¿Qué sucede cuando un autor chileno multipremiado y una profesora mexicana inquieta y dinámica se unen para quebrar las fronteras del aula? Surge una experiencia diferente de lectura en las aulas que resulta inspiradora para todos los docentes, los jóvenes lectores y, por qué no, también para los escritores, que muchas veces no imaginan que pueden tener lectores interesados en el público juvenil y en las aulas escolares.
En un nuevo encuentro de Experiencia Leamos, el escritor chileno Ricardo Elías, autor de la premiada novela A la cárcel, y la profesora mexicana Susette Hernández, conversaron con Marcos Almada, editor de la novela en el sello Alto Pogo, y de cómo fue trabajada por los estudiantes de quinto año de un bachillerato en Guadalajara.
--¿Cómo fue tu experiencia con los chicos, con Susette, y con el universo que propone la cárcel?
--Susette leyó el libro --dijo Elías-- y después me escribió. Es interesante, porque uno lee un libro, le parece bueno o malo y lo deja ahí. Pero ella quiso contactarme y se produjo un puente entre la literatura. Fue mediante el tema de la cárcel, que es transversal, universal, que se accedió a la cultura chilena desde otro punto de vista. Fue súper sorpresivo. Imagínate: que alguien llegue, lea mi libro y diga: “Quiero que lo lean mis alumnos”. Y después poder tener una charla con ellos, es algo que no se da todos los días. ¿Cómo iba a hablar, de otra forma, con 250 alumnos de México? Fue muy grato y novedoso. Me sorprendió la experiencia, y por sobre todo que fueran tantos alumnos y que todos hayan terminado la novela. ¡Habían muchos que nunca habían terminado una novela! Y sí terminaron A la cárcel. Imagínate, gratificante por todos lados.
--Susette, ¿qué viste de novedoso en esta experiencia? ¿Cómo fue la respuesta de tus alumnos y alumnas?
--Encaramos la novela desde lo lúdico. Porque, si bien los chicos debían terminar la novela para realizar un trabajo final, en el proceso había que divertirse. Empezamos con lectura en voz alta, le iba diciendo a cada uno de ellos que leyera una parte, y así avanzamos los primeros tres capítulos. Lo hice para generar un primer enganche. En otra ocasión, me puse a un lado de mi computadora una serie de papelitos con números de lista de mis alumnos, iba tomándolos a diestra y siniestra y al que le tocaba tenía que responder una pregunta súper concreta acerca del libro. Fue para asegurarnos de que los chicos iban avanzando en el texto. Si alguno se equivocaba, había un segundo juego a realizar. En otra ocasión utilizamos el recurso de los memes. Tenían que sustituir el texto que acompañaba a algún meme famoso y adecuarlo a la novela. Salieron cosas muy graciosas. Así fuimos diseñando actividades que nos permitieran, por un lado, que el alumno no olvidase que había una evaluación pendiente, pero por el otro, que disfrute y se deje llevar por la novela.
--A la cárcel es un libro singular. Una novela épica, con humor y que trabaja, además, temáticas como el bullying y el poder.
--Sí --dijo Elías--. Recuerdo que en la charla que tuvimos, una alumna dijo algo muy interesante: me preguntó por los personajes de la novela y cómo hice para humanizarlos. A los presos, que han sido dejados de lado por la sociedad… Me pareció muy interesante su pregunta y esa problemática que señaló. Vi como en todas partes del mundo se ve lo mismo: la deshumanización de los presos. Fue como un logro para mí, poder hacer que una obra traspase la frontera, tocando temáticas humanas y universales. Con esa pregunta se notó que los alumnos estaban muy metidos en la novela, que habían comprendido a los personajes, y eso me puso muy contento.
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