Daniela Milito es médica. Todos los días se traslada hacia la Ciudad de Buenos Aires, a su consultorio en el hospital donde trabaja. Su hijo, que está en primer grado, va -”iba en realidad”- a un colegio de doble escolaridad en Lomas de Zamora. Tanto ella como su marido son personal esencial y la virtualidad no es una opción posible.
“Como la situación en términos de restricciones no cambia e incluso empeora, la semana pasada pedí la vacante en una escuela pública de la Ciudad en frente del hospital. Yo no puedo tomarme otro año trabajando al 50% como el 2020 que fue terrible. Cómo médica yo sé por los que estamos pasando. No estoy en contra de las restricciones, pero estoy luchando para que al menos haya algún tipo de contemplación para los hijos de padres esenciales”, comentó en diálogo con Infobae.
Daniela pidió una vacante transitoria en CABA. Sabe que con el año comenzado es poco probable que se la otorguen. Por ahora no tiene pensado sacar a su hijo del colegio de Lomas, pero reitera la necesidad de que -tal como se hizo en Europa en los momentos de cierre- las escuelas permanezcan abiertas para recibir a los hijos de padres que, por sus trabajos, no los pueden acompañar durante el día.
La situación del Área Metropolitana de Buenos Aires no deja de ser curiosa. De un lado de la avenida General Paz, las escuelas están abiertas y funcionando con la normalidad que permite la pandemia. Del otro lado, los chicos estudian desde sus casas. Algunos padres del conurbano bonaerense ven cómo por cuestión de cuadras sus hijos no pueden acceder a clases presenciales. Y por eso es cada vez más recurrente que busquen vacantes en CABA.
Adriana Etcheverry es propietaria del jardín maternal Rayito de Sol en Vicente López y representante de un colectivo de establecimientos de primera infancia en zona norte. Para ellos, la suspensión de la presencialidad es irreversible. Su jardín empezó en 2020 con 180 chicos y, cierre mediante, terminó con 16. En 2021 pudo recuperar parte de la matrícula perdida: arrancó con 115 niños que poco a poco está perdiendo de vuelta.
“Nosotros funcionamos solo y exclusivamente en la presencialidad. La virtualidad es inviable en el nivel. Los padres obviamente no pagan por un servicio no obligatorio que no estamos brindando. El año pasado todo el AMBA estuvo cerrado y había mucho temor, pero ahora los padres ven que a seis cuadras hay clases todos los días, de lunes a viernes, en Capital. Lo cambian y se terminó el problema”, explicó.
Pese a las dificultades que acarrea el maternal, donde no se puede cumplir con el distanciamiento social por obvias razones -hacerles upa a los chicos, cambiarles los pañales, darles de comer-, no tuvieron contagios entre marzo y abril. Con ese antecedente, piden al menos ser exceptuados de la suspensión, tal como también pasó en Europa donde se priorizó la primera infancia. “Somos el motor de la sociedad. Los padres necesitan un espacio de cuidado para poder trabajar. Se terminan metiendo todos los niveles, desde maternal hasta secundaria, en la misma bolsa”, planteó.
Desde la Asociación Coherencia, que nuclea jardines de CABA y GBA, confirmaron que se está dando una migración en el nivel maternal, que se multiplicaron las solicitudes de los padres para cambiar a sus hijos.
Con las aulas cerradas, surgen espacios “clandestinos”. Entre las familias de clase media cada vez es más habitual apelar a alternativas que, con distinto nombre, buscan suplir el rol de la escuela: escuelas rodantes, clases al aire libre, aulas “blue”.
Cecilia Calabria tiene dos hijos. Uno de ellos cursa segundo año en una escuela de Palermo, mientras que su hija menor está anotada en un colegio municipal de Olivos. El contraste para ella es evidente. “En el colegio de Capital va todos los días y si hay alguna modificación porque un profesor está aislado, el colegio nos avisa un día antes. En la escuela de Olivos, cuando había clases presenciales, las comunicaciones las daba cada profesor. Algunos avisaban con tiempo, otros lo hacían 10 minutos antes de que comenzara la clase”, contó.
“En el colegio de Palermo se ve que tuvieron muchas consultas porque nos preguntaron a los padres de chicos con hermanos si queríamos reservar una vacante. Nosotros lo estamos considerando, quizás no para ya pero sí para el año que viene”, agregó.
Analía Suárez tiene un hijo de 12 años en un colegio privado en Hurlingham. El año pasado egresó de la primaria en forma virtual. Si bien todavía no entró en contacto con una escuela porteña, tiene la ORT de Belgrano como posible destino ante la falta de presencialidad.
“El año pasado aguantamos la modalidad virtual, pero ahora mi hijo hay días que no se quiere conectar. Pasa noches sin poder dormir. Mi esperanza era que este año comenzara de una forma más normal, también con más deporte, música y arte que lo hicieran recuperar el vínculo con la escuela. Con la modalidad virtual se disipó todo otra vez. Nos tiene muy frustrados”
Los padres avizoran un “déjà vu”. Ya imaginan una situación similar a la de 2020. En ese momento, por mediados de marzo también la suspensión era en teoría por 15 días y se extendió a casi todo el año, dicen. 2021, por lo menos por ahora, tiene la diferencia de que a pocas cuadras, tan solo cruzando la General Paz, las escuelas siguen abiertas.
SEGUIR LEYENDO: