En septiembre partirán diez chicos argentinos al exterior. Irán a alguno de los 18 colegios que tiene la red United World Colleges (UWC), distribuidos en cuatro continentes: irán a Gales, Estados Unidos, China, India, Japón, Alemania… Pasarán dos años rodeados de compañeros de al menos 80 nacionalidades distintas.
Para acceder a esa oportunidad, debieron pasar por un proceso de selección minucioso, que comienza quince meses antes. Cada año, se postulan alrededor de 500 adolescentes argentinos, entre 16 y 18 años, al programa de vida residencial -o, más bien, a los colegios pupilos- que ofrece UWC. De todos ellos, solo el 2% obtiene una de las becas.
No hace falta tener el promedio más alto en la escuela o venir de una familia que pueda costear parte del viaje, ni siquiera saber inglés es un requisito. “Ningún chico se queda sin la posibilidad de ser seleccionado por la capacidad económica de su familia. De hecho, tenemos experiencias con estudiantes procedentes de barrios populares, que hacían changas en la calle. Tampoco la excelencia académica es lo primordial. Buscamos otro tipo de perfil”, dijo a Infobae Laura Carone, integrante del Comité Nacional y del board internacional.
En 1974 se conformó el Comité Nacional en la Argentina. Desde entonces, fueron seleccionados chicos de las más diversas procedencias, de todas las provincias del país salvo Santiago del Estero y Formosa. “No importa la religión, ni la orientación política ni su lugar de origen, sino el potencial que tienen. Lo que buscamos es resiliencia para afrontar el desarraigo, la capacidad de aprovechar al máximo la oportunidad, de resolver problemas”, planteó Carone.
Para detectar esos perfiles, los postulantes pasan por un proceso no tan convencional. Son cinco etapas eliminatorias: primero un examen virtual; después producciones escritas, videos y cartas de recomendación; luego llega el momento de las entrevistas individuales; en cuarto lugar hay una actividad grupal que, por la pandemia, fue un campamento virtual, donde observan cómo se vinculan los chicos; por último, entrevistan a los postulantes y sus familias.
“Siempre me interesó mucho viajar y se podría decir que UWC era mi sueño, pero todavía no lo sabía, pensaba que no existían colegios así. Mi tía vio en un diario la postulación y pensó que me podría interesar”, dijo Emilce (17), de Salta. “Todavía no puedo creer haber sido elegida. Fue mágico. Me sorprendía pensar que había gente que estaba leyendo lo que escribía y le gustaba. Me decía a mí misma cada vez que pasaba una etapa ‘la pasaste siendo vos’ y eso era lo más emocionante”, agregó.
La UWC estuvo en la agenda internacional de los medios en los últimos días. Es que Emilce será compañera de Alexia, una de las hijas de la reina Máxima Zorreguieta, y de Leonor, también heredera al trono en España. Todas ellas concurrirán al Atlantic College, la sede central de UWC, en Galés, donde se gestó el movimiento.
Al mismo colegio irá Delfina, de Bahía Blanca, también de 17 años: “No es que a mí me interesara la idea de estudiar en el exterior en sí misma, pero al ver de qué trataba específicamente esta propuesta, me pareció una oportunidad muy interesante que podía permitirme crecer, vincularme y desarrollarme de muchas formas. Siempre tuve ganas de intercambiar y compartir. La idea de que sean personas de literalmente todo el mundo, con motivaciones similares a las mías, me voló la cabeza”, comentó.
Para Delfina, más allá de haber resultado elegida, el proceso de selección fue enriquecedor por sí solo. “Es una experiencia muy interesante, en la que se generan vínculos y situaciones muy nutritivas y también -o por lo menos así fue en mi caso- un proceso de auto-exploración muy profundo para responder a las distintas propuestas que plantea el comité”.
El comité está compuesto por graduados de los programas UWC, familiares de egresados, expertos en educación y líderes de la comunidad. Desde 1974 a la fecha, escogieron a 321 jóvenes argentinos para formarse en el exterior. Hoy alrededor de 20 chicos del país están distribuidos entre los colegios UWC y la pandemia, si bien complicó los visados, no impidió el desarrollo de los programas.
Las becas y su modelo de enseñanza
Una vez que los candidatos llegan a la última instancia, a la entrevista con la familia, el comité evalúa la situación económica de cada estudiante porque la mayoría de las becas son parciales y la suma de dinero depende de cada colegio. En el caso en que la familia no pueda costear la experiencia, buscan patrocinadores y donaciones en la comunidad.
El costo de estudiar en un colegio UWC es variable, pero elevado. Oscila entre los 20.000 y 40.000 dólares por año. En general, se les pide a las familias que completen el monto con un aporte económico equivalente a lo que su hijo gastaría si viviera durante ese mismo periodo en el hogar. Eso implica gastos en alimentación, actividades extracurriculares, vestimenta y salidas.
Si bien los colegios están centralizados en 18 ciudades, el movimiento abarca a casi todo el mundo. Hay un comité local que selecciona un grupo de estudiantes en 159 países. Al ser un proceso tan extenso, a fines de mayo abrirá la inscripción para postularse a través de la página web para 2022.
En general, los chicos cursan sus últimos dos años de educación secundaria. Lo hacen bajo un modelo conocido como Diploma del Bachillerato Internacional (IB), que se enfoca en la vivencia como modo de aprendizaje, en el servicio a la comunidad y en las actividades al aire libre. “Se da una combinación holística muy interesante. Se combina la lingüística con el teatro, la investigación, la ingeniería... Distintas disciplinas conviven en el aula y los espacios abiertos”, explicaron.
Los diplomas IB buscan favorecer el pensamiento crítico a partir de una enseñanza transdisciplinaria. Según sus voceros, también fomenta la diversidad, la curiosidad y el afán por aprender. El IB no está convalidado por el Ministerio de Educación nacional, por lo cual, los chicos que quieran seguir estudiando en el país deben rendir libre las materias que les quedan para terminar el secundario.
Si bien este modelo es transversal a toda la red, “cada colegio es un mundo” y ofrece una experiencia distinta. Hay establecimientos en lugares aislados, hay otros inmersos en grandes ciudades, hay campus rodeados de naturaleza y otros más cosmopolitas.
Una vez que transcurren los dos años, llega el momento de la elección: quedarse en el país donde estudiaron o volver a la Argentina. Los graduados de UWC son buscados por varias de las universidades más prestigiosas del mundo, que incluso están dispuestas a cubrirles la matrícula y la residencia, pero la intención es que regresen. “Buscamos que puedan volver y generar un impacto en su comunidad”.
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