El 2020 no será gratuito en términos educativos. Los primeros datos oficiales reflejan que el impacto del cierre de las escuelas, además de profundo, se sentirá en los próximos años. El ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires recabó información entre mediados de 2020 y marzo de 2021 y elaboró un informe que señala algunos indicadores alarmantes.
En el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta consideran que la evidencia respalda la idea de priorizar las clases presenciales, incluso en un escenario de altos niveles de contagio y tensión del sistema sanitario como el actual. Por el momento, la administración porteña piensa en continuar con el mismo esquema de presencialidad. Es decir, asistencia diaria desde los jardines maternales hasta la primaria y bimodalidad en la secundaria.
El informe al que tuvo acceso Infobae recopila una serie de indicadores que dejó la pandemia, vinculados a la salud emocional de los chicos, a los alumnos que quedaron rezagados, a los aprendizajes pendientes y al eventual abandono escolar.
Salud emocional
El primer indicador que empujó el regreso a la presencialidad fue el de la salud emocional. Ya a mediados del año pasado, a partir de un estudio conjunto que llevaron adelante INECO y UNICEF, la cartera educativa identificó signos muy evidentes de angustia y depresión entre los chicos a raíz del encierro.
El estudio reflejó que 7 de cada 10 adolescentes porteños tenían síntomas de ansiedad, depresión, sentimientos de soledad y baja satisfacción con la vida. Para ellos, lo más difícil del aislamiento fue, en primer lugar, no ver a sus amigos y después no poder ir a la escuela, no ver a sus familiares y tener que estudiar desde casa.
Alumnos que habrían repetido
Por la suspensión de las clases presenciales, se eliminó la repitencia en todo el país. Se hizo una excepción por la emergencia y, pese a adeudar más de tres materias, los alumnos pasaron de año bajo una modalidad de “promoción acompañada”.
Los números de potenciales repitentes en la Ciudad, afirman sus autoridades, son inéditos y se observan principalmente en la secundaria. De acuerdo a los registros oficiales, en las primarias públicas el 5,3% de la matrícula se encuentra en situación de “promoción acompañada” mientras que en el secundario ese indicador alcanza al 37.8% de los estudiantes. Dentro de ese universo, además, hay 9 mil chicos que tienen pendientes más de ocho materias.
En las escuelas de gestión privada, por su parte, el 94% de las primarias estimó en diciembre de 2020 que menos del 25% de su matrícula necesitaba instancias adicionales para aprobar asignaturas. Pero en la secundaria solo el 62% hizo tal afirmación. Un tercio de los establecimientos aseguró que entre el 25 y 50 por ciento de sus estudiantes requerían un seguimiento focalizado para acreditar los aprendizajes pendientes.
Aprendizajes postergados
Los relevamientos oficiales dan cuenta de un perjuicio mayor en términos de aprendizajes en los niños del primer ciclo de primaria: la etapa en la que aprenden a leer y escribir. En una encuesta que el ministerio de Educación de CABA hizo en marzo, la mayoría de los maestros de segundo grado señalaron que la mitad de sus alumnos tienen dificultades para “leer palabras fuera del contexto de un texto” y que no son capaces de contar historias que conocen con sus propias palabras.
En tercer grado, todos los chicos deberían poder escribir por sí mismos. Sin embargo, gran parte de los docentes encuestados indicó que tan solo la mitad de sus cursos está en condiciones de hacerlo.
En la primaria las áreas que requieren mayor énfasis, de acuerdo a lo reportado por las escuelas, son matemática y prácticas del lenguaje. En la secundaria se multiplican las asignaturas más endebles: matemática, lengua y literatura, historia, geografía, biología e inglés.
Si bien hay algunos contenidos que se pueden dictar en forma remota, los aprendizajes vinculados a “técnicas a procedimientos y al desarrollo de determinadas habilidades” vuelven imprescindible la presencialidad. Según el informe, los docentes marcan que los chicos necesitan ayuda a la hora del aprendizaje autónomo: orientarlos a planificar y organizar su agenda de actividades. Donde se ve mayor necesidad de acompañamiento es en los primeros años de cada nivel.
Abandono escolar
El año pasado, el gobierno porteño identificó a 6.500 chicos que habían perdido definitivamente el vínculo con la escuela. Si bien se avanzó en tareas de reencuentro, en la Ciudad dan por descontado que el abandono escolar se multiplicará tras un año sin asistencia presencial. A falta de la consolidación de los datos, las estimaciones de la cartera educativa proyectan un desgranamiento comparable al de doce años atrás, cuando en las secundarias estatales se registraba un abandono interanual del 8,5%.
A modo de conclusión, el documento advierte: “El ciclo lectivo 2021 presenta sin duda grandes desafíos para paliar las consecuencias negativas de la pandemia en educación, principalmente respecto a la medida de suspensión de clases presenciales. Las estrategias planteadas buscan potenciar a las escuelas en sus funciones centrales: socialización y bienestar emocional de los estudiantes, el logro de aprendizajes y la promoción de la equidad”.
El informe porteño es uno de los primeros relevamientos que presenta una jurisdicción, midiendo al menos parcialmente el impacto del cierre escolar. Las cifras preocupan por sí mismas, pero encienden una alarma si se tiene en cuenta que se dan en el distrito más rico del país. Cabe esperar que las consecuencias sean más graves en provincias de mayores índices de pobreza.
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