario escolar trastocaría parte de la organización del ciclo lectivo: el cierre de notas para los trimestres, algunos aprendizajes que no se terminarán de consolidar. Trotta admitió que la medida tendría un “costo educativo”, pero que de igual manera estarían dispuestos a tomarla si redundara en beneficios epidemiológicos.
Hoy por la tarde, Trotta mantendrá una reunión con la ministra de Salud, Carla Vizzotti, y su par de Turismo, Matías Lammens. La idea es intercambiar pareceres en torno a una decisión que no solo afectaría a las escuelas, sino también al sistema sanitario y a la actividad turística.
El objetivo detrás del eventual adelantamiento del receso es ganar tiempo. Con una campaña de vacunación que ahora sí avanza a un ritmo más acelerado, ven con buenos ojos pasar el receso para las últimas semanas de junio. De ese modo, una vez finalizado, se produciría un retorno importante a las aulas. Hoy casi todas las provincias tienen parcial o totalmente suspendida la presencialidad escolar.
Pero surge un inconveniente. En caso de haber un ajuste en el ciclo lectivo, los meses más fríos del año -julio y agosto- los alumnos los pasarían en las aulas, con protocolos que exigen ventilación cruzada permanente. Por eso, algunos distritos -con la Ciudad de Buenos Aires a la cabeza- evalúan también la posibilidad de, en lugar de adelantar el receso, extenderlo una semana más.
Es la chance que hoy parece más fuerte en la Ciudad. El gobierno porteño se ampara en que el ciclo lectivo comenzó el 17 de febrero, antes que en el resto del país, y que en total prevé 196 días de clases; 16 más de lo que exige la ley. Por ende, eso les permitiría cierta flexibilidad: extender el receso una semana más, utilizando también las jornadas institucionales, en las que los chicos habitualmente no tienen clases, para amortiguar la pérdida de aprendizajes.
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