Los últimos días fueron movidos en Uspallata. Entre el miércoles y el viernes, el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta mantuvo conversaciones con su gabinete: tuvieron una reunión por Zoom y otra en la sede de la administración para delinear la salida al confinamiento, especialmente en el plano educativo. Demoraron lo máximo que pudieron la decisión para comunicarla recién ayer por la noche.
La premisa fue esperar los reportes del viernes. Con los últimos datos, surgió un optimismo moderado en el gobierno porteño. El sistema sanitario pudo resistir el desborde de los contagios y ahora aguardan una lenta disminución de los casos a partir de las restricciones. La frase que más se escucha, al igual que el año pasado, es la de “transitar una nueva normalidad”.
Y en esa nueva normalidad entra la educación, que se detuvo tanto presencial como virtualmente esta semana. La decisión de Rodríguez Larreta sorprendió. La Ciudad fue el único distrito que suspendió toda actividad educativa en los tres días hábiles del confinamiento. “Queremos que los días que se pierdan se recuperen con presencialidad”, mencionan al explicar la medida y los tres días agregados sobre el cierre del ciclo lectivo.
Desde el lunes, la Ciudad de Buenos Aires volverá a un esquema escolar similar al que aplicaba antes de la cuarentena de 9 días, pero con un pequeño ajuste: los últimos años de la secundaria pasarán a clases totalmente virtuales. De ese modo, convivirán tres modalidades en el sistema educativo:
Presencial: jardines maternales, educación especial y niveles inicial y primario.
Bimodal: primer y segundo año de la secundaria.
Virtual: tercer, cuarto, quinto y sexto año de la secundaria. Además, la educación para adultos, los institutos superiores y los centros de formación profesional seguirán trabajando a distancia.
En Uspallata justifican el paso a la virtualidad en secundaria por dos razones. Una meramente pedagógica: son los alumnos con mayor autonomía y los que sufren menos la falta de presencialidad. La otra, de movilidad: son los que más usan el transporte público y representan la franja etaria en edad escolar de mayor contagio.
En conferencia de prensa, Rodríguez Larreta anunció una serie de medidas educativas complementarias: una beca estudiantil para recursos pedagógicos y conectividad, de 21.600 pesos para 48 mil chicos de secundaria; la entrega de cuadernillos con contenidos de matemáticas, prácticas del lenguaje e inglés; y un espacio virtual de apoyo escolar. Del mismo modo, buscarán intensificar los testeos para alumnos mayores de 6 años que presenten síntomas compatibles con el COVID-19.
La decisión del Ejecutivo porteño de reabrir las escuelas provocó una reacción inmediata en la Casa Rosada. El ministro de Educación nacional, Nicolás Trotta, volvió a decir que se trata de una “irresponsabilidad” guiada por la “especulación política”.
“Le pedimos a Larreta que sea responsable, que escuche un poco más a los sanitaristas, que dialogue con los enfermeros, con los médicos que están en terapia, para que conozca la problemática que estamos transitando y que deje de especular. Porque se está guiando más por las especulaciones políticas que por las responsabilidades que conlleva el cargo y no asume las decisiones que hay que tomar en el marco de la excepcionalidad de la pandemia”, cuestionó Trotta.
La disputa no es nueva. Desde agosto del año pasado hasta la fecha, la política educativa estuvo marcada por el conflicto entre la Casa Rosada y la Ciudad de Buenos Aires. Durante la mini cuarentena, Rodríguez Larreta decidió ceder y cerrar las escuelas, pero ahora volverá a desoír el decreto presidencial.
Según el DNU, la Ciudad es uno de los distritos considerados en “alarma epidemiológica y sanitaria” y, por ende, debería mantener la suspensión de las clases presenciales por al menos dos semanas más. Sin embargo, el gobierno porteño se escuda en su autonomía que la propia Corte Suprema revalidó y no seguirá la estrategia nacional en materia educativa a menos que se trate de una cuarentena estricta. “Ya lo dijimos: la escuela es lo último que se cierra y lo primero que se abre”, reiteran.
Presencialidad, contagios y vacunas
Ayer por la tarde, tras conocerse la decisión del gobierno porteño, se reunió el Observatorio del Regreso Presencial a las Aulas, creado en el seno del Consejo Federal de Educación a principios de año.
Los datos que repasaron durante la sesión virtual llaman la atención. Por un lado, tal como marcó Infobae, la suspensión de las clases presenciales fue mucho mayor de lo que exigía el decreto. El 93% de los alumnos del país no fue a la escuela esta semana y un alto porcentaje tampoco volverá las siguientes dos. Mientras que el DNU consignaba 172 departamentos de alto riesgo o en alarma, los gobernadores interrumpieron la presencialidad en 445 distritos.
Si bien la segunda ola de coronavirus ya golpea con fuerza también en el interior, la baja presencialidad contradice la idea original de priorizar la educación por sobre otras actividades. De hecho, con esa premisa, los docentes habían sido incluidos entre el personal estratégico a recibir la vacuna.
A la fecha, 595.782 docentes y auxiliares fueron inoculados con al menos una dosis, lo que implica el 50% del total del personal educativo de las escuelas, sin considerar al nivel superior y universitario. Incluso algunas provincias como Santa Fe o Córdoba vacunaron a casi todos sus maestros. La ciudad de Buenos Aires porcentualmente es la más rezagada: los docentes integran el grupo que será inoculado en los próximos días.
A los datos de vacunación se le suma la información que cada directivo carga en la plataforma Cuidar Escuelas. En la reunión de ayer, el Observatorio celebró los pocos casos reportados en los colegios. Transcurridos casi tres meses desde el inicio del ciclo lectivo, hasta el 22 de mayo, solo se notificó contagios en el 0,9% de los alumnos, mientras que entre los docentes las infecciones ascienden al 4,6%. Cabe aclarar que el sistema no consigna si los positivos se originaron dentro del ámbito escolar o fuera.
Los indicadores contrastan con los discursos y decisiones.
En febrero, el gobierno nacional y las 24 provincias proclamaron a la educación como prioridad: en la última semana casi todos los alumnos estuvieron sin clases presenciales, incluso en zonas donde el virus apenas circula.
La vacunación, en teoría, iba a garantizar mayor presencialidad: muchos de los maestros -algunos vacunados- siguen dando clases a distancia.
Y mientras las escuelas aún reportan bajos niveles de contagio, siempre están dentro de las principales apuntadas a la hora de aplicar un cierre.
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